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Entonando versos, Juan Manuel Santos inaugura el Festival de la Leyenda Vallenata

Dio a conocer que recientemente el gobierno radicó un proyecto ante la Unesco para declarar el vallenato como Patrimonio inmaterial de la Humanidad.

Con un sentido homenaje a Gabriel García Márquez, Diomedes Díaz, Leandro Díaz y Alfonso López Michelsen, el presidente de la República, Juan Manuel Santos, inauguró en la noche de este martes el Festival de la Leyenda Vallenata en su versión número 47.

Santos agradeció a compositores, a las participantes y  al pueblo vallenato su aporte para la realización del evento.

Al iniciar su discurso dijo: Traigo un recado para ustedes, uno que escribió Rafa Escalona y que cantaron los hermanos Zuleta, y que dice más o menos así:

“Gabo les manda de Estocolmo un poco de cosas muy lindas:
una mariposa amarilla y muchos pescaditos de oro.
Gabo sabe lo que les agrada. Por eso él les manda conmigo
el perfume desconocido que tiene un olor a guayaba.
También les manda...
las mariposas amarillas de Mauricio Babilonia”

Expresó su emoción y nostalgia al ir a Valledupar con la memoria viva de Gabo, a quien dedicarán memorias y homenajes en el desarrollo del festival.

El mandatario indicó que tanto Gabo como Diomedes, Leandro y Alfonso López dejaron su corazón y su alma en Valledupar y la mejor forma de recordarlos es con vallenato.

“Quien más vallenato que Gabo  y su obra cumbre “Cien años de Soledad”, que era un vallenato de 350 páginas. Con su trabajo, Gabo  agradeció su inspiración ala vallenato y ahora lo despedimos con acordeón, guacharaca y caja, que sabía tocar de la mejor forma”.

Santos indicó que García Márquez decía “que los vallenatos fueron hechos para contar cantando y cuando escuchamos el acordeón se nos arruga el sentimiento”.

También aprovechó para homenajear al Cacique de la Junta y al presidente Alfonso López Michelsen.

Este fue su discurso:

Queridos amigos vallenatos:

Traigo un recado para ustedes, uno que escribió Rafa Escalona y que cantaron los hermanos Zuleta, y que dice más o menos así:

“Gabo les manda de Estocolmo un poco de cosas muy lindas:
una mariposa amarilla y muchos pescaditos de oro.
Gabo sabe lo que les agrada. Por eso él les manda conmigo
el perfume desconocido que tiene un olor a guayaba.
También les manda...
las mariposas amarillas de Mauricio Babilonia”

¡Qué emoción y qué nostalgia al mismo tiempo venir a Valledupar, venir a este Festival Vallenato, con la memoria viva del más grande colombiano y uno de los mayores amantes del vallenato de nuestra historia: Gabriel García Márquez!

Hoy es, sin duda, un día de memorias y de homenajes, y así como hablaré de Gabo, hablaremos también de otros tres grandes del mundo vallenato: Diomedes Díaz, “el Cacique de la Junta”; el maestro Leandro Díaz, y el presidente Alfonso López Michelsen.

Todos ellos dejaron su corazón y su alma en Valledupar.

A todos ellos los recordamos, los lloramos y los celebramos de la mejor manera que quisieran: ¡a ritmo de vallenatos!

¡Y quién más vallenato que Gabo, nuestro Nobel, quien decía que su obra cumbre, Cien años de soledad, no era otra cosa que un vallenato de 350 páginas!

Gabo le agradeció siempre su inspiración al vallenato. Reconocía que fueron sus cantos los que le abrieron los ojos, porque ellos narraban las historias igual que su abuela, y así luego él las contó al mundo.

Por eso no nos extraña que en sus novelas hable de Francisco El Hombre o del mismísimo Escalona, o que inicie El amor en los tiempos del cólera citando los versos de “La diosa coronada”.

Por eso ha sido el único escritor en la historia que invadió a Suecia, en su más frío invierno, con un ejército de vallenatos que calentó el ambiente, y que llenó de sones y emoción los elegantes salones de la ceremonia Nobel.

