El príncipe Carlos se inclinó ante el cariño de los cartageneros
Sorprendió ayer al pueblo con su calidez y decisión de romper el protocolo en repetidas ocasiones, para compartir más de cerca con los transeúntes.
Ni la Guardia Británica, ni las más de 10 personas de protocolo que acompañan al príncipe Carlos para todos lados en su visita a Colombia, fueron suficientes para detener al heredero al trono en su afán de saludar al pueblo cartagenero.
Como si se escabullera de su mismo personal de seguridad, el Príncipe de un momento a otro cambió su ruta. Tenía que subirse a una camioneta blindada que lo esperaba a las afueras del Museo del Oro, donde fue invitado a una muestra artesanal ayer a primera hora, y sin previo aviso apartó a su propia escolta y se dirigió a las más de 20 personas que le gritaban desde las vallas que acordonaban el lugar: ¡Príncipe Carlos, bienvenido a Cartagena!
Pero la ‘buena fortuna’ para estos desprevenidos espectadores no se quedó en un simple saludo a la distancia. El segundo al mando del Reino Británico les dio la mano, se tomó foto con ellos y hasta conversó con algunos más ‘suertudos’ como Nubia Gómez, una caleña que cautivó a su majestad con su sonrisa.
¿De dónde vienes tú? Le preguntó el Príncipe de Gales a la sonriente mujer, quien buscando ayuda del traductor le contestó: “Yo soy de Cali, una bella tierra que tiene que visitar”.
La duquesa luce el sombrero vueltiao.
Su acercamiento. El cálido saludo del Príncipe al pueblo cartagenero fue secundado por su esposa. La Duquesa Camila, no se quedó atrás, rompió el estricto protocolo en el que tanto insistía la comitiva de la Embajada Británica, y saludó también con un fuerte apretón de manos a las personas que la llamaban como “princesa”.
“Así es que debe ser, no hay nada mejor que la gente sencilla y humilde”. Decía con autoridad una vendedora ambulante que también fue saludada por el Príncipe, pero esta vez en horas de la tarde, y durante su salida del Museo Naval, donde participó en una conferencia junto al presidente Juan Manuel Santos, sobre la necesidad de crear océanos sostenibles.
En este segundo encuentro con los cartageneros, el heredero a la corona fue más allá. No solo volvió a dejar ‘locos’ a los integrantes de su seguridad al acercarse mucho más a la gente, esta vez sin vallas que lo protegieran, sino que recibió una guayabera y una escultura que le regalaron cuando se trasladaba caminando desde el Museo Naval hacía la residencia de la familia Santo Domingo.
Al ritmo de Lumbalú. Los tambores de Palenque y La Boquilla retumbaron fuertes en la Plaza de Bolívar para darle la bienvenida a la visita real a Cartagena. 18 niños y 6 profesores de la Escuela Cabildo sacaron lo mejor de su repertorio para cautivar con la magia de la música afro, la música del Caribe, a su majestad el Príncipe y la Duquesa de Cornualles.
Uno de los protagonistas de esta bienvenida al ritmo del tambor Pechiche, fue John Carlos Gómez, el pequeño de 12 años que cantó para la pareja real ‘Los niños de La Boquilla’, y que aunque no logró “sacarles unos pasecitos” en medio de su canción, si los hizo mover sus pies y sus cabezas con su emotiva interpretación.
Para John el encuentro con el Príncipe fue mejor de lo que esperaba. “Me gustó más el Príncipe que el presidente Obama, el Príncipe me pareció más alegre, más expresivo”, aseguró el pequeño músico que tiene en su admirable hoja de vida como artista haber tocado para el presidente de Estados Unidos en la pasada Cumbre de Las Américas.
Al final de la presentación, John y sus compañeros le obsequiaron un tambor alegre a Príncipe, qué él pidió le enseñarán a tocar. “Si me lo regalan me tiene que ensañar a hacerlo como ustedes”, le dijo entre risas, el miembro de realeza al director de la Escuela Cabildo, Rafael Martínez.
Su alteza observa la máscara de tigre hecha en Galapa.
