El Heraldo
Cultura

“Por el milagro de hacer vivir a mi hijo en otros, valió la pena escribir”: Piedad Bonnett

Bonnett estará también, mañana, en una charla sobre Eduardo Carranza.s

Hay algo de sublime en el concepto del suicidio. La imagen de un ser poniendo, voluntariamente, fin a su vida, se nos antoja, por momentos, escalofriantemente evocadora. Y hasta literaria. Piedad Bonnett, licenciada en Filosofía y Letras, maestra y escritora, lo ha bebido por sí misma. En primera persona. Daniel, su hijo, decidió marchar hace un par de años, y ella ha intentado entender su libertad entre letras, en Lo que no tiene nombre.

Hoy, en el marco de PoeMaRío, organizado por la Biblioteca Piloto del Caribe y la Asociación Colombiana de Libreros Independientes, la poeta y escritora lanzará su obra en Barranquilla, a las 5 p.m., en la Plaza de la Paz. Conversará con Gustavo Bell Lemus, historiador, periodista y abogado.

Mañana, en el mismo escenario, Bonnett participará en una charla sobre el poeta Eduardo Carranza.

¿‘Lo que no tiene nombre’ surgió desde su primer borrador o, de a ratos, se arrepintió de lo escrito, tuvo que releerlo e, incluso, modificarlo?

El libro surge muy firmemente desde el primer momento, sabiendo muy bien cuál era el camino que quería trazar, qué perseguía. Pero lo sometí a múltiples correcciones y le inserté muchas cosas a medida que hacía lecturas y la memoria se avivaba y la realidad misma se transformaba. Pero en un momento supe que tenía que parar, entre otras cosas, porque siempre tuve claro que este tenía que ser un libro corto.

¿Se tuvo que autocensurar, vestir su dolor al momento de escribir, o sus impulsos fueron medidos por sí solos, al convivir por varios años con la esquizofrenia en el hogar?

Yo escribí este libro tratando de estar en una frontera entre la más alta contención y la pulsión afectiva, mis emociones. Queriendo que estas jamás me arrastraran a la autocompasión o el sentimentalismo, pero sin caer en la frialdad erudita o reflexiva. Y claro que hubo autocensura. El impudor es algo que detesto en literatura.

Usted dijo, en algún momento, que no era su caso, pero ¿cree que la literatura es un modo correcto de afrontar el duelo?

Aquí no caben las palabras correcto o incorrecto. La literatura es una posibilidad que tenemos algunos seres humanos, una forma de lenguaje que nos permite trasponer nuestras experiencias, reconvertirlas, universalizarlas. Pero además la palabra escrita puede ser enormemente curativa. En ese sentido, como acto de introspección, de recuperación y hasta de conciliación, la escritura es una enorme ayuda a la hora de hacer un duelo.

Afirma que la esquizofrenia es una enfermedad que supone una despedida, ¿pensó que la suya con Daniel sería así de rápido?

Una madre puede intuir cosas muy duras, pero su terror a perder al hijo amado le hace producir lo que algunos llaman “pensamientos positivos”. Yo sabía que una realidad tan dura podía llevar a una muerte voluntaria temprana, pero me daba aliento pensando que ganaríamos esa dura batalla y que Daniel llegaría a una madurez relativamente plena. Él tenía mucho talento, mucha fuerza, mucho tesón. Pero sin duda vislumbró un futuro atroz y yo respeto enormemente su decisión.

Usted vive inmersa en la literatura, y como tal, conoce la concepción del suicidio como modo de belleza, como paso esencial para ‘inmortalizarse’ y ser un verdadero ‘artista’. Muchos piensan así, y usted lo niega rotundamente. ¿Cree que entender esa negación solo es posible al verse tocada por un suicidio, o encuentra otro momento en que esto sea comprensible sin pasar por ello?

Pensamos que hay algo bellamente trágico en el suicidio, sobre todo cuando se trata del suicidio de los artistas: Virginia Woolf entrando al agua con los bolsillos llenos de piedras. Pero esta romantización del hecho nos hace olvidar que estas muertes están impulsadas por un enorme sufrimiento, y que en muchos casos implica a una renuncia a una vida que se ama profundamente.

“A veces los libros testimoniales nos hacen olvidar que también son obras literarias”, escribió Héctor Abad Faciolince sobre ‘Lo que no tiene nombre’. ¿Quería escribir un testimonio o una obra literaria?

Digamos que quería escribir un testimonio pero como obra literaria. Quería precisión de la palabra, hondura, complejidad, belleza, aliento poético. Quería honrar la memoria de la valentía de mi hijo y narrar su tragedia de una manera estéticamente conmovedora.

¿Cree en el arte de su libro, o prefiere guardárselo como el resultado de un proceso doloroso, hecho literatura para reencontrar al Daniel que ha perdido, pero que sabe libre?

Creo que el dolor puede ser reconvertido en arte. Y que la palabra permite que lo que ya no es, sea. Por ese pequeño milagro, el de hacer vivir a mi hijo en otros, aunque sea un triste consuelo, valió la pena escribir este libro.

Por Andrea Jiménez J.

Facebook
Twitter
Messenger
Whatsapp
Convierta a El Heraldo en su fuente de noticias
X
COMO REPORTAR A WASAPEA
1. Agrega a tu celular el número de Wasapea a EL HERALDO: +57 310 438 3838
2. Envía tus reportes, denuncias y opiniones a través de textos, fotografías y videos. Recuerda grabar y fotografiar los hechos horizontalmente.
3. EL HERALDO se encargará de hacer seguimiento a la información para luego publicarla en nuestros sitio web.
4. Recuerda que puedes enviarnos un video selfie relatándonos la situación.