Ena Mercado"Los escritores Santiago Gamboa, Carlos Fuentes y Juan Gabriel Vásquez, en diálogo durante el Hay Festival. "

En reciente entrevista del escritor mexicano Carlos Fuentes para la cadena radial RCN, reafirmada durante su intervención en el marco de la programación del Hay Festival en la heroica Cartagena de Indias; expresó algunos de los asombrosos descubrimientos y análisis que ha vislumbrado en su exitosa carrera de escritor.

Presentado; además, entre risas en las preguntas y respuestas por parte de entrevistadores y entrevistado, que a ratos movía la sospecha que estábamos en plena audición de la versión ‘intelectual’ gozona de un programa de cuentachistes. Ya verán por qué.

A la pregunta histórica inevitable sobre las consecuencias del ‘boom’ de la literatura latinoamericana en las décadas de los sesenta y setenta, respondió: “El boom hizo lo que tenía que hacer, recordar un pasado no escrito”. En el Hay dijo algo similar: “Tratamos de recuperar un pasado, de decir lo que no se ha dicho, y lo hicimos”. Es decir, se trata de una literatura de recuperación histórica, noción que riñe con varias tesis: una benévola, que sostiene que se trató de un proceso literario de ruptura modernista, con otra que insinúa pletórica de evidente malevolencia que todo el escándalo se debió al movimiento publicitario de un grupo reducido de buenos escritores auspiciados por sagaces agentes literarios y de los que sostienen; como el escritor cubano Guillermo Cabrera Infante, que el boom fue el estallido de una pompa de jabón perfectamente ingrávida sin mayores consecuencias.

Pues bien, Fuentes, ‘El Maestro’, como lo denominaron los entrevistadores radiales, prosiguió con su tema del boom aduciendo que ellos cumplieron su papel con gran decoro y que ahora, a la nueva generación de escritores, les toca levantar sus banderas y entuertos. Citó, con evidente asombro, que en la reciente feria del libro en París habían más de 40 escritores mexicanos con ganas de publicar en francés. Es posible, que tras esta ecuación simpática francófona, haya un malentendido y no se trate de una conspiración en contra de ‘La Mancha’, ese ficcioso territorio cultural que inventó Fuentes y cuyos exactos linderos se encuentran en los dominios en donde reina soberana la lengua española. ¡Oui, Monsieur, todos los negros parlamos francés!

Sigue Fuentes develando sus opiniones literarias en la entrevista radial. Sobre sus preferencias en los escritores colombianos–aparte de Gabriel García Márquez, claro-, sostuvo que le interesaban Vásquez y Santiago Gamboa, con quienes compartió escenario en la programación del Hay. Allí, por supuesto, se dedicó a promoverlos como uno de los métodos fundamentales para preparar la generación de relevo del boom. Pero solo a sus elegidos, pues a una impertinente pregunta sobre la última novela de Tomas González, expresó tajante: “No, ESO no lo conozco”. Más risas.

Confesó que su libro sobre Carlos Pizarro, líder del M-19 nunca lo va a publicar “pues quedó desactualizado”, como si se tratara de una referencia periodística inmediata y no de la propuesta de un escritor al que se supone no le importan estos asuntos temporales.

Teoría desmentida por el mismo Fuentes cuando sostiene que su libro preferido de todas las épocas es El Quijote, que no es precisamente un relato de caballería cibernética. “La actualidad es más veloz que la pluma”, determina con matemática rigurosidad. Y previene al público lector sobre el lanzamiento de su novela sobre el ‘novedoso’, Federico Nietzsche, en la próxima Feria del libro de Guadalajara.

Fuentes sabe que es grande. Que se encuentra en los manuales de literatura y es objeto de enjundiosas investigaciones y tesis, así que ante la pregunta inevitable–ya lo ganó Gabo y Vargas Llosa, sus compañeros literarios de aventuras en el Boom- sobre el premio Nobel, dice que no le preocupa para nada, pues los suecos son medio ciegos y si no se los otorgaron a la sagrada trinidad de Marcel Proust, Frank Kafka y a León Tolstoi, que se puede esperar de su condición. Uno sospecha que hay algo de verdad en lo anterior cuando expresa: “Nunca leo uno de mis libros, sería un pecado abominable”.

