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Caterine Ibargüen recibió ayer de manos del brasileño Roberto Gesta de Melo, miembro del Consejo Directivo de la IAAF, la medalla de oro que la acredita como campeona del mundo de triple salto, la primera de este metal que obtiene Colombia en 14 ediciones de los campeonatos del mundo.

Las notas del himno colombiano resonaron en el estadio Luzhnikí de Moscú en honor de la nueva campeona, que el jueves se alzó con el título con una marca de 14,85 metros.

Con la melena suelta a ambos lados de la cara y recogida arriba con una diadema, Ibargüen subió al podio vestida con el chándal rojo del equipo y cantó, emocionada, la letra del himno colombiano escoltada por la rusa Ekaterina Koneva, que recogió la medalla de plata, y de la ucraniana Olha Saladuha, bronce.
Se trata de la tercera medalla para Colombia en Mundiales y la segunda personal de Ibargüen, que ya había subido al podio como tercera en Daegu 2011, donde Luis Fernando López se había colgado otra del mismo metal en 20 km marcha.

Bronce mundial en 2011, plata olímpica en 2012 y oro mundial en 2013. La trayectoria de esta colombiana de 29 años ha hecho cumbre después de batallar durante casi un decenio con todo tipo de saltos: longitud, altura y triple.
'Sé que (la medalla de oro) va a ser la primera de muchas porque ésta es la prueba de que sí se puede', dijo Ibargüen tras su victoria.

Ibargüen, que en los Juegos Olímpicos de Londres se colgó la medalla de plata en salto triple, compagina el deporte de alto rendimiento con el estudio de la enfermería, carrera en la que piensa hacer una maestría si se lo permiten los entrenamientos para los Olímpicos de Río 2016, en los que sueña con el oro.

Su grado de enfermería lo recibió el pasado 12 de junio de la Universidad Metropolitana de Puerto Rico a donde llegó en 2008 gracias a un beca deportiva que en su momento no alcanzó en su país.

Salir de Medellín, la capital de Antioquia, donde vivía hasta entonces, le cambió completamente la vida, porque fue en la isla caribeña donde conoció a su entrenador, el cubano Ubaldo Duany, quien le devolvió la confianza en sí misma que había perdido al no clasificarse para los Juegos Olímpicos de Pekín 2008. Con Duany encontró otra senda en el atletismo porque cambió las competiciones de salto alto, en las que llegó a alcanzar una marca de 1,93 metros, por la de salto triple, con las que se ha consagrado.

'No fue fácil dar ese salto pero finalmente decidí seguir el consejo de mi entrenador', manifestó Caterine Ibargüen, quien es el ejemplo de muchos niños colombianos. EFE