Con Inteligencia Artificial se logra finalizar la Sinfonía N. 8 de Schubert
La experiencia humana ayudó en el proceso creativo.
Es ineludible el impacto significativo que año tras año han ido generando los avances de la tecnología en la vida de las personas. Una prueba de ello se vio en el Centro Cultural Roberto Cantoral, en Ciudad de México.
Allí los presentes fueron testigos de cómo el poder de la Inteligencia Artificial, combinado con la experiencia humana, pudo darle un final a la pieza Sinfonía N. 8 inconclusa del artista Schubert.
La tecnología del móvil Huawei Mate 20 Pro y el talante del compositor y ganador del premio Emmy Lucas Cantor fueron los precursores de este proyecto, logrando la composición del tercer y cuarto movimiento que faltaba.
“El proyecto nos tomó seis meses, aproximadamente. La IA del celular me iba dando una serie de melodías largas y fui seleccionando las que consideraba. Así que de esta manera pude construir lo dos movimientos faltantes en la composición. Tengo que admitir que para mí fue un gran reto”.
Ya con el producto culminado Alondra De la Parra interpretó lo logrado en compañía de la Orquesta Filarmónica de las Américas.
“Para mí la Sinfonía de Schubert tiene tanta melancolía como melodías hermosas y nostálgicas. Cuenta con cierta tragedia y ahora con la aportación que le hizo Lucas, tiene muchas facetas. Él logró que el tercer momento continuara nostálgico y el cuarto un poco más ligero, con un final optimista”, dijo.
Por su parte, David Moheno, director de Relaciones Públicas Huawei Latam, expresó que para la compañía este proyecto ha sido “una obra maestra”. Además, la IA es una tecnología fundamental para la multinacional, porque “es un catalizador para el progreso humano, pues mejora la calidad de vida del consumidor”.
El concierto
Frente a un auditorio colmado, músicos vestidos de negro sostenían instrumentos de percusión y cuerdas que engalanaban el escenario por el marrón de la madera.
Al inicio los instrumentos sonaron de manera sincronizada para saludar al público. Luego, la maestra Alondra ingresó con paso firme a la tarima, se ubicó en la peana y de frente al público, tomó una posición erguida.
De manera casi que inmóvil, se presentó con una sonrisa para dar paso al acto. De espalda acomodó las partituras, tomó la batuta y se inclinó a su derecha moviendo brazos y manos que coordinaban el principio de la gran pieza.
Durante el espectáculo, los movimientos suaves por instantes y otros fuertes de la artista indicaban a los miembros de la orquesta el aumento y la desaceleración de cada melodía, manteniendo expectante a los asistentes. Al finalizar la interpretación los aplausos continuos y las ovaciones no se hicieron esperar. Por último, invitó a Lucas Cantor, quien se unió en escena y también fue vitoreado por la audiencia.