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Para algunos investigadores sociales como Pamela Flores, pareciera que Barranquilla quisiera siempre vivir en el presente, todo lo contrario de Europa, que basa el valor de su sociedad sobre el valor de su patrimonio construido, y eso es lo que le da identidad, lo que le da fortaleza.

'Por eso no encontramos ninguna resistencia, ni gubernamental, ni política ni de la comunidad cuando se decide demoler cualquiera de los íconos arquitectónicos que le han dado identidad a la ciudad', señaló Carlos Bell, decano de Bellas Artes.

La identidad de Barranquilla y su patrimonio arquitectónico ha entrado en el debate público y en discusiones a través de las redes sociales, a raíz del anuncio de la demolición de la casa ubicada en la carrera 57 No.79-166, considerada una joya de la arquitectura moderna, estilo que se instauró en esta ciudad durante la postguerra con marcada influencia del estilo norteamericano California Living.

La caída a pedazos del muelle de Puerto Colombia bajo la mirada indolente de todos los colombianos también ha alimentado esta discusión.

Esta casa fue construida a finales de los años 60 por la familia Bonivento De Dirnfeld. En 1964 fue adquirida por la sociedad Industrial Ferretera Ltda, pero en 1994 se la vendió al matrimonio conformado por Jorge Ibáñez González y Lesbia Ortíz de Ibáñez.

El 14 de septiembre de 2011 la familia Ibáñez negoció la propiedad con la sociedad conformada por Parque Industrial Clavería Ltda y Altamura S.A.S.

Tres familias han disfrutado de la exquisitez y el diseño de esta casa, en donde la integración con el paisaje a través de espacios interiores y exteriores complementan las diferentes estancias, que, además, son matizadas por elementos de transición.

Todo quedará reducido a escombros para darle paso a una edificio de apartamentos.