El Heraldo
Sucre

La vida en clausura, un ejemplo de aislamiento

En estos momentos en los que en el mundo le buscan frenar el paso al contagio que ya cobra la vida de miles de personas en el mundo las autoridades han ordenado el encierro obligatorio, pero muchos no lo acatan.

En el mundo hay una población que está acostumbrada a vivir aislada o en el llamado “encierro”, tan de moda por estos días de la pandemia por el COVID – 19. Se trata de las monjas de clausura de las que Sincelejo tiene 12.

Están en el Monasterio Santa María del Rosario ubicado en el barrio El Progreso, zona sur de la capital sucreña y a ellas se les conoce como concepcionistas. Esta Orden de la Inmaculada Concepción fue fundada en 1.484 por santa Beatriz da Silva. Su clausura es estricta y, lejos de verla como algo a lo cual se resiste el común de la gente, para ellas es un regalo de Dios y un carisma que se acompaña con la vida contemplativa, la permanente oración.

En estos momentos en los que en el mundo le buscan frenar el paso al contagio que ya cobra la vida de miles de personas en el mundo las autoridades han ordenado el encierro obligatorio, pero muchos no lo acatan.

Las monjas de clausura que están en la zona sur de Sincelejo llevan años encerradas, salen por turnos, muy esporádicamente, y a lo estrictamente necesario, aunque una de ellas tiene la asignación de funciones externas,  es decir, se encarga de realizar diligencias que no ameritan la presencia de las demás.

Como a diferencia de otras religiosas estas no se ven, ni siquiera en el interior del Monasterio hasta donde es permitido el ingreso de un particular, se podría pensar que además de la oración permanente ellas no hacen más nada, pero no es así porque sin la ayuda de estas hermanas en muchas diócesis las comunidades se verían en apuros para conseguir hostias, vino para consagrar, ornamentos sacerdotales, panecillos con recetas de la misma santa Beatriz y muchos trabajos de filigrana, disciplina y amor.

Ellas, que conocen cómo es vivir dentro de un lugar sin salir de él, led envían a los ciudadanos unos consejos a la luz de la fe para vivir provechosamente este aislamiento.

Lo primero en lo que hacen énfasis es en que “Dios todo lo permite para bien de quienes lo aman” (Rm 8,28).

Agregan que “no están solos. Toda la vida consagrada, en especial las monjas de clausura, como usualmente se nos llama, los estamos acompañando con nuestras oraciones en estos tiempos tan difíciles”.

Seguramente te preguntarás: -“¿Por qué me lo da ahora?” Y una posible respuesta puede ser: como vivimos afanados y encerrados en las obligaciones que tenemos por hacer “nos hemos acostumbrado a estar de aquí para allá en el cuerpo y en la mente. El hábito de ser ´viajantes´, tanto así que olvidamos dedicarles tiempo a los seres que amamos”.

Tiempo de valorar y agradecer                    

Agregan que este es un tiempo de gracia, aunque sea un momento difícil. “Es una oportunidad que te da el Señor para compartir con tu familia, para hacer aquello que siempre quisiste hacer y no pudiste por tus obligaciones. Es recordar tiempos antiguos, como volverte a encontrar en la mesa para comer, para orar juntos, ver televisión en familia; es el momento que se te concede para valorar a quienes tienes a tu lado, porque hoy los tienes y mañana no sabes si será así; momento para agradecer a Dios por ellos, por los alimentos que se te conceden y que otros quizás no los pueden disfrutar como tú ahora; es un tiempo para valorar y agradecer…”.

“Como te puedes dar cuenta, todo cambia de acuerdo con la forma de ver las cosas. Lo importante es ver la vida con ojos de fe; no quiere decir que te vas a olvidar de la situación actual por la que está pasando el país y el mundo, no. Quiere decir que debes aprovechar este tiempo como una oportunidad de Dios y que además debes también orar y preocuparte por los que están más afectados por este virus; debes tomar precauciones para ti y los demás, acatando lo que nos digan las autoridades civiles. Te daremos unas sugerencias de cómo puedes aprovechar este tiempo: lo primero que debes hacer para vivir este aislamiento sin perder la paz es obedecer y aceptar la situación con madurez, no tomar lo que se nos dice que hagamos como si fuera una imposición, sino que, por el contrario, es algo que se hace por nuestro bien y el bien de los demás”.

“Lo segundo es que hagas un horario en familia donde puedan todos colaborar y sentirse útiles, un horario donde saquen tiempo para lo que dijimos anteriormente: orar en familia (rezar el santo rosario), jugar, lavar la loza, cocinar, asear la casa, compartir la comida, charlar juntos, aprovechar los momentos juntos sin utilizar el celular, que puede obstaculizar la comunicación con el más cercano, etc…”.

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