El Heraldo
Un niño wayuu es velado por su familia en una ranchería de la Alta Guajira.
La Guajira

Siete causas que inciden en muerte de los niños wayuu

Corrupción, falta de agua potable y empleo y la mala atención en salud siguen agravando la crisis humanitaria que afecta a la población indígena.  

Desde marzo de 2014 cuando se presentó una histórica tutela contra el Estado colombiano para proteger a los niños indígenas de La Guajira por la muerte de 2.969 de ellos, 278 por desnutrición y 2.691 por otras patologías, han fallecido en este Departamento 172 menores de edad por desnutrición.

De estas muertes, 48 se registraron en 2014, 37 el año pasado y en lo que va de 2016 ya son 87 los fallecidos por dicha causa, sin contar con el subregistro que pueda existir ya que en muchas rancherías sepultan a los niños en los cementerios ancestrales sin reportarlos a ninguna autoridad. En la última semana han muerto 10.

Funcionarios, médicos y dirigentes guajiros coinciden en que son varias las causas por las que se presentan los fallecimientos, sobre todo en los municipios de Manaure, Uribia y Riohacha.

Como primer causante de esta crisis mencionan la corrupción política que por años ha dilapidado millones de pesos, en especial de las regalías del carbón y el gas, como lo ha denunciado el obispo de Riohacha, monseñor Héctor Salah Zuleta. Los irregulares manejos han impedido contar con agua potable y crear un sistema de producción agrícola acorde con las necesidades poblacionales.

La inestabilidad administrativa gubernamental que se ha generado por la salida de varios mandatarios, por diferentes motivos, es otra de las razones determinantes a la que le atribuyen las muertes.

Piden trabajo

Esto opina Benjamín Franklin Machado, líder del corregimiento Tawaira, en la zona extrema de la Alta Guajira, aunque señala que otra causa que ha incidido en el incremento de las muertes es la falta de trabajo, porque solo reciben ayudas temporales.

“Nosotros los wayuu sabemos pastoreo, agricultura y la artesanía, pero solo podemos sembrar en época de lluvia y hubo una gran sequía. Si nos ayudan, trabajamos y podemos producir para nuestras familias”, expresa en diálogo con EL HERALDO.

Así como él, integrantes de otras comunidades wayuu dicen estar cansados de los mercados que solo les duran una semana, por lo que preferirían trabajar para alimentar a sus familias.

Añade Machado que donde vive no hay un puesto de salud, solo existe una estructura que construyeron hace tiempo sin que haya funcionado. “Sería bueno que los hogares comunitarios, las escuelas y las comunidades contaran con farmacias, puestos de salud o, por lo menos, botiquines porque por acá no hay nada para salvar una vida en caso de una emergencia”, explica.

Falta de agua

La intensa sequía que afectó a La Guajira durante tres años, sobre todo en la zona alta, afectó a los indígenas: 3.122 jagüeyes, de los que se abastecían las comunidades, se secaron, dice un balance oficial.

El Programa Mundial de Alimentos concluyó que la falta de lluvias en La Guajira tuvo graves efectos en los niveles de seguridad alimentaria y en la salud de la población, afectando a cerca de  63.000 personas, la mayoría de ellas concentradas en los municipios de Riohacha, Uribia y Manaure.

El médico pediatra Abudi Dasuki, quien ha trabajado por años para salvar a los niños de las garras de la desnutrición en varios centros asistenciales y ahora lo hace como asesor del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, asegura que esta entidad sola no puede atender a toda la población infantil wayuu.

“Es necesario que los alcaldes, las EPS, las IPS, los secretarios de Salud, la Gobernación y hasta las familias trabajen y colaboren, articuladamente, porque de lo contrario se van a seguir muriendo los niños”, expresa. Dasuki hace también un llamado a los padres de familia porque, según él, en algunos casos se han convertido en una barrera para la atención de los niños, que llegan a los hospitales con alto grado de desnutrición.

Sitios lejanos

La gran dispersión del pueblo wayuu  a lo largo de todo el territorio ancestral es otra de las razones por las cuales se dificulta la atención, ha comentado en varias ocasiones Mauricio Ramírez, exdirector de Planeación.

La Guajira tiene, según el Dane, cerca de 902.000 habitantes, de los cuales 162.362 están en Uribia. En ese Municipio se encuentra la mayor cantidad de wayuu: viven de manera dispersa en 22.000 puntos poblados. En Manaure son 7.900 los puntos poblados, en Maicao 5.900 y en Riohacha 4.900.

Esta situación, destaca Ramírez, es una “gran dificultad” para llegar a cada una de las rancherías y poder ayudar a la población en crisis.

Es tan evidente esta dificultad que a pesar de que el Estado, el sector privado, fundaciones, ONG e instituciones internacionales llegan a muchas comunidades con programas y proyectos productivos, no han podido abarcar a toda la población indígena guajira, donde están presentes también las etnias wiwa, kogui, arhuaco y kankuamo.

Crisis venezolana

El secretario de Salud departamental, Cesar Ballesteros, asegura que la crisis en Venezuela y el cierre de la frontera por casi un año, desde septiembre de 2015 hasta agosto de este año, ha sido otra razón para el incremento de la crisis.

Afirma que “esto es una gran tragedia, pero son muchas las causas por las cuales los niños están muriendo, como por ejemplo las vías en mal estado que no permiten que sean llevados a tiempo a los centros asistenciales”.

Indica Ballesteros que aparte de la situación que hay en La Guajira, esta se agrava con el flujo de la población wayuu venezolana y de niños enfermos traídos desde el vecino país. 

“Tenemos registros de atención que superan los $1.500 millones en atención a esta población, lo cual se suma a la falta de empleo y falta de agua en comunidades indígenas”, señala el funcionario.

Ante el incremento de las muertes, dice que en lo corrido de 2016, de 1.387 niños menores de cinco años notificados con desnutrición aguda, han salvado a 476 y los otros están en recuperación. Dice que ha sido gracias al trabajo articulado del ministerio de Salud, las EPS, la compañía Chevron, las alcaldías, Organización Internacional de Migraciones, ICBF y la Unicef, entre otras entidades.

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