El Heraldo
Autoridades dicen que reactivación de este flagelo obedece a los golpes de la fuerza pública al narcotráfico y al contrabando de combustible.
Cesar

La sombra del secuestro persigue al Cesar

Cuatro personas, de las ocho plagiadas este año, permanecen en cautiverio.

Cuando se creía que era un mal superado, el temor vuelve a reinar en el Cesar por causa del secuestro. Ocho personas han sido víctimas de este flagelo en lo que va del año en el Departamento, cuatro de las cuales siguen en cautiverio, de acuerdo con  lo reportado por las autoridades.

La alerta se ha generalizado, especialmente en los municipios del sur, donde se ha perpetrado la mayoría de los plagios.
La Policía reveló que algunas  estructuras del ELN y bandas criminales estarían detrás de la reactivación de un delito que  estaba “desaparecido” en este territorio, pero que deja un mal recuerdo de épocas aciagas cuando daba miedo andar por las carreteras o llegar hasta las fincas.

De acuerdo con el informe ‘Una verdad secuestrada’ de la firma Cifras y Conceptos entregado el año pasado, entre 1970 y 2010, un total de 2.618 personas fueron secuestradas. De la lista hacían parte ganaderos, agricultores, comerciantes, empresarios y políticos, entre otros, todos con fines extorsivos. Era la forma más efectiva de la guerrilla de fortalecer sus finanzas.

Hubo familias que padecieron más, al punto que hasta cuatro integrantes de un mismo hogar fueron víctimas de los grupos del ELN, las Farc, y los paramilitares, estos últimos, al mando de los vallenatos Ricardo Palmera, alias ‘Simón Trinidad’ y de Rodrigo Tovar, alias ‘Jorge 40’, respectivamente.

Cuando no se pagaba la exigencia económica a cambio de la liberación, las fincas eran dinamitadas y el ganado sacrificado.

“Uno nunca se repone de algo así”

El exalcalde de Valledupar Elías Ochoa Daza y sus tres hermanos, Víctor, Eliécer y José María Ochoa, fueron cuatro de los cientos de secuestrados en el Cesar.

“Lo peor que le puede pasar a una persona después de la muerte, es el secuestro”, dice Ochoa, quien fue plagiado junto con su hermano mayor, Eliécer, por el frente 41 de las Farc el 22 de abril de 1998, cuando visitaban una finca de su familia en el municipio de El Paso, al centro del Cesar.

“Estuvimos a disposición de ‘Simón Trinidad’ unos siete meses, a mi hermano lo liberaron cinco días antes que a mí, luego de una negociación económica con la guerrilla”, recordó.

 El 28 de noviembre de ese mismo año, un mes después que liberaran a Elías, el frente 6 de Diciembre del ELN secuestró en la vía Valledupar-Río Seco a Víctor Ochoa, el tercer hermano, que en la incursión de abril había logrado escapar de las Farc, tras ser avisado por un escolta que la guerrilla se había metido a la finca. Fue liberado el 28 de junio de 1999, luego que su familia hiciera un pago millonario.

 Poco antes de la Semana Santa del año 2.000, el mismo frente 6 de Diciembre secuestró al hermano menor de los Ochoa, José María, quien cayó en poder de los guerrilleros cuando visitaba una propiedad rural cerca de Valledupar, permaneció tres meses en cautiverio. Y cuando aún no se reponían de los secuestros de la guerrilla, el 13 de enero de 2002, nuevamente fue plagiado Víctor Ochoa Daza, esa vez por el Bloque Norte de las Autodefensas al mando de Rodrigo Tovar Pupo, alias ‘Jorge 40’. Lo estaban esperando en su finca en El Paso, permaneció ocho meses en poder de los paramilitares, y también pagaron por su liberación. Hoy, cuando se registra una reactivación del flagelo, los Ochoa, al igual que todos los empresarios del campo, no esconden su preocupación con el solo hecho de pensar que se repitan estas historias. “Todos estamos atemorizados con lo que está pasando, porque uno no sabe en qué momento lo están esperando en la finca, o en qué momento van a llegar”, aseguró.

“Alguien decía que lo que está pasando ahora es peor para el campo que el fenómeno de El Niño, y yo lo comparto, porque de los efectos climáticos uno se repone, pero del secuestro no se recupera nadie”, indicó. Cifras oficiales revelan que en la décadas de los setenta, ochenta y noventa, en Valledupar fueron cometidos 737 secuestros. Y a comienzos del 2000, un total de 348 en Aguachica, 229 en Curumaní y 126 en Pelaya. Los principales autores fueron las Farc y el ELN.  Estas mismas estructuras han regresado a la actividad, con el agravante que están vinculadas bandas criminales.

