Wilfred AriasEl mototaxista Julio Cárdenas Díaz fue la segunda víctima fatal asociada a la ola de calor.s

Los cambios climáticos tienen desesperados y con mal humor a los cartageneros. El calor es insoportable y no basta con una bolsa de agua para aguantar temperaturas de hasta 33 grados centígrados, pero con sensaciones térmicas de 42°C. 

En tan solo 72 horas, tres personas han muerto en esta capital por causas asociadas a la llegada del tradicional Veranillo de San Juan, período de transición de la época seca a la lluviosa, que se presenta desde el pasado mayo y que se extenderá hasta finales de julio, según los valores históricos de la climatología de la ciudad.

La primera víctima relacionada con esta ola de calor fue Weyson Gutiérrez, un albañil de 32 años que trabajaba en la obra de ampliación de la Refinería de Cartagena. Falleció el pasado viernes en la Clínica San Juan de Dios, adonde fue trasladado luego de sufrir un síndrome convulsivo que, según el Sindicato de Ecopetrol, se debió a las altas temperaturas que deben soportar los trabajadores por estos días.

Sin embargo, esta versión fue desmentida por Reficar, que aseguró que Gutiérrez falleció  por muerte natural, de acuerdo con el acta de defunción entregada por los médicos del centro asistencial. La empresa informó que el obrero realizó su primera jornada laboral el 8 de junio de 2011. Indicó también que el jueves 9 de junio inició labores a las 7 a.m., con receso de media hora de almuerzo programado entre las 12:30 p.m. y la 1:30 p.m.

“En el campamento los trabajadores tienen previstos descansos e hidratación de acuerdo con la actividad desempeñada. Esa mañana, Gutiérrez recibió para su consumo abundante agua para hidratarse”, afirmó Reficar.

La segunda muerte que se asoció al calor fue la del mototaxista Julio Cárdenas Díaz, de 42 años. El hombre llegó a su casa en el barrio Los Cerezos después de una larga jornada laboral. Se acostó a descansar el sábado en la tarde y, minutos después, le sobrevino un paro cardiorrespiratorio.

“Él llegó bastante sofocado de la calle. Habló con varios familiares y luego se fue al cuarto, prendió el abanico y se acostó a dormir. Como se demoró más de lo acostumbrado fuimos a levantarlo, pero nunca respondió. Estaba muerto”, dijo un hermano de la víctima.

El tercer caso se registró el martes en el barrio Olaya Herrera cuando el mototaxista Carlos Enrique Ávila llegó a su casa con un dolor en el cuello. Su esposa, Rosa González, le compró un analgésico, él se lo tomó y se acostó a dormir, pero luego de varios minutos le dio un ataque cardiorrespiratorio. De inmediato fue llevado al CAP de La Candelaria en taxi, pero llegó sin signos vitales. La familia espera el dictamen de Medicina Legal, pues Ávila no sufría de ninguna enfermedad.

Por Elvis Martínez Bermúdez

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