Donde sí resbala Fuentes; y cae, es cuando habla de sus relaciones con el poder. Adulador, como el prologo que le hizo a un libro biográfico sobre el magnate venezolano Gustavo Cisneros.

Igual cuando recuerda el paso de Juan Manuel Santos, Presidente de Colombia, como su alumno en la mítica Universidad de Harvard, muchacho juicioso que tomaba nota en primera fila y que “me enseño mas a mí de lo que yo le enseñe a él. Nos hicimos grandes amigos”, pronosticando en ese momento, como pitonisa de la modernidad, su llegada al solio presidencial.

Por supuesto que ante esta confesión de parte del escritor, uno de los acuciosos entrevistadores, -entre risas y lisonjas- le inquirió sobre el peligro de la cercanía del poder político con la función social crítica de un intelectual, respondiendo dudoso: “En gran medida, es cierto, sí”, considerando que la aproximación de un escritor con el poder es ‘relativa’ y no ofrece peligrosidad alguna para su integridad crítica pues él, como escritor, “no está en el poder sino que trata a gente en el poder de igual manera como lo haría con un peluquero y un taxista”. Risotadas amplias en la galería, pues es evidente que estos dos oficios descritos no tienen la importancia estratégica en el manejo de la sociedad que tienen los políticos; ni tampoco puede conjeturarse como relación ‘neutral’ un pretendido dialogo de acercamiento del poder con intelectuales y escritores, paradigma teórico elucubrado por todo tipo de filósofos que se han asomado a estas resbalosas áreas. ¡Increíble! En el conversatorio del Hay, Fuentes confesó sin ruborizarse: “Soy miembro de una comisión de ex presidentes para buscar la descriminalización de las drogas”. Primera noticia sobre el paso del novelista en la presidencia de México y que explican los límites que ha fijado en su relación con el poder.

Es evidente la ojeriza, también ‘neutral’, que le tiene Carlos Fuentes a Hugo Chávez y al dueto de los hermanos Castro en Cuba, únicos gobernantes con sujeción de cargos en el continente americano, pues considera a Obama –todos los afros tomamos café- por decir un nombre; un gran presidente y candidato seguro a repetir magistratura en Estados Unidos de América, y sobre cuyo gobierno y política internacional, apenas alcanzó a referirse en buenos términos. No le interesa diseccionarlo con un análisis, pues se expondría, supone uno, a serios problemas de visado con la consecuente merma de ingresos por el pago de conferencias, asistencia a festivales, ferias, artículos en revistas y periódicos y ni pensar en clases magistrales en Harvard.

En definitiva, el ambiente de Cartagena no le cayó muy bien a Carlos Fuentes la noche de la entrevista radial, pues el escritor mexicano se encontraba ubicado en su región más trasparente, -como el título de una de sus obras-, confesando sin pretenderlo, parte de su confuso ideario, envuelto en evidentes contradicciones y sosteniendo con desenfado juvenil que “el escritor es un obrero de la palabra”, concepto que no se le hubiera ocurrido al más exacerbado marxista en plenos años sesenta, los mismos tiempos de la revolución cubana, del movimiento hippie de ‘peace and love’, de mayo del 68 en Francia, y del fantástico boom que lo llevó a la consagración literaria.

Ahora, décadas después, Fuentes muestra el natural desgaste que sufrimos los hombres en nuestro periplo temporal. De los antiguos ímpetus solo queda, igual que el explosivo boom, un recuerdo gaseoso. Sobreviven sus buenos libros.

HAY PARA HOY

Juan Gossaín con Juan Gustavo Cobo Borda en conversación sobre El Tuerto López. (Salón Santa Clara, 10:30 a.m.)

Gala del libro favorito con diversos autores del festival. (Teatro Adolfo Mejía, 5:30 p.m.)

Concierto del grupo Frente Cumbiero y Quantic. (Plaza de Santo Domingo 6 p.m.)

Lucho Bermúdez: 100 años de identidad musical en Colombia. Carlos Vives y Daniel Samper Pizano en conversación con
Juan Vicente Contreras. (Teatro Adolfo Mejía 7:30 p.m.)

Por Adlai Stevenson Samper

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