Por eso también lo despedimos –en México, en Bogotá, en todos los rincones de Colombia– con cantos de esta tierra caribe; con acordeón, guacharaca y caja, esa que –por cierto– sabía tocar muy bien, así como cantaba con afinada entonación.

Gabo decía que los vallenatos habían sido hechos para “contar cantando” y que cuando escuchamos el acordeón “se nos arruga el sentimiento”.

¡Eso es verdad! Eso es lo que sentimos todos.

Por eso hoy, desde este Parque de la Leyenda Vallenata que lleva el nombre de esa buena amiga suya –y también mía– que fue la Cacica Consuelo Araujonoguera, vamos a brindarle a Gabo –el inmortal, el parrandero, el vallenato, el mamagallista– el más sentido y el más cariñoso de los aplausos.

*****

Pero no paran aquí los homenajes…Un día 22 del año pasado se nos fueron dos grandes: ¡se nos fueron los Díaz!

Leandro Díaz, el poeta ciego de la canción vallenata, partió el 22 de junio, y medio año exacto después, el 22 de diciembre, Colombia entera se sorprendió con la noticia de la muerte de Diomedes Díaz.

¡Qué orgullo haber estado aquí, en el Festival de hace tres años, en el 2011, cuando le rendimos homenaje a Leandro Díaz y también a Lorenzo Morales, que nos dejó ese mismo año!

¡Qué privilegio haber podido cantar con él esos versos de “Matilde Lina” que jamás olvidaremos!

“Un mediodía que estuve pensando
en la mujer que me hace soñar,
las aguas claras del río Tocaimo
me dieron fuerzas para cantar”.
¡Y qué decir del Cacique de la Junta!

El vallenato le debe un homenaje de admiración y de cariño a este artista que lo llevó a las más altas cumbres de la creatividad y que lo hizo popular –más que ningún otro– en Colombia y más allá de nuestras fronteras.

Sus canciones son himnos que habitan en la memoria y en el alma de millones.

¡Quién no ha cantado a voz en cuello, quién no ha bailado “Oye bonita”, “Mi biografía”, “La primera cana”, “El cóndor herido” o “Tu cumpleaños”!

Y no solo esas canciones de su autoría, sino muchas, muchísimas más, de otros compositores, que se hicieron famosas en su voz, como “Amarte más no pude” o “Tú eres la reina”.

Por eso Diomedes, con gratitud decía:

“La llevo en el alma prendida,
a toda mi fanaticada,
y el día que se acabe mi vida
les dejo mi canto y mi fama”.

Y tenía razón, porque si algo cultivó Diomedes fue a su fanaticada, a esos millones de admiradores que todavía hoy no pueden creer que se haya ido.

Y ahora que estamos en Valledupar, en la tierra de la Virgen del Rosario, la tierra de la Cacica y de las pilanderas, quiero aprovechar para hacer un homenaje –con las palabras de Diomedes–, desde suelo vallenato, a todas las mujeres de Colombia y a las mujeres de Valledupar.

¡Y que me acompañen los hombres con estos versos!

“La mujer nace para ser querida.
La mujer es la dueña del amor.
La mujer es dueña del corazón
de los hombres que existen en esta vida”.

Me han contado que hay muchas mujeres este año que buscarán las coronas en los concursos de acordeón y de canción vallenata inédita. ¡Ojalá que nos den una sorpresa!

¡Y nos queda un último homenaje!

Hace unos minutos tuve la alegría de inaugurar en la plaza principal de Valledupar un busto escultórico de un personaje –que no fue cantante ni compositor– pero que fue un vallenato de corazón, querido y recordado como pocos en esta tierras: el presidente Alfonso López Michelsen, cuyos 100 años de nacimiento conmemoramos el año pasado.

El “pollo” Lopez, como le decían por estos lados –de quien me honro de haber sido amigo–, no nació acá pero era el orgulloso nieto de Rosario Pumarejo Cotes, una gran mujer caribe.

