Las elecciones al Congreso del domingo 9 seguramente van a seguir mereciendo una serie de interpretaciones. La de hoy, por supuesto, no agota el tema.
No había concluido el preconteo de la Registraduría cuando se produjo el primer ruido por cuenta de las denuncias del Centro Democrático sobre un supuesto fraude que le habría quitado 250 mil votos y por tanto el primer lugar que mantuvo en los primeros boletines electorales. La Procuraduría le ha pedido a la Registraduría un recuento de los votos.
El expresidente Uribe no ha aceptado el “decoroso segundo lugar” que le reconoció el presidente Santos, en un tono que varios analistas han calificado de irónico. Enojado, Uribe escribió este tuit: “Señor registrador, en la democracia se espera imparcialidad de la autoridad electoral, no que asuma actitud de militante político”.
El registrador Carlos Ariel Sánchez le respondió al jefe del Centro Democrático diciéndole que si busca votos en el preconteo está “en el lugar equivocado”, pues es una labor que se cumple en cuatro horas y en la que intervienen unas 30 mil personas con posibilidades de equivocarse. Serán los escrutinios, ha dicho Sánchez, los que dirán finalmente la verdad.
Pero hay otros temas post-electorales que ameritan un comentario. Por ejemplo, a diferencia de otros departamentos, en el Atlántico los partidos Conservador, La U, Liberal y Cambio Radical impusieron sus liderazgos territoriales en la elección de Senado: los conservadores eligieron con altas votaciones a Roberto Gerlein, Laureano Acuña y Efraín Cepeda; La U, a José David Name, Eduardo Pulgar y Miguel Amín; los liberales a Álvaro Ashton, y Cambio Radical a Arturo Char. Como quien dice, estos jefes políticos hicieron respetar su plaza.
Los candidatos ‘foráneos’ obtuvieron pequeñas votaciones; el único que logró un mejor resultado fue Armando Benedetti, que, aunque bogotanizado hace años, tiene raíces barranquilleras y lazos fuertes con la ciudad.
El Centro Democrático, confirmando que el Atlántico sigue siendo esquivo al expresidente Uribe, obtuvo una votación baja (salió elegido Jaime Amín) comparada con la de los conservadores, La U y Cambio Radical.
Mucho más baja fue la votación que obtuvieron el Polo Democrático y la Alianza Verde. Líderes como Jorge Enrique Robledo, Iván Cepeda, Antonio Navarro y Claudia López alcanzaron votaciones insignificantes frente a la de los candidatos que jugaron de local, lo que indica que estos partidos minoritarios tienen el desafío de promover liderazgos locales fuertes si no quieren seguir siendo partidos de corte centralista.
Estas elecciones han confirmado los preocupantes fallos de la democracia colombiana, habida cuenta las profusas denuncias de corrupción electoral. El reto de los buenos políticos que aún sobreviven en Colombia y que ganaron el domingo es cambiarle la imagen al Congreso, cuyo descrédito institucional bate récords en todas las encuestas que se divulgan. Los ciudadanos esperan del Congreso elegido coherencia, probidad y transparencia. Ni la mejor retórica superará jamás esos indispensables atributos éticos en un cuerpo legislativo.