Huracán electoral
En medio de la conmoción nacional que ha dejado a un país polarizado, enemistado y divido, con una incertidumbre inmensa que aún no termina y que se ha generado por la ausencia de una contrapropuesta seria y correcta por parte del No representado por el uribismo, quedan sinsabores poselectorales que no se pueden dejar pasar. Al Caribe colombiano no solo lo excluyeron de la formulación del Acuerdo Final, que fue definido por líderes del centro del país desde su concepción bogotana de Colombia, sino que además les importó poco que sus ciudadanos, quienes enfrentaban una tremenda calamidad pública por el fenómeno natural del huracán Matthew, no pudieran votar el plebiscito aprobatorio del Acuerdo.
La cifras de abstención lo dicen todo. En el departamento de Magdalena y en Atlántico solo votaron el 24% de los ciudadanos habilitados, en Bolívar solo el 23% y en La Guajira el 19%. Pensarían algunos que fue un acto de apatía política o flojera electoral, pero las noticias locales y el desastre natural provocado demuestran otra cosa. El domingo, día de jornada electoral, el Consejo Departamental de Gestión de Riesgo de Desastres declaró calamidad en el Magdalena por el número de personas damnificadas en seis municipios del departamento y en Santa Marta, el cual ascendía a 73.000 personas. En Sucre alrededor de 400 familias resultaron damnificadas por las inundaciones, en la Alta Guajira se tuvieron que cancelar la jornada electoral en 15 puestos de votación donde podían votar 31.000 ciudadanos, y ni hablar de las emergencias de Barranquilla y Puerto Colombia que impidieron la normalidad de la jornada electoral a muchos de sus ciudadanos.
¿Dónde quedó entonces el voto del Caribe colombiano? Ignorado por las autoridades electorales, por el Gobierno y por la oposición, a la cual fue la que más le resultó conveniente la escasísima participación de la región en las votaciones. El voto es la máxima exteriorización de la voluntad ciudadana dentro de la democracia, su principal herramienta de participación y de control, y en Colombia toda una región se vio gravemente afectada por un fenómeno natural el pasado domingo, y como si no importara la agenda del proceso de paz ahora se define sin tener en cuenta la verdadera voluntad del sur del país. Miles de ciudadanos no pudieron votar, quisieran hacerlo o no, en el plebiscito porque sus puestos de votación estaban inundados, sus casas en peligro y las vías de acceso parecían ríos tomándose las calles de los municipios. Ganara el Sí o el No, lo cierto es que una decisión “popular” donde no se tuvo en cuenta la imposibilidad de votar de miles de ciudadanos, no puede ser legítima a la luz de una democracia moderna. No se puede seguir relegando al Caribe de decisiones que afectan de manera significativa a la región, y menos aún, privar a sus ciudadanos de sus derecho efectivo a votar.
@tatidangond
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