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"Sería millonario y estrella mundial si jugara ahora": Daniel Edgardo Teglia

La afición rojiblanca lo recuerda por su zurda prodigiosa, sus amagues, gambetas y escapadas por el costado. El argentino estuvo en el club tiburón entre 1981 y 1982 k Luego transitó por América, River Plate, Unión Magdalena y Santa Fe, en donde se retir

Era el típico puntero de raya, hábil, escurridizo, veloz, imparable. Un jabón 'made in' argentina que deslumbraba a la tribuna con sus gambetas, un osado que retaba gigantescos defensores y un francotirador con un certero disparo. Daniel Edgardo Teglia se llama ese zurdo que llegó a Barranquilla con 22 años y fascinó a la afición de Junior entre 1981 y 1982.

'El Avión' Teglia, como lo apodaban, volaba por el costado izquierdo como su coterráneo y pupilo Ángel Di María, "pero con mucha más presencia en el gol", según sus palabras.

EL HERALDO contactó a este recordado exjugador tiburón, que ya tiene 57 calendarios encima.

¿Qué hay de su vida?

Yo terminé jugando en Colombia. Una lesión muy grave me llevó a dos o tres cirugías que me obligaron a dejar el fútbol temprano, después me dediqué a ser entrenador en Rosario Central, que fue el club que me formó, dirigí todas las categorías hasta primera división. Eso fue en 2002, más o menos. Seguí entrenando equipos en el Nacional B, en primera, segunda y tercera categoría. Avancé con algunos éxitos hasta que en 2013 volví al club (Rosario Central) para ser el encargado de todas las inferiores, hasta diciembre del año pasado estuve vinculado como director del fútbol amateur.

¿Ahora en qué anda?

Ando recorriendo en búsqueda de jugadores y nuevos talentos. Siempre he estado vinculado al fútbol, esperando una oportunidad para dirigir profesionalmente de nuevo.Tuve algunas ofertas recientes que no me parecieron adecuadas. Me dediqué en los últimos años a la formación, que es algo en lo que me sentía en deuda con Rosario Central. Sentamos las bases de lo que está haciendo el club ahora, que viene recuperando su prestigio internacional. 

¿Cuáles jugadores destacados del fútbol argentinos pasaron por sus manos?

De la primera etapa, de 1992 hasta 2002, a muchos que han estado en Selección y siguen jugando: 'Chelito' Delgado, Luciano Figueroa, 'Cata' Díaz y Ángel Di María, entre otros. De la segunda etapa, los que están saliendo ahora como Franco Cervi. Hay una buena generación que va a dar de qué hablar.

¿De cuál puede decir: ese es pupilo mío, ese lo descubrí y lo forjé yo?  

Hablar de 'mío' es muy presuntuoso. Nosotros siempre trabajamos en equipo. No quiero caer en protagonismos, conmigo trabajó mucha gente. Todos los equipos con los que ha jugado 'Patón' Bauza en Rosario Central, los hicimos junto a él y Di Leo, otro gran amigo. Esos años de trabajo le dieron a Central una de las etapas más brillantes, con jugadores que le representaron muchos ingresos al club.

¿En qué equipo se lesionó?

El último año que jugué fue en el Santa Fe, en 1986. Jugando ahí tuve una lesión muy grave. Me operó el doctor Ordóñez, un médico que también operaba a toreros en esa época. Me volví a operar un par de veces más en Argentina, en el 87 y 88. Los avances médicos de esa época no eran como ahora, me había roto todos los cruzados, los meniscos, las cápsulas, fue casi una explosión de la articulación, algo muy raro y no pude recuperarme para jugar profesionalmente, muy rápido dejé jugar.

¿A qué edad dejó de jugar?

A los 27 años, muy joven. Estuve mucho tiempo en gimnasio y quirófano y no pude. Yo llegué muy joven a Barranquilla, estuve dos años allá, disfruté muchísimo. De ahí me fui a Cali a jugar con el América, volví a Argentina a jugar en River Plate un año y unos meses hasta que hubo una huelga de jugadores. Ya a los apurones estaba una posibilidad en el Unión Magdalena, jugué ahí en 1985 y en 1986. Terminé mi carrera en Santa Fe.

En Colombia dejó gratos recuerdos…

Tengo los mejores recuerdos de amistad en Barranquilla, fue al primer lugar que llegué en Colombia. Tenía afinidad con la idiosincrasia del costeño, la pasé muy bien, en lo futbolístico y en lo humano. Pude vivir allá un año con mi mamá, en ese momento era soltero. En Junior sentí que tenía una familia. Mi mamá tuvo sus amistades y yo también. Me siento en deuda con la ciudad y el club, me gustaría volver alguna vez para devolver todo lo que hicieron por mí.

