El Heraldo
Barranquilla

El alumno que le ganó una partida a su maestro Fernando Hinestrosa

"“Una pregunta, una respuesta. Cinco o Cero”, era la frase con la que el fallecido rector de la Universidad Externado comenzaba los exámenes frente a sus a estudiantes hechos nervios. La historia de Richard Tovar.s:

Los pasillos, plazoletas y jardines de la Universidad Externado de Colombia están vacíos. Solo el viento los visita. Hace una semana se fue el Maestro, el Humanista, el Rector Fernando Hinestrosa. A pesar de la evidente tristeza y soledad, “uno se hace a la idea de que nos sigue acompañando”, dice el doctor Richard Tovar.

“La formación es indeclinable. Uno no renuncia a estos principios y valores. Al contrario, ahora nos sentimos más comprometidos, porque tenemos sobre los hombros la responsabilidad de continuar el legado del Doctor Hinestrosa, que es el legado externadista”, apunta Tovar en su silenciosa oficina.

La semana que pasó fue de reflexión, por tal razón no hubo actividades académicas en la Universidad Externado. Ni clases, ni cursos, ni grados. Solo una inacabable conversación en torno a los valores liberales, democráticos y humanistas que bien representaba Fernando Hinestrosa. “Su legado es amplio, complejo. Tiene frentes diversos. Yo me concentraría en dos, principalmente: Una filosofía de la educación permanente, que construye individuos libres, responsables como ciudadanos y, al tiempo, una formación ética que conlleva a la práctica de valores. En segundo lugar, la posibilidad de entender otras formas de ser, aprender a vivir en medio de la diferencia”, afirma Tovar con acento bogotano, vestido de paño y canas en la cabeza.

Pero Richard no siempre fue canoso. Corría el año 1967. El viento de los movimientos estudiantiles sacudía las ramas del continente y del mundo. El joven de 18 años escogía la Facultad de Derecho del Externado por su formación familiar. “Mi padre, José Gregorio Tovar Sarmiento, librepensador, había vivido en Zaragoza (España) en la oscura época del franquismo. Y quiso que nos formáramos como individuos autónomos. En ese entonces, la universidad no era muy grande, pero tenía el prestigio de ser respetuosa de la libertad. Eso pesó mucho en mi decisión, sobre todo porque no era un claustro, es decir, no tenía espíritu confesional.”

En ese entonces, el Externado no quedaba en la amplia sede que tiene ahora en el histórico barrio de La Candelaria, sino en el barrio Santa Fe. Y en su Aula Máxima, situada en la Calle 23, el joven Richard - en compañía otros cien primerizos - quedó impresionado por la calidez del rector, en su primer día de clases. “La bienvenida del Doctor Hinestrosa fue, antes que nada, una invitación a participar, a tener disciplina académica, libertad de criterio, a construir responsabilidad ciudadana. Lo recuerdo muy vital”, dice Tovar 45 años después.

Muchas personalidades del mundo académico en Colombia coinciden en que Fernando Hinestrosa fue el gran impulsor del libre pensamiento en el país. Según el periodista Daniel Coronell, “Hinestrosa era un intelectual inmenso y un hombre con un sentido del humor muy sofisticado”. Hace pocos días, en su cuenta de Twitter, Coronell dio a conocer un episodio que habla de las calidades del maestro Hinestrosa.

Ocurrió en un examen final de su cátedra de “Obligaciones”, que impartió durante muchos años en la Facultad de Derecho. En el Aula Máxima, el doctor Hinestrosa al micrófono anunció las temidas reglas del examen:

-“Una pregunta, una respuesta. Cinco o Cero”.
Los estudiantes, hechos un mar de nervios, esperaban que el rector escogiera al primero para hacerle la única y definitiva pregunta. El Rector miró por encima de las gafas a uno de ellos, sentado en la cuarta fila. Al estudiante se le heló la sangre mientras oía la voz profunda del Maestro:

-¿Cuál es su nombre?

El joven pasó de la angustia a la risa cuando respondió y se volvió a sentar mientras alzaba los brazos como si celebrara un gol.

- “¿Y por qué se sienta?” , preguntó el desconcertado Rector.

