Partos en casa: una elección para traer vida
Mujeres han retomado la práctica ancestral en la actualidad .Madres y parteras relatan su experiencia Profesionales de la salud plantean los factores influyentes en este acto.
El desarrollo de un feto en el vientre de una mujer da lugar a la llegada de una nueva vida en el planeta. Acontecimiento que es considerado por muchos como un suceso trascendental, fascinante y único que dejará una huella impregnada hasta el final de sus días.
Cuando se acerca el momento de que un ser se libere de la placenta de su madre y conozca por primera vez el mundo terrenal interfieren en la mujer un sinnúmero de emociones que se concentran en el método del nacimiento y las acciones que se derivan de este.
Y es que la atención de un parto hace varios años solo se daba en el hogar.
La vivienda era el espacio idóneo para realizar el procedimiento en mujeres que incluso no llegaron a tener ningún control médico en su etapa de gestación. Es allí donde nace la figura de las llamadas comadronas o parteras, mujeres especializadas en atender un nacimiento y acompañar a la gestante en su etapa previa y posterior.
La gran mayoría aprendió empíricamente a través de saberes ancestrales que se convirtieron en una tradición asistente de vidas.
Pese a los avances científicos y la aparición de la obstetricia con especialistas formados para esta área, aún se mantienen los deseos de tener un parto en casa.
Los servicios de salud evolucionaron y atender un nacimiento en el hospital significó un alivio para aquellas que no contaban con la atención de una partera, mientras otras manifestaban con certeza continuar con la práctica ancestral, un método más común de lo que muchos podrían imaginar, en el que la decisión suele tomar fuerza en el instante que se confirma el embarazo.
De esta manera, es considerada una tendencia direccionada a nunca acabar. Es así como la práctica entre famosas podría constituirse en un factor influyente en otras mujeres en la actualidad.
El reciente nacimiento del primer bebé de la cantante Evaluna en su hogar fue una de las noticias con mayor interacción en redes sociales. Además de ella, personalidades como la actriz Michelle Renaud, Pamela Anderson, Jessica Alba, la modelo de Victoria’s Secret Giselle Bundchen, Gigi Hadid y Cindy Crawford también optaron por el procedimiento en su vivienda.
Ser partícipe del acontecimiento desde una clínica o una casa es indescriptible para la madre y sus acompañantes.
Sin embargo, Adriana Loaiza determinó que no había mejor lugar para sostener por primera vez a su hijo en brazos que su hogar.
A sus 32 años es madre de dos niños que no lloraron por primera vez en la sala de un hospital, sino en el cálido ambiente de su casa.
Loaiza recuerda cuando adecuó el espacio con mantras y música a través del acompañamiento constante de su esposo.
“La experiencia fue tan reconfortante porque se manifiesta todo el poder que se siente como mujer”, relató la joven madre.
Adriana pudo experimentar un vínculo inigualable con la llegada de su primera hija en la que el tiempo de espera fue de 24 horas, y tres años más tarde tuvo la oportunidad de repetir el imponente suceso en un parto que pudo culminar en cuatro horas y media, siendo ella la primera en tocar el cuerpo de su segundo bebé.
Para llevar a cabo este acto se deben abordar ciertos factores que se deben tener en cuenta en el instante de la realización de la práctica.
Uno de ellos es el acompañamiento de una partera desde el inicio de la gestación, aspecto del que gozó Adriana en todo su proceso y del que agradece haber hecho parte por el control emocional que desarrolló durante su añorado momento.
“Hay mujeres que emocionalmente no están listas para parir en casa. Si una mamá tiene un excesivo miedo, todo se cierra”, indicó.
La investigación y conocimiento de la temática se convierten en dos pilares claves para tomar una decisión que no tiene reversa y en el que el trabajo en equipo logra el éxito de esta fase.
“Entre más conocimiento tienes, puedes tomar mejores decisiones. Me centraba en conectarme con lo que mi más profundo ser me estaba diciendo que era lo más correcto para mí y para mi bebé”, dijo.
Silvana Loaiza también encontró en el parto en casa una alternativa para vivir un alumbramiento placentero que estuviese alejado del caos de una ambulancia o un hospital.
Con la satisfacción de haberse educado incansablemente antes de someterse a esta práctica, Silvana se preparó desde su casa en el barrio El Prado para recibir a su segundo hijo.
Escoger a las personas que serían testigos de la llegada fue uno de las acciones que más disfrutó la mujer, ya que no tuvo un aforo limitado que le impidiera estar rodeada de sus seres queridos en una de las etapas más importantes de su vida.
“Me eduqué antes de hacerlo y cuando llegó ese día fue muy especial. Se trata de velar por mi bienestar y el de mi bebé. Fue un parto muy bello porque yo escogí a las personas que quería que estuvieran en mi parto”, expresó.
Para Silvana, parir ancestralmente es una de las prácticas que deben seguir vigentes en cada una de las madres que desee elegir de qué manera quiere vivir el nacimiento de su bebé en medio de una travesía que recorren durante nueve meses.
“Me encantaría que más mujeres supieran y sintieran ese llamado de parir ancestralmente porque el contacto y la relación que después de eso se tiene con el bebé es única y maravillosa y a nivel físico es aún más ventajoso”, sostuvo.