¿Quiénes se convirtieron en sus amigos?

A través de esta nota quiero mandarle un saludo a Juan Carlos Abello, quien estuvo un tiempo en Argentina y se hospedó en mi casa. Me acuerdo de 'Kiko' Barrios, Amín Bolívar, 'Lucho' Grau y Alexis Mendoza, que hoy es el entrenador de Junior.

¿Qué recuerda de Alexis Mendoza?

Era un chico muy serio e inteligente para su edad, con un gran futuro y una decisión de transformarse en profesional. Cuando él debutaba a fines de 1982, yo me estaba marchando del club. Desgraciadamente la deuda pendiente fue no haber podido celebrar un título.

¿Ha vuelto a Colombia?

No he vuelto. He ido a muchas partes como entrenador de juveniles, pero a Colombia no. Me encantaría.

¿Sigue al Junior?

Sí, claro, mucho. He estado pendiente en sus campañas internacionales. Es un orgullo haber hecho parte del Junior, me siento parte de la institución. Me encantó mi experiencia allá, en Barranquilla sentí el apoyo y amistad de mucha gente. Yo pasé allá la etapa de la guerra de Las Malvinas, una época dura para nosotros, previa al Mundial de España 82. Tenía 22 años y no me daba cuenta en este momento de lo que estaba pasando con todo eso. Después uno lo valora más adelante. Tengo cuatro hijos, todos hinchas de Rosario Central, y les he transmitido todo lo que significó para mí vivir en Barranquilla.


Junior de 1982. Arriba, de izquierda a derecha: Dulio Miranda, Luis Grau, Alcides Saavedra, Juan Miguel Tutino, Jesús Herazo y Víctor Perez. Abajo, en el mismo orden: Amín Bolívar, Luisao, Daniel Teglia, William Knight y Óscar Bolaño.

¿Fue doloroso vivir lo de Las Malvinas desde acá?

Yo era un soldado reservista. En el 78 terminé mi servicio militar, que era obligatorio. Era una opción ir. La prensa argentina, tal como ocurre ahora, desgraciadamente, con los monopolios adueñándose de la información, decía que iban ganando la guerra. Yo me enteraba de la verdad en Colombia. Cada vez que hablaba por teléfono o recibía una carta, me decían: les vamos a ganar la guerra. Yo no podía creer que todo el mundo estaba engañado. Yo perdí muchos amigos en esa guerra. Si se prolongaba, yo hubiera podido ir. Fueron los soldados clase 62 y yo era 59.

¿Qué recuerda de aquel Junior del que usted hizo parte?

Todo. Fue la primera vez que salí de Argentina, venía de un equipo que había salido campeón (Rosario) y me encuentro con un Junior que también había salido campeón en ese mismo año (1980). Jugábamos así: Delménico, Bolaño, Dulio Miranda, Gabriel Berdugo, 'Toto' Rubio, Galván Reyes, Tutino, Hebert Barona, Perrou o Fiorillo, que alternaban, y yo por izquierda.

Sus principales socios eran Hebert Barona y Adalberto Perroud…

Sí. Nos tocó hacer muchos goles, el octogonal del 81 estaba difícil, fue un torneo muy duro. Junior tuvo una gran levantada, pero en un par de partidos muy discutidos con 'el Chato' Velásquez de árbitro, se nos escapó la final, que finalmente la ganó Nacional. Junior quedó de tercero. Era un equipo para salir campeón, Hebert Barona recién llegado, Perroud marcando muchos goles, Fiorillo entrando como alternativa, Galván, Reyes y Tutino. Era un gran equipo.

¿Muchas fallas arbitrales?

Ufff… Jugamos un par de partidos en Barranquilla que dirigió 'el Chato' Velásquez y se nos enredó el título. Nacional nos empata con un penal que no existía, la falta fue en la media luna y dando tumbos, el jugador cayó en el área. Increíblemente pitaron penal, fue algo alevoso. Con ese empate nos igualó o nos pasó Nacional en la tabla. Después en un partidazo 4-3 ante Tolima, también nos dieron pito.

¿Con quién se entendió más futbolísticamente en Junior?

En el tiempo que estuvo Perroud era muy fácil porque él era un centrodelantero, yo llegaba jugando por la izquierda y le tiraba el centro. Sabía capitalizar muy bien. Luego llegaron un par de brasileros, Luisao y un zurdo, cuyo nombre se me escapa ahora. Fiorillo, William Knight. Había buenos socios.