“Estar en cautiverio, una impotencia inmensa”

Roberto Lacouture, un empresario del sector agrícola, fue secuestrado por el frente 41 de las Farc, al mando de ‘Simón Trinidad’, el seis de octubre de 1989. Ocurrió en una trocha entre el municipio de Becerril y el corregimiento La Loma, al centro del Cesar, luego de salir de una finca de su propiedad en la zona.

Durante 87 días estuvo en poder de los guerrilleros que lo subieron a la serranía del Perijá, donde era sometido a extensas caminatas, pasando incluso la frontera con Venezuela, para esquivar a las Fuerzas Militares de Colombia, que desarrollaban operaciones en el área.

Su familia fue otra de las más golpeadas en el Departamento. Unos 50 parientes suyos también cayeron en poder de la subversión. “Para mí el secuestro es una abominación creada por el hombre, es una impotencia inmensa estar en cautiverio”, indicó.

“Me aferré a Dios y a mi familia en esos casi tres meses retenido en contra de mi voluntad, lo peor es que después de ser liberado, otros grupos guerrilleros me siguieron extorsionando, fue una época muy dura, a finales de los 80 y comienzo de los 90, dinamitaban las fincas, mataban el ganado y uno no podía desplazarse hasta sus propiedades por temor a caer en manos de la subversión”, precisó.

Dijo que cuando lo secuestraron cultivaba algodón, sorgo y empezaba una siembra de mango, pero todo eso quedó atrás, durante los días en cautiverio. “Eso me afectó mi trabajo, la tranquilidad de mi familia y nuestra economía”, sostuvo.
“Es una historia que no queremos repetir”, dice al indicar que ya se está generando temor por la presencia de grupos guerrilleros y secuestros en el Departamento. Manifestó que “nos sentimos desamparados por el Estado que quiere cobijar a los guerrilleros que tanto daño le hicieron a Colombia, mientras que los que sufrimos, los que perdimos todo, como mi familia que le dinamitaron fincas, sacrificaron y robaron más de 700 reses, recibimos migajas”.

Hoy, Roberto Lacouture sigue visitando sus cultivos, hace parte de la directiva de la Federación Nacional de Cerealistas, y había vuelto a vivir tranquilo, pero ahora también le preocupa la reactivación de este flagelo que parece perseguir al Cesar.

Según el secretario de Gobierno del Cesar, Alais Habib, la hipótesis que manejan es que se trata de una forma de “financiarse”, tras los golpes que la fuerza pública viene asestando al narcotráfico y al contrabando de combustibles. “Los operativos se han intensificado, pensamos que recurren ahora al secuestro para fortalecerse económicamente”, precisó.

Recompensa por autores de los cuatro que siguen en cautiverio

Desde Aguachica, donde ayer presidió un consejo de seguridad, el presidente Santos anunció una recompensa de $40 millones a quienes suministren información sobre los secuestradores de las cuatro personas que siguen en poder de la guerrilla y las bandas criminales, de las ocho plagiadas este año en el Cesar. Estas son: Luis Alvernia, ganadero, plagiado el 17 de enero en Curumaní; Jorge Rojas, comerciante que se canjeó por su padre plagiado el 25 de agosto en Aguachica; Eugenio Villegas, ganadero secuestrado el 13 de septiembre en zona rural de Tamalameque y Luz Estela Rodríguez, comerciante, a quien se llevaron el 21 de septiembre en Pelaya.  Según el Gaula, el ELN tendría en su poder a Alvernia, a Villegas y a Rodríguez, mientras que delincuentes, a Rojas.

Santos indicó ayer que estos secuestros se deben a que los grupos criminales han visto afectadas sus finanzas por la “apretada” que les está dando la fuerza pública. “Es un delito que no vamos a permitir ni en el Cesar, ni en ninguna otra parte de Colombia”, anotó.

Consuelo Araújo Noguera, otra víctima de las Farc

Mañana se cumplen trece años de la muerte de Consuelo Araújo Noguera, La Cacica, secuestrada y asesinada por las Farc. Consuelo cayó en un retén de ‘pesca milagrosa’ de la guerrilla el 24 de septiembre de 2001 cuando regresaba de Patillal a Valledupar.

Cinco días después, tras una intensa persecución del Ejército a los subversivos que la tenían, fue hallada sin vida en un paraje en la parte alta de la Sierra Nevada de Santa Marta.
Mañana lunes serán los actos de conmemoración por la muerte trágica de la exministra de Cultura y gestora del Festival de la Leyenda Vallenata. Ella, una de las mayores impulsoras del vallenato, logró unir al folclor con la política, tanto, que hasta su casa de Valledupar llegaban Presidentes de la República, embajadores, ministros del despacho, gobernadores y alcaldes, para hablar sobre política al ritmo de acordeón.
Al momento de su secuestro y asesinato, Consuelo estaba trabajando en su gran sueño: la construcción del Parque de la Leyenda Vallenata, que hoy lleva su nombre.
 

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