Una profesión fundada desde el corazón, la solidaridad, el apoyo y la esperanza. Así se denomina la labor de unas parteras que a lo largo de la historia se han convertido en un factor de controversia para quienes dudan de la seguridad que se imparte en este tipo de procedimiento.
Es por esto que el aprendizaje y el entrenamiento que debe hacer parte de cada historial es fundamental para que no exista una desilusión mortal.
Así lo entendió Ernestina López, una mujer que a sus 73 años recuerda con nostalgia y alegría el cúmulo de emociones que evidenció con cada una de sus pacientes, cuando teniendo 23 años ya sabía lo que era traer una vida al mundo.
En el municipio de Riosucio (Chocó) dio sus primeros pasos en la enfermería, carrera en la que conoció a los médicos que la instruyeron para atender un parto. Desde allí supo que estaba preparada para ser la comadrona de cualquier mujer que solicitara sus servicios.
Una tarde en Barranquilla se llenó de valentía para atender un parto que no aceptaba una espera en el hospital. A Ernestina le manifestaron que a la mujer le habían dictaminado un parto por cesárea que en sus manos pudo salir naturalmente sin mayor riesgo.
El hecho representó un asombro para el médico que esperaba la llegada de la paciente al centro de salud. Por lo tanto, decidió preguntar: “¿en qué clínica parió?”, a lo que Ernestina responde entre risas: “En la clínica mía”.
Los saberes ancestrales heredados por su madre y bisabuela produjeron que ella misma atendiera el nacimiento de sus dos hijos, momento que para Ernestina tuvo más valor que lo que representa el oro para las minerías.
“Fue algo inconfundible, hermoso, que nunca en mi vida repetiré, pero que llevo en mi corazón para siempre recordar”, expresó.
El dinero era lo que menos la impulsaba a ejercer este oficio, pues nunca quiso cobrar por ofrecer el servicio. Ella solo quería ayudar a todas aquellas que padecían el calvario de no contar con un acceso a la salud.
“Nadie me pagaba, los atendía por ayudar y era satisfactorio”, dijo.
Recorriendo el barrio La Sierrita, ubicado en la localidad Metropolitana, se halla Danilsa León, una partera que aún está a disposición para continuar impartiendo esta labor.
Sus 43 años de experiencia le permitieron atender a sus nietos en casa y haber asistido más de 150 partos efectuados en su mayoría en el barrio El Bosque, suroccidente de la ciudad.
Danilsa también fue formada por un médico y recuerda cuando preparaba sus utensilios e iniciaba uno de los actos que más disfrutaba realizar.
“Yo recuerdo que aprendía rápido las cosas. Esto era lo que a mí me gustaba. Cuando uno quiere su profesión, uno aprende rápido”, dijo.
Agua caliente, guantes, toallas, desechables, gasas y tijeras eran elementos infaltables en el bolso que solía portar a cada lugar que se dirigía porque desconocía en qué momento se podría presentar una emergencia en una calle y ahí estaría ella, lista para recibir una nueva vida.
Aquellos partos que ya tenía planeados, solía cobrarlos entre 75 mil y 100 mil pesos.
Tiene 66 años y su memoria aún se mantiene reluciente. Se traslada al pasado y evoca con fervor aquel hombre que asistió por primera vez y vio salir del vientre de su madre gracias a su atención.
Actualmente tiene 50 años y lo ve transitar por su vivienda casi todos los días.
“Me sentí contentísima, me alegré, se me salieron lágrimas. Me consideré valiente, era mi primer parto y lo hice de maravilla”, expresó.
Un regocijo de emociones sale a flote cuando una mujer que desea ser madre se entera de la anhelada noticia de que su vientre está fecundando un feto que comienza a amar desde ese instante.
Sin embargo, son múltiples las dudas que se generan durante esta etapa. Es allí donde las doulas hacen su aparición, un término que no debe confundirse con la función de las parteras, ya que una doula apoya y acompaña emocionalmente el proceso de maternidad, brindando información y herramientas para llevar un embarazo en óptimas condiciones.
Clary Marulanda se desempeña desde hace cinco años como una doula, siendo testigo de cada una de las experiencias distintas y genuinas que llega a tener una mujer pre y postparto en casa.
Para Marulanda, no es un debate que los partos deban realizarse en un hospital o una casa y por ello resalta el deseo y la libertad que debe asumir una mujer en este acontecimiento.
“El parto va a ser fluido en la medida que nos sintamos seguras y hay mujeres que no se sienten seguras en la clínica y hay mujeres que no se sienten seguras en casa, y eso debe respetarse”, indicó.
Ella ha podido evidenciar el misterio de la naturaleza ante la perfección del cuerpo de la mujer y del bebé, en el que nace la admiración y valentía por quien lo encarna.
De esta forma, ella acompaña a la mujer en sus nueve meses de gestación y está presente para vivir la finalización de “la dulce espera”.
“Le ofrecemos agua caliente, miramos que todas las condiciones se den. Cuidamos los equipos de la partera, que tenga a la mano todo lo que necesita tener y ayudarla. Estamos al servicio de los deseos de la mujer y de respetar la fisiología del parto”, manifestó.