Usted era el típico puntero izquierdo, con mucha habilidad y velocidad…

Como los que decía 'Pancho' Villegas. Era muy rápido y le pegaba fuerte al balón. Eso me facilitaba todo. En esa época se jugaba 4-3-3, y yo estaba abierto por izquierda. Tuve la posibilidad de hacer muchos goles, varios de tiro libre; desbordaba. Tenía muy buenos compañeros que me habilitaban. Siempre estuve bien rodeado en Junior, incluso en el equipo de jóvenes como Amín Bolívar, Mario Coll y Juan Carlos Abello. A ellos les gustaba tocar, lo sabían hacer, era fácil jugar.     

Dicen quienes lo vieron que usted era incontrolable por la izquierda.

Los amigos y exjugadores de esa época decimos que todos seríamos millonarios y estrellas mundiales si jugáramos ahora mismo. Lo único malo es que no hubiera podido ir a Junior, eso no lo cambio, eso me gustó.

¿El anti-Teglia era el marcador derecho samario Tony Salja, del Unión Magdalena?

¡Ooohhh! Hubo unos duelos tremendos entre Tony Salja y yo. Era bastante rápido. Había unas de cal y otras de arena con él. A veces ganaba yo, a veces ganaba él. Después lo traté bastante porque terminó jugando en Junior. A Pedro Blanco también.

¿Qué otro lateral lo marcaba bien?

Había muchos duelos, todos los equipos tenían un jugador que se distinguía. Tony era el de Unión Magdalena, pero estaban también Pachón, del Cali; y Luna, de Nacional. A 'Chonto' Herrera también lo enfrenté. En los clásicos contra el Unión el duelo era frente a Salja. 

¿Y Salja lo marcaba sin patadas?

Sí, al contrario, era muy noble, cuando había una jugada fuerte pedía disculpas. En realidad la mayoría de los jugadores eran así, no había tanta prensa diciendo que se tenía que ganar a cualquier costo. No se veía tanto la mala intención, en Colombia se jugaba con nobleza.

¿Cuál fue el jugador que más le pegó en Colombia?

Cuando Acisclo Córdoba y yo jugábamos en la delantera, en el Junior de 1982, con un 4-4-2, los centrales te pegaban más porque eran más fuertes y torpes con su contextura física. Miguel Prince, 'El Gringo' Palacios, Reyes. Se reciben más patadas en el medio, jugando de espaldas. En el costado yo era muy rápido, jugaba perfilado, adelantaba la pelota y era difícil que me aguantaran, y cuando te pegaban era una amonestación segura.

¿Su estilo se asemeja al de Ángel Di María?

Sí, parecido, pero yo tenía mucha más presencia en el gol, hacía muchas diagonales, encaraba y pateaba muy fuerte. Los tiros libres me daban goles. Antes no se bajaba tanto, tenía que pensar en atacar. Gabriel Ochoa Uribe, en el América, me hacía bajar a cumplir funciones defensivas y eso me hacía perder presencia ofensiva, desgastaba mucho.

¿Cuál jugador lo sorprendió?

Alexis Mendoza, Willington Ortiz, Freddy Rincón, 'El Pibe' Valderrama, Didí Valderrama. Había muchos jugadores brillantes. Me acuerdo de John Édison Castaño, que no llegó a tener la trascendencia que mereció. Era un jugador diferente. Compartí con 'El Pitufo' De Ávila, que era extraordinario. Y se malograron muchos porque no tenían la formación y disciplina adecuada. 

¿Es cierto que usted se decepcionó del Junior tras jugar el primer partido?

La impresión me la llevé porque nos hicieron unos goles tontos en un partido ante Tolima que teníamos para ganar, en Ibagué. Vi a un equipo cansado. Yo estaba joven y decía: tenemos que atacar. Juan Carlos Delménico me calmó y me dijo: este equipo se planta firme en cualquier terreno, quédate tranquilo. Yo siempre concebí el fútbol de manera ofensiva, así lo sentía. Tutino, Delménico y Dulio me calmaron.

Usted fue el primer jugador de Junior transferido al América en los 80…

Sí, en ese momento se había alejado Fuad Char del equipo y estaba encargado Orlando Víctor Daccarett. No sé por qué me vendieron. Me avisaron cuando ya todo estaba consumado. Después vi que empezaron a llegar más jugadores de Junior a América. Jugador que se destacaba en Barranquilla, se lo llevaba el América.

¿Quiénes lo dirigieron en el Junior?

Marcos Coll, Néstor Manfredi, Othon Dacunha (interino) y 'Papi' Peña (interino). El 82 fue un año de recambio, llegó Manfredi, se fueron jugadores de experiencia como Delménico y debutaron bastantes chicos. Junior no peleó los torneos de esa temporada. Después llega Jorge 'El Indio' Solari en el 83, pero yo ya estaba en el América, que armó un equipo de figuras para pelear la Copa Libertadores. Sin embargo, Gremio fue el ganador. América llevó a Willington Ortiz esa vez y quedamos campeones en Colombia, pero Junior peleó hasta el final con nosotros.

