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El cantautor español Alejandro Sanz, durante el concierto que ofreció anoche en Bogotá. Efe
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Alejandro Sanz le dio a beber de su 'Sirope' romántico a Bogotá

El español volvió a la capital del país, tras dos años, en el marco de su actual gira de conciertos, para cantar en la Autopista Norte. Este martes se presentará en Medellín.

“De niño tuve un sueño...”. Esa primera confesión incompleta, proyectada en las panatallas fue la bienvenida de Alejandro Sanz, aunque muchos no lo notaron.

Lo que sí vieron todos fue cómo el sábado en la noche, como liderando una tropa circense, el español Alejandro Sanz, luego de dos años, se subió a un escenario bogotano para presentar lo mejor de su repertorio, no solo con la dosis de éxitos románticos, sino con las nuevas canciones como aperitivo.

Escoltado por su decena de músicos, hombres y mujeres por igual, el cantautor madrileño arribó a la tarima del Centro de Eventos Autopista Norte de jeans y blazer negra, y una camiseta que dejó estampado su amor por la ciudad: ‘I love Bta (Bogotá)’ se leía en ella. Frases de Colombia, tierra querida,  de Lucho Bermúdez, fue lo primero que entonó Sanz en el primer concierto que dio en el país en el marco de su gira Sirope. Mañana será el turno de Medellín.

El silencio de los cuervos, tema que se desprende de su más reciente producción discográfica, fue el primero de una selección de temas dedicados al amor en todas sus formas, a la esperanza y, tal vez sobre todo, a la armonía. “Que no nos quede lejos

El momento en que cambiemos el humo por suspiros”, cantó, luego de esa  especie de himno compuesto por Bermúdez, como un guiño, si se quiere, al proceso de paz que vive Colombia.

Justo después, vino la primera invitación de la noche. “Este es su concierto. Disfrútenlo como quieran, yo no les voy a decir nada. Prométanse cosas imposibles. Hoy es la noche para hacerlo”, pronunció Sanz a modo de saludo

De inmediato, un clásico. Quisiera ser fue la primera que le arrancó gritos a los cerca de cinco mil fanáticos que se congregaron para al español, quien se acordó también de canciones más contemporáneas, como No me compares y La música no se toca, de su anterior disco.

Fue entonces cuando el tiempo rebobinó para, entre la euforia, escuchar –y corear– Amiga mía, Mi soledad y yo y Y, ¿si fuera ella?, en un medley que combinó tres de los máximos éxitos del de Madrid.

Un solo de guitarra demostró la habilidad del cantautor también como instrumentista en una bulería aplaudida por el público. Ahí hizo subir Sanz a Chabuco el escenario para cantar Labana. Camino de rosas  y Un zombie a la intemperie culminaron con la primera parte de un concierto que dejó claro que el español no solo tiene letras, sino voz, y que una gran banda de músicos lo respalda en una puesta en escena íntima y mínima, pero contundente.

“Lo nuestro fue muy lindo mientras duró”, exclamó el artista antes de despedirse en medio de acalorados gritos que se lo impedían. Llegó el turno de Looking for a paradise y No es lo mismo...

...Y se hizo la oscuridad en el escenario, luego de una rápida despedida, pero al cabo de unos cuantos minutos volvió la luz, un halo amarillo, para enfocar al Sanz más romántico de la noche, quien sentado al piano, interpretando Lo ves, consiguió reafirmar su vigencia luego de más de dos décadas en la música.

Así, desde 1995, voló una década con A que no me dejas, la ranchera desgarrada de Sirope, y Capitán Tapón, el más reciente sencillo del mismo álbum, dedicado a su hijo Dylan, de cuatro años.

Los juegos visuales que pusieron a dar vueltas al dibujo animado de Bob Esponja en las pantallas del escenario, así como las luces de neón parpadeantes, completaron una coreografía junto al saxofón y clarinete y sus respectivos intérpretes, quienes cerraron el tema a modo de banda sonora de un programa de Tv infantil.

Y con el ánimo más arriba posible, el español se acordó, de la manera más moderna posible, de Pisando fuerte, su primer gran éxito.  Un juego vocal con sus músicos le dio al tema una versión discotequera que sirvió para cerrar dos horas completas de show, de la misma manera como empezó: uno a uno, instrumentistas y vocalista, la tropa circense, bajando de por el frente del escenario.

Volvieron a aparecer, en fondo negro y letras blancas, dos frases en las pantallas, las que tampoco vieron demasiados. “...ese sueño era estar aquí con vosotros. Y hoy se ha hecho realidad”.

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