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Por una vía ferrea la comunidad de Triana transporta la caña, que luego servirá para preparar el viche. Mery Granados
Turismo

El viche, la bebida que conserva el sabor del Pacífico

El Congreso aprobó el proyecto de ley que reconoce, impulsa  y protege la bebida ancestral  Cuatro departamentos hacen parte de la ruta donde se puede degustar.

Nariño, Cauca, Chocó y Valle del Cauca tienen en común el “don del sabor”. A los cuatro departamentos del Pacífico los une una vasta riqueza natural, cultural, turística y gastronómica.

Precisamente el viche, considerado “el sudor de la caña”, es uno de los atractivos que se impulsa en estos territorios. A cuestas, la bebida lleva la resistencia y las tradiciones de las comunidades negras del Pacífico.

“El viche lo transformamos en diferentes bebidas; está presente desde el nacimiento y hasta la muerte”, cuenta Rosmilda Quiñones, reconocida matrona y miembro del comité Destila Patrimonio.

La bebida alcohólica, elaborada a partir de la caña nativa, es sinónimo de vida al interior de cada comunidad. Es usada como medicina tradicional y como base para la producción de otros licores.

Maestros yerbateros o parteras aprovechan el viche para curar heridas, sanar mordeduras de culebras y hacer “sobijos” que sacan el mal de ojo y el espanto.

Es usada, además, para los cólicos y, mezclado con ajo, para el control de los parásitos. También facilita, a las mujeres de las comunidades, la concepción de hijos.

“Los más viejos antes de hacer cualquier actividad en las mañanas se toman un trago como si fuera su tinto, para ellos significa una bebida que los fortalece y que los protege en el monte contra las picaduras de culebras”, asegura Milady Garcés, presidenta ejecutiva de la Cámara de Comercio de Buenaventura.

Una partera tampoco puede asistir un parto si antes no se bebe un trago de viche.  “Si no lo hace, ni trae al bebé ni salva a la mamá”, testifica Garcés, mientras explica que en el Pacífico este conocimiento ancestral se transmite de generación en generación.

La comunidad de Triana, en el Valle del Cauca, utiliza el trapiche para obtener “el sudor de la caña”. Mery Granados.

Reivindicación

El misticismo y la prohibición no han sido ajenos en el origen de esta bebida. En el pasado, las comunidades que destilaban la bebida eran perseguidas a tal punto que se les quemaban sus alambiques.

El mismo Gobierno desconocía esa manifestación. No permitía la práctica y menos su consumo, por eso debían adentrarse en la manigua (terreno pantanoso y cubierto de maleza) para realizar el proceso y no ser descubiertos.

“La Corte reconocía los destilados de las comunidades étnicas indígenas, es decir, que se configuraba en un acto discriminatorio para los afros y cualquier otra etnia del país”, sostiene Garcés.

Sin embargo, con el proyecto de ley aprobado por el Congreso de la República, esa situación cambiará. Ahora se reconoce, impulsa y protege tanto el viche como sus derivados.

“Es el reconocimiento a una práctica ancestral que, durante siglos, nuestras comunidades del Pacífico han desarrollado y lo que queremos es que sea reconocido como un licor de sello colombiano, patrimonial y artesanal”, expuso la ministra de Cultura, Angélica Mayolo.

Espíritu del pacífico

El licor es un elemento fundamental en la vida cultural, espiritual y económica del Pacífico. Es compartido también en las mingas, así como en las fiestas patronales y festivales.

Aunque es difícil calcular cuántas familias viven del destilado, según la Asociación de Productores y Transformadores del Viche del Pacífico colombiano, se estima que lo hacen entre el 10 % y 15 % de las comunidades que habitan las cuencas de los ríos del Valle, Chocó, Nariño y Cauca.

Zaperoco, Tumbacatre y Pipilongo son algunas de las presentaciones de la bebida alcohólica.

El epicentro de promoción y comercialización es el Festival Petronio Álvarez, pero su consumo se está extendiendo a lugares como Cali, Buenaventura, Bogotá y Medellín. “A partir del viche se han dado muchos derivados como la crema de viche, La tomaseca o el Tumbacatre. Vemos en el viche un gran potencial de generar desarrollo económico a nuestras comunidades y de mejorar sus prácticas productivas. Queremos que el país conozca el viche como patrimonio cultural inmaterial y como una bebida totalmente colombiana”, expresó la ministra Mayolo.

Convertido en ley

El Ministerio de Cultura no solo está acompañando el proceso de implementación de la Ley del Viche, sino la declaratoria del plan especial de salvaguarda (PES)que va a permitir establecer una hoja de ruta de largo plazo para acompañar a todas las comunidades en la etapa de cultivo, producción y comercialización de la bebida que se convierte en una fuente de ingresos y desarrollo económico sostenible.

“El reto que nos queda es mejorar la capacidad de producción y las condiciones sanitarias de producción de las comunidades para que sean ellas las que puedan obtener su registro sanitario por parte del Invima, el registro de marca, la denominación de origen y a través de eso poner el viche en cualquier establecimiento del país”, agrega la ministra.

El Plan Especial de Salvaguardia del Paisaje Cultural Vichero será presentado este mes al Consejo Nacional de Patrimonio Cultural (CNPC) para su inclusión en la Lista Representativa de Patrimonio Cultural Inmaterial del ámbito nacional.

Para comprender la importancia cultural del viche y sus necesidades de protección y manejo se deben entender las condiciones geográficas e históricas que le dieron su origen y que lo han mantenido y enriquecido a través del tiempo.

En definitiva las comunidades del Pacífico esperan que así como el mezcal en México alcanzó su máximo reconocimiento, el viche logre establecerse como el producto por excelencia de sus comunidades.

La ministra de Cultura, Angelica Mayolo, junto a los sabedores del viche, en Triana, Buenaventura. Mery Granados.
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