Usted vino soltero a Barranquilla. ¿Cómo le fue con las mujeres?

Muy bien. De lo más lindo de Colombia y la ciudad. Siempre era responsable con respecto a los partidos. Los días que tenía libres los disfrutaba, los aprovechaba en playa, saliendo. Juan Carlos Abello me presentó muchas amigas y tengo el recuerdo de muchas. Era muy joven en esa época. Había muchas mujeres lindas, alegres y buenas compañeras. Luego me casé e hice una buena familia, quiero mucho a mi esposa y a mis cuatro hijos.

¿Qué anécdotas recuerda?

Me tocó vivir situaciones muy duras, una de ellas fue cuando fuimos a jugar a Bucaramanga (11 de octubre de 1981 en el estadio Alfonso López), peleando la clasificación y ocurrió una desgracia. Ganamos el partido 2-1 y entró la gente a la cancha, hubo cuatro  muertos (30 heridos) y un lío bárbaro. Me acuerdo que escuchábamos los tiros desde el vestuario. Cerraron todo. Como a las dos horas salimos escoltados y vimos gente fallecida en medio de la trifulca. Eso me marcó mucho. Como entrenador trato de restar drama al fútbol, sacarle eso que a veces el periodismo exagera. Un partido no es matar o morir, uno no se juega la vida, eso es todo mentira. Uno tiene que jugar para la alegría de la gente, no debe ser desgracia. Si un partido termina con un muerto, el fútbol no sirve para nada.

¿Qué otro recuerdo tiene?

La alegría de conocer a Hebert Barona, uno de las personas más graciosas que he conocido en mi vida. Si usted hubiera escuchado los diálogos que tenían 'Orejita' Núñez y Hebert Barona, harían un programa semanal de dos horas por televisión, era tremendo, había que tirarse al suelo de risa. Era impresionante escuchar a un costeño y un vallecaucano utilizando palabras que yo aún desconocía. Eran la alegría del vestuario. 'Orejita' era filósofo, sabio y humorista. Yo tenía 22 años y él me contaba la historia de Junior con su perspectiva de que primero estaba el equipo y después el mundo.

¿En ese Junior hubo peleas entre compañeros?

Con Juan Carlos Delménico, que era el líder. Yo era muy travieso y él me quería concentrar en su casa. Yo me negaba y me le escapaba. Me llevaba por la fuerza. Había una eterna discusión. Yo salía a disfrutar y a pasear por ahí. Yo estaba acostumbrado a esa vida. En los entrenamientos siempre estaba bien y de primero, físicamente estaba fuerte y podía darme esos lujos. Me gustaba disfrutar del juego y la vida. Si uno se tiene que privar de muchas cosas para disfrutar de algo, no tiene sentido. Eso el costeño lo tiene. Me molesta cuando se critica a muchos brasileros por eso, esa es su forma y su esencia. Yo viví mi juventud de esa forma, entrenaba bien y disfrutaba de la vida. 

¿Delménico lo regañaba?

Yo me le escapaba. Le mentía, le decía que tenía un compromiso y me iba.

¿Usted con quién vivía?

Con Perroud, los dos solos. Perroud tenía una novia, la trajo al año siguiente y se casaron. Yo tenía una vida diferente, de soltero.

¿Se enteró de la muerte de Édgar Perea?

Sí. Me contó Juan Carlos Abello, yo hablo mucho con él. Tengo los mejores recuerdos del 'Negro'. Es uno de los relatores más grande que escuché. Tenía esa frase que ha recorrido el mundo: gol de tu Junior Barranquilla, ¡qué maravilla! Esa la conoce cualquiera, hasta un esquimal. Marcó una época.

 ¿Cómo lo apodaban acá?

A veces me decían 'el Avión'. Una vez me causó mucha gracia algo que leí en EL HERALDO. Era una noticia de judiciales que decía: 'Atraparon al 'Teglias'. Y resulta que era un ratero que habían bautizado así porque era muy rápido como yo. Arrebataba una cartera y salía corriendo (risas).  Estábamos concentrados viendo el diario, porque todos los futbolistas leen noticias, son muy vanidosos, queremos ver qué dicen los periodistas. Los que dicen que no ven la prensa son mentirosos, a todos nos interesa saber qué opinan de nosotros.

Habla bastante de periodismo…

Yo durante cuatro o cinco años tuve una cátedra de fútbol en la facultad de periodismo de la universidad. Yo la dictaba en primero y segundo año. Me impresionó escuchar a muchos hablando de insertarse en el mercado, como si la información fuese un producto de mercadería.     

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