A él le debemos la creación de este departamento del Cesar, del que fue su primer gobernador, y de este Festival Vallenato, que fundó con Escalona y con la Cacica.

No había festival que no contara con su presencia, embebido en los vallenatos y las buenas conversaciones.

Y miren lo que decía López… Él decía que “con los acordeones y cantando vamos a lograr la paz del país”.

¡Ojalá sea así! Y ojalá más pronto que tarde escuchemos en nuestros pueblos –como él soñaba– solo acordeones, solo música, solo alegría, y nunca más el dolor y el llanto de 50 años de conflicto.

¡Para eso estamos trabajando! Y estoy seguro, podría jurarlo, que el presidente López Michelsen –como la inmensa mayoría del país, como el pueblo caribe y vallenato– estaría al lado nuestro, apoyando, impulsando este esfuerzo de paz que estamos haciendo.

Muchas gracias al Congreso que ordenó por ley la realización de este busto, muchas gracias al Ministerio de Cultura que la financió, y muchas gracias a la maestra Julia Merizalde, que esculpió la figura del presidente López, para que esté donde más le gustaba: ¡a la sombra de un palo e‘mango de Valledupar!

Él se sentiría muy contento al saber que el aeropuerto que lleva el nombre de su padre, Alfonso López Pumarejo, lo hemos modernizado para dejarlo a la altura de esta capital.

Ya está en servicio una moderna sala de embarque climatizada, un área de entrega de equipaje también climatizada y la plazoleta de comidas con nuevo mobiliario, y esperamos que la totalidad de las obras estén finalizadas antes de terminar este semestre.

Aquí estaremos, Dios mediante, para inaugurarlas.

Y les tengo una buena noticia para la música vallenata.

Estamos empeñados en que el vallenato llegue a ser un patrimonio inmaterial de la humanidad, y hoy puedo decirles que vamos avanzando en ese objetivo.

El vallenato tradicional es –desde noviembre pasado– patrimonio cultural inmaterial de Colombia, y les cuento que ya radicamos –el 20 de marzo– ante la Unesco su postulación para que entre a la Lista de Salvaguardia Urgente de esta organización.

Vale decir: ¡ya hicimos la tarea! Ahora nos resta esperar que el comité intergubernamental de la Unesco tome una decisión en su reunión del próximo año.

¡Y vamos a lograrlo, claro que sí!

El Gobierno hará todo lo que esté en sus manos, y tenemos a los mejores embajadores en el más allá –como Gabo, como Leandro, como Diomedes, como López– que nos van a ayudar a que el vallenato alcance estatus universal y sea protegido por el mundo.

¡Mejor agenciados no podemos estar para otro milagro vallenato!

Queridos amigos de Valledupar y de la música vallenata:

Hoy vengo acá como presidente, pero más que nada vengo como otro colombiano más, admirador y aficionado a los cantos del Valle de Upar.

Por eso –más que hacer recuentos de lo mucho que estamos haciendo por esta región, como pueden dar fe el señor alcalde y el gobernador– hoy he querido hablar de vallenatos y de sus mayores exponentes, de esos que hoy merecen nuestra gratitud y nuestro recuerdo.

Y termino con unos versos del Cacique de la Junta –¡de quién más!– para decir que nos honra formar parte de un país que tiene a grandes en el arte, a grandes en el deporte, a grandes en la ciencia, a tanta gente buena que merece la paz y merece la felicidad.

“Vivo orgulloso como todo colombiano
de ser cultor de las cosas más bonitas,
como Escalona, García Márquez y Obregón,
y como Botero, el que pinta las gorditas”.

¡Gracias Diomedes Díaz! ¡Gracias Leandro Díaz! ¡Gracias Alfonso López!

¡Y gracias, muchas gracias, gracias eternas, a Gabo, nuestro Gabo magistral e inolvidable!

En honor a ellos, ¡declaro oficialmente instalado el 47 Festival de la Leyenda Vallenata!

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