El Heraldo
El presidente Juan Manuel Santos estrecha la mano de alias Timochenko hoy, en La Habana. Efe
Colombia

El último día de la guerra

Hoy se pactó en La Habana el cese el fuego bilateral y definitivo entre el Gobierno y las Farc, lo que le pone punto final a una guerra interna de más de 50 años.

Una bala que mata 50 años de guerra y que dibuja la paz de Colombia: un balígrafo, le entregó el presidente Juan Manuel Santos al comandante de las Farc, alias Timochenko, al término de la suscripción del acuerdo sobre el fin del conflicto, cuando inaudible para los micrófonos le dijo, además: "las balas escribieron nuestro pasado, la educación escribirá nuestro futuro".

En los bolsillos de Santos y de Timochenko estuvo el último día de la guerra. En el bolsillo del presidente, una paloma, como símbolo del sueño de un país con 220 mil muertos en el conflicto; y en el bolsillo del guerrillero, un lapicero, para dejar la palabra suscrita de lo acordado con un Estado contra el que se rebelaron porque no le creían, y en el que derramaron sangre, suyas y de vidas que no les pertenecían.

Como dijo el presidente, hoy se firmó el final de las Farc como grupo armado. Y se hizo a través de los acuerdos sobre cese el fuego y de hostilidades bilateral y definitivo, y dejación de Armas, sobre garantías de seguridad y lucha contra las organizaciones criminales y sobre refrendación.

Con la lectura del garante de Cuba, ante, además, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon; el presidente de Cuba, Raúl Castro; de Venezuela, Nicolás Maduro; de Chile, Michele Bachelette y de México, Enrique Peña Nieto, entre otros, se conoció del compromiso de elaborar una hoja de ruta que contenga los compromisos mutuos para que a más tardar a los 180 días luego de la firma del acuerdo final haya terminado el proceso de dejación de armas.

En cuanto a monitoreo y verificación, mientras Timochenko descansaba la barbilla en su mano derecha y Santos observó serio pero tranquilo, se habló de un mecanismo tripartito, integrado por representantes del Gobierno Nacional (Fuerza Pública), de las Farc-EP, y un Componente Internacional consistente en una misión política con observadores no armados de la ONU integrada principalmente por observadores de países miembros de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).

Frente a la Adaptación de los dispositivos en el terreno, se acordó un cronograma para el desplazamiento de las estructuras de las Farc-EP a las Zonas de Ubicación, se habló de 23 Zonas Veredales Transitorias de Normalización y 8 campamentos, que serán temporales y que no pueden ser utilizadas para manifestaciones de carácter político, y a los que tampoco puede entrar población civil.

Se mencionó que habrá un grupo de 60 hombres de las Farc que, de civil y sin armas, "pueden movilizarse a nivel nacional en cumplimiento de tareas relacionadas con el Acuerdo de Paz", y de 10 hombres que por cada zona, puedan movilizarse a nivel municipal y departamental en cumplimiento de tareas relacionadas con el Acuerdo de Paz.

Finalmente, se advirtió que en caso de presentarse dentro de una zona algún hecho violento, se comunicará primero al Mecanismo de Monitoreo y Verificación.

También se dispuso una zona de seguridad, donde no podrá haber fuerza pública ni guerrilleros, siendo de un ancho de un kilómetro alrededor.

El Gobierno, así mismo, deberá concertar con las Farc protocolos que impidan que ni personas ni bienes sean afectados en medio de este proceso.

Las armas que entregue la subversión serán empleadas en la construcción de tres monumentos, y esa dejación se hará en dos tiempos: control de armamento y dejación. Las armas serán llevadas a las zonas, recolectadas y destruidas en tres fases con sus cronogramas. Las Farc deben, como se había establecido con anterioridad, descontaminar los territorios de minas antipersona.

Por ello, solicitaron a Ban Ki-Moon -quien asintió con la cabeza una vez la traducción en los audífonos le hizo alusión- poner en marcha los preparativos de la Misión Política Especial.
En el punto de garantías de seguridad y lucha contra las organizaciones criminales, se acordó garantizar, básicamente, el hecho de que las Farc pudieran hacer política libremente, a través además del fortalecimiento de la justicia. Incluye este asunto un pacto político nacional para que "nunca más se utilicen las armas en la política" y una Comisión Nacional de Garantías de Seguridad, que será presidida por el jefe de Estado, para el desmantelamiento de las bacrim.

Y en el acuerdo sobre refrendación, ambas partes aceptaron acoger la decisión que profiera la Corte Constitucional -que revisa el plebiscito- y "el mecanismo de participación popular que ese alto tribunal indique".

Los discursos

A su turno, el presidente anfitrión, Raúl Castro, tras las firmas de los acuerdos, los entregó a Santos y Timochenko y fue una vez más el artífice de otro apretón de manos entre ambos: el presidente sonriente y el subversivo riendo a carcajadas.

Celebró Castro que "el proceso de paz no tiene vuelta atrás", y vaticinó: "la paz será la victoria de toda Colombia pero también de nuestra América".

Y concluyó el hermano de Fidel que "la paz es un derecho fundamental de todo ser humano".

Ban Ki-Moon a su momento destacó primero en un español introductorio y luego en inglés, que "el proceso da vida a la esperanza de los que piensan en la búsqueda paciente de la solución conciliatoria".

Timochenko inició adelantando que "este acuerdo nos permitirá regresar a la vía política legal".

E hizo alusión a los inicios de las Farc hace 52 años en el Tolima: "los 48 campesinos marquetalianos se convirtieron en miles de hombres y mujeres en pie de lucha pero que siempre intentaron la paz".

Criticó el rebelde que "le hacen daño a Colombia quienes niegan la importancia de los acuerdos".

Y sentenció al final: "claro que las Farc haremos política: si esa es nuestra razón de ser. Pero por vías legales", ante lo que la mesa respondió con un aplauso.

Y el presidente Santos aseguró: "después de más de cincuenta años de enfrentamientos, muertes, atentados y dolor, hemos puesto un punto final al conflicto armado con las FARC".

Añadió que lo acordado ayer "significa -ni más ni menos- el fin de las Farc como grupo armado".

¡Nos llegó la hora de vivir sin guerra!, exclamó, y aseveró: "el acuerdo de hoy nos garantiza que esa paz temporal será definitiva, sólida".

Anunció sobre lo que resta que: "todavía faltan temas importantes por acordar, y hemos convenido con las Farc que vamos a evacuarlos lo más pronto posible", revelando que el Acuerdo Final se firmará en Colombia.

Por último, recordó que siempre combatió a las Farc, pero dijo que hoy, tras el Acuerdo, "de la misma forma, ahora que pactamos la paz, como Jefe de Estado y como colombiano, defenderé -con igual determinación- su derecho a expresarse y a que sigan su lucha política por las vías legales, así nunca estemos de acuerdo".

Por estas palabras la mesa le tributó un aplauso, que al mismo tiempo fue un aplauso a la paz: la de las palomas en el cielo y la del bolígrafo en el papel, que desde hoy puede empezar a escribirse en Colombia ya no con balas sino con balas que escriben, inútiles para la guerra, nuevas para el futuro.

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