Qué pena, y ahora todos están preocupados por los problemas que se veían venir, no hablemos tanta ‘ñoña’. Quien escribe, desde mi infancia participo en el carnaval del pueblo, bailé cumbia y fui partícipe de la Guacherna, aquella que se practicaba un jueves antes de la Batalla de Flores. Los grupos de cumbiambas con sus miembros salían desde las sedes en los distintos barrios desfilando y bailando, demostrando jerarquía y experiencia, amor a la tradición, exponiendo la humilde vestimenta y, en la mochila, lo esencial, tabaco y ron, velas pa'l mechón y cualquier refrigerio que compartíamos con nuestra pareja danzante, nuestra reina en cada paso de orgullosa cumbiambera,
En el Paseo Bolívar, a las 6 de la tarde y en tarima, empezaba la competencia folclórica supervisada por la Oficina de Cultura y Turismo dirigida por el gran historiador Alfredo de la Espriella, creador del Museo Romántico. Para escribir sobre el carnaval de Curramba y sus eventos, tenemos que remontarnos a sus orígenes, rituales y tradición hoy ausentes en los programas del hoy carnaval, dirigido y ‘desorganizado’ por neófitos en la materia, sin respeto al sentir de los verdaderos hacedores de la festividades, el pueblo, pero ese pobre pueblo no tiene voz ni voto .
Dejaré para otro día la continuación referente a los bochornosos episodios públicamente registrados en los medios televisivos, radiales y periodísticos titulados como el robo a nuestra cultura vernácula.
Arturo López Viñas