Magali Cuvilli no sabía que su swing de ‘QuilleraNadiense’ llegaría tan lejos, para ella bailar es un sinónimo de vivir, y la cultura barranquillera es de sus más grandes amores, y ahora esa pasión cruzó fronteras y en redes sociales se conoce su amor por el Carnaval.
Ella nació en Quebec, Canadá, y aunque ahora reside allá, vivió por más de dos años y medio en tierras colombianas, donde aprendió a amar la cultura nacional, su comida y sobre todo, a sus personas.
Al preguntarle un simple ¿cómo estás? Responde 'todo mono', desde ahí se sabe que de barranquillera tiene mucho más que una marimonda adornando un cuadro de su casa o una camiseta de la Selección Colombia y otra de Junior en su armario.
En diálogo con EL HERALDO Magali contó que vivió una larga temporada en Tolú, Sucre, junto al que en ese entonces era su esposo, un barranquillero que le mostró lo que ahora la ha convertido en una ‘QuilleraNadiense’, como es conocida en las redes sociales luego de ser publicados sus videos bailando al mejor estilo del Carnaval de Barranquilla.
Llegó en enero de 2014 a Colombia atraída por la cultura y sus bailes, decidió viajar por diferentes ciudades y sabía que si alguna la atrapaba, ahí se quedaría.
'En mis primeros meses me enamoré de Barranquilla, fui al Carnaval, encontré a la mejor, pero la mejor, gente. Me gustó mucho todo, visité varios lugares en Barranquilla y me hice una super buena amiga barranquillera', contó.
Su amor por esta tierra nació a través de los movimientos, la historia que tiene Colombia narrada a través de sus bailes. 'Antes de viajar yo sabía que tenía interés por Colombia por lo que decían del baile, bailar para mi es todo, bailo para ser feliz y sacar lo malo, para sanar y olvidar el frío del invierno'.
A pesar que Colombia tuvo un pasado difícil, según cuenta, 'la gente sigue de pie con una sonrisa y baila, baila y baila'. La encantó la magia que tiene la Puerta de Oro, en cada esquina escuchaba una salsa, los timbales. Dentro de sus respuestas no excluye a La Troja o a la Estación de la Ocho, 'se siente la felicidad que a pesar del pasado la gente sigue luchando y con ánimo'.
'No digo que conozco toda la historia y todo lo que pasó, pero lo hablo en el sentido que uno percibe la historia del país. No todos los días son buenos o lindos, pero al final del día la gente está contenta, y eso fue lo que me encantó', confesó.

Amor rojiblanco
Esta canadiense de 25 años conoció Bogotá, Medellín, Cali, Cartagena, Santa Marta, Sincelejo, Montería, y ahora que está de regreso en su país trabaja en una empresa que tiene que ver con el baile y los viajes
'Mi esposo tuvo mucho que ver con el hecho que me enamoré de Barranquilla. Me enseñó muchas cosas lindas, es un juniorista muy apasionado, ama su ciudad, la gente y la salsa', dijo.
Y precisamente en Barranquilla, a la que ella se refiere con la famosa frase 'el que no te conoce te sueña y quien te conoce jamás te olvida', conoció otro amor: Junior.
Al preguntarle si es juniorista simplemente muestra una foto con la camiseta rojiblanca y dice '¿esto te convence?'.
Tiene claro quiénes son sus tiburones favoritos, a pesar de no haber podido conocer el estadio Metropolitano, 'de ahora es Carlos Bacca, y de la vieja guardia el Pibe Valderrama'.

Una vez al año, no hace daño
Magali confesó que lo que se quedó en su corazón fue la gente barranquillera, porque para ella 'eso es todo, eso es lo que hace la diferencia y la hace una ciudad buenísima'.
Se disfrutó tres fiestas del dios Momo de las cuales tiene los mejores recuerdos, y aprendió a bailar en la calle, en las fiestas o en Carnaval, simplemente 'cuando podía bailar yo lo hacía'
'Lo que más bailé fue salsa y champeta, de resto me quedé observando y me dejaban muy impresionada. Pero el mapalé, por ejemplo, es algo que me fascina'.
Además del baile y la gente otra cosa que la atrapó fue la comida costeña, aunque es vegetariana hacía sus 'trampitas' una vez al año, precisamente en Carnaval.
'Me iba a un lugar en la calle y me comía una arepa rellena, yo decía 'una vez al año no hace daño'. Antes de ser vegetariana comí de todo, me encanta el jugo de maracuyá o el bollo, ufff'.
A los hombres 'quilleros' como ella misma los llama, los describió como 'hermosos, humildes, grandes hombres y cuidan bien a su mujer (risas) a veces mucho'.
Y gracias a uno de esos 'quilleros' dice ser 'una mejor persona'.
Le encantaría volver para este Carnaval, pero no podrá porque 'aquí está un poco difícil y el tiquete de avión está muy caro', finalizó con risas, esas que siempre tiene cuando le mencionan Barranquilla.




