El estudiante replicó:

- “Maestro, usted puso las reglas, una pregunta, una respuesta. Preguntó mi nombre y yo le contesté”

Fernando Hinestrosa, el exigente e ingenioso rector, premió la interpretación del audaz estudiante que hoy es un brillante abogado. Su nombre es Richard Tovar y es el Director del Instituto de Estudios Interdisciplinarios de la Universidad.

“Eso no fue un acto de astucia, sino de simpatía”, recuerda con nostalgia en la mirada. “Luego fui representante estudiantil y me correspondía conversar con el Rector. La mayoría de las veces conversábamos sobre Artes, en especial sobre música. A él le encantaban Richard Wagner, los poemas sinfónicos y la música contemporánea. Este Instituto que ahora dirijo, es producto de su preocupación por las Humanidades y las Artes”, afirma Tovar.

Pero no solo era el respetable Rector. El doctor Hinestrosa también era un amigo. Y su amistad no era fácil, sino de exigencia. “Había que despertar el interés en él, así como él despertaba el de uno. Durante mucho tiempo los profesores tomábamos café cerca de la Rectoría con la esperanza de que él saliera y nos hiciera seguir”, cuenta Tovar.

En cuanto al Hinestrosa intelectual, Tovar no teme en afirmar que fue un heredero del Siglo de las Luces. “Por un lado fue un hijo de la Ilustración que promulgaba la responsabilidad individual, la toma de conciencia sobre lo que nuestras decisiones producen. Y por el otro, pertenecía a la generación de la postguerra y sabía del escepticismo de las regiones con respecto al centralismo. Él veía en la educación un motor de la movilidad social, imprescindible para salir del subdesarrollo”, recuerda Tovar, quien afirma que sus mejores amigos son costeños y los hizo en el Externado.

Hinestrosa fue fiel al legado de los fundadores de la Universidad, que nació hace 126 años con nostalgia de la Constitución de Rionegro (1863) y en abierto rechazo a la Regeneración de Rafael Núñez y su Constitución (1886). Según Héctor Riveros, director del Instituto de Pensamiento Liberal, el presidente Virgilio Barco (1986-1990) buscó a Hinestrosa y a Carlos Restrepo Piedrahíta para que redactaran un nuevo proyecto de reforma constitucional. El producto de ese trabajo es el origen conceptual y filosófico de la Constitución de 1991. “Ahí estaba el derecho de amparo, convertido después en acción de tutela; la Corte Constitucional, el capítulo de derechos y el de principios. Ahí estaba una concepción liberal, igualitaria, llena de controles al poder para evitar abusos.”, afirma Riveros.

Casi veinte años después, en enero de 2010, la Universidad Panthéon-Assas (París II) le concedió el título de Doctor Honoris Causa en sesión solemne en el anfiteatro de La Sorbona, junto a otros destacados intelectuales del mundo, como Umberto Eco. A su regreso al país, fue recibido en calle de honor con fuertes aplausos y gritos de júbilo por los estudiantes, profesores y empleados de la Universidad Externado de Colombia. Él tomó la palabra y dijo, sensiblemente emocionado: “Gracias, gracias, el premio fue para el Externado. Para todos ustedes. Lo comparto con ustedes.

Con los que nos precedieron. Y con los que vienen. Es nuestro espíritu. Son los principios de nuestros fundadores que hemos mantenido a lo largo de la historia. Ese fue el reconocimiento: Al respeto al otro, a la tolerancia, al amor a la Libertad, al principio de igualdad, al espíritu republicano. A la honradez y a la seriedad académica. Eso es el Externado. Eso somos. Gracias por este recibimiento que me llega al fondo de mi ser. Inolvidable para todos.”

El pasado mes de febrero, en su última bienvenida a los estudiantes, el Rector les dio las gracias por haber escogido el Externado.

“El Externado se identifica y se ha identificado desde su fundación con Libertad, con Democracia, con Autonomía, con Respeto al Otro, con Tolerancia, con Pluralismo. Nos sentimos orgullosos de nuestro pasado y de nuestro ser. Tratamos cada día de superarnos y a fe que lo logramos. ‘Post tenebras spero lucem’, después de la tinieblas vendrá la Luz. Queridos primerizos, bienvenidos, siéntanse en su casa”.

El doctor Richard Tovar, ahora canoso, también aplaudió. Como el primer día.

Por Juan Carlos Ensuncho

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