Locos por sus equipos. Sabemos distinguirlos porque hablan un idioma universal: el fútbol. A Diego Pérez Pereira se le ve desesperado, angustiado e impaciente. ¿Cómo no estarlo si ha viajado por cinco países en nueve días para ver a la selección uruguaya, y no tiene ni media boleta para entrar al estadio Metropolitano?
Entonces no le queda otra alternativa que poner la expresión más conmovedora que tenga, enseñar que no tiene ni un peso en su mochila y pararse frente al hotel GHL Collection Barranquilla, donde se hospeda el conjunto charrúa, para pedir (o suplicar) por una entrada. Ah, y también por comida.
'Así son los hinchas de Uruguay, locos. Este se vino de mochilero', comentan unos señores de estilo playero-dominguero, que conversan sobre fútbol a las afueras del hotel.

Son integrantes de la Mutual Uruguaya de Futbolistas Profesionales, que acompañan a la delegación de Uruguay. Entre ellos está el exfutbolista Héctor El Indio Morán, que jugó con La Celeste entre 1988 y 1993 y que obtuvo la Copa Libertadores y la Copa Intercontinental con el Nacional uruguayo, en 1988.
Conocieron a Diego Pérez, quien comparte nombre con el reconocido excentrocampista uruguayo, más conocido como ‘Ruso’ Pérez, porque desde las 6:00 a.m. de ayer está buscando hacer amigos que lo lleven al partido.
A simple vista, cualquier persona creyera que se trata de un paisa a la espera de ver al azulgrana Luis Suárez o al defensor de Atlético de Madrid, Diego Godín, pues Pérez porta con orgullo una camiseta blanca con verde del Atlético Nacional, pero finalmente su acento lo delata.
'Soy 100% uruguayo, oriundo de Maldonado, capital del departamento homónimo', dice sonriente Pérez, que estalla fácilmente en risas. También lo hacen los acompañantes de Uruguay, puesto que entienden perfectamente lo que la pasión hace hacer a algunos hinchas.
Explica, sin embargo, que su camiseta verdolaga es obsequio de un camionero que lo arrastró 'desde algún lugar hasta Barranquilla'.
Para llegar a la Arenosa, tomó buses desde Chuy (Uruguay) hasta Sao Pablo (Brasil), llegó a Bolivia, pasó por Aguas Verdes (Perú), luego hasta Ecuador y de allí, por fin, Colombia.
'Me vine con $500 dólares (cerca de $1.500.000 colombianos) y ahora solo me quedan $33.000, que serán para comer y dormir', explica.
Cuando lo piensa un poco más, sonríe y reconoce que su historia tiene poco sentido. Simplemente, cuenta, se decidió a dejar todo, un día mientras trabajaba en su oficina, en el Ministerio de Transporte y Obras Públicas de su ciudad.
'Decidí tomarme unos días y venirme de mochilero, mi Selección lo vale', dice.
Después de conmover con sus relatos a varios en la entrada del hotel, uno de los acompañantes charrúas saca una boleta de su bolsillo y le da una esperanza.
'Mira, me voy a conseguir un palco para mi, y si lo hago, esta boleta es tuya', le dijo el hombre, a lo que Pérez hizo una expresión difícil de describir.
Su marcador para el duelo de hoy ante la Selección Colombia es 2-1, si este vaticinio ocurre, seguro pondrá la misma cara que cuando le digan que sí irá al estadio.