Arte

Los artistas de Killart se toman el Malecón y el Aeropuerto

En homenaje a las migraciones y al cuerpo sanitario de la ciudad y con el estilo de los 8 artistas participantes, se pintan igual número de murales.  

Desde el 23 de septiembre los artistas de Killart trabajan bajo el sol y la amenaza de lluvia constante. Además del overol, tapaboca y pinturas, cuentan con escaleras, mano de obra de ayudantes y una plataforma o ‘brazo’ elevador para pintar las superficies más altas. Todos están al tanto del cambio de circunstancias que trajo la pandemia; en el sexto festival de Grafiti y Arte Urbano de Barranquilla, Killart, los artistas no interactúan de cerca con el público, que sólo puede observarlos desde las vallas que limitan su espacio.

“El arte urbano es movido, y el Festival debe responder a ese movimiento que tiene la calle”, dice Dave Beltrán, cofundadora del evento y encargada de la producción artística. En esta edición pandémica decidieron que la cuota de participantes estuviera compuesta sólo por creadores locales o residentes en la ciudad y su área metropolitana.

Killart es el primer evento no virtual que realiza la Alianza Francesa desde marzo. El próximo 30 de septiembre dejará a la ciudad cinco murales ubicados en la calle 78a con vía 40, uno en la calle 72 con vía 40  y dos en el aeropuerto. Estos tres últimos homenajean al equipo sanitario y a la vida migratoria de Barranquilla.

“Contamos con artistas locales que están haciendo unas obras excelentes; también tenemos una agenda académica para formación”, recordó el director de la Alianza Francesa, Fréderic Robinel, en referencia a las charlas virtuales que se desarrollan en paralelo a la pintada de murales. Además de los talleres y charlas, el viernes pasado se estrenó In situ, muestra colectiva disponible en el espacio virtual de la Alianza y que reúne parte del trabajo de los participantes.

Algunos artistas

Luis Amaris tiene 45 años y participa por primera vez del Festival. Es tutor de la Escuela Distrital de Arte y el  muralista de mayor edad en todas las ediciones del evento. A su cargo tiene una pared en el corredor de 5 paredes de la sección “Calle Killart” con una obra de 16 m x 6 m (como todas las de este escenario).

“La obra que estoy desarrollando parte de una gestualidad, una mancha que es supeditada y espontánea al mismo tiempo. Comienza con manchas sueltas y se alimenta de la investigación que hago sobre el medio ambiente y las maquinarias”, dice Amaris.

Su interés por el ensamblaje, que también práctica, se reconoce en pinturas donde se superponen formas y volúmenes. “De niño me gustaba desarmar cosas y armar. Reconstruir y construir es algo que me interesa”.

A los 11 años empezó a hacer parte de un grupo de boy scouts. “Me reencontré con la naturaleza desde entonces. Como humanos parece que estamos inmersos en otro mundo y nos olvidamos que venimos de la naturaleza”, dice Luis.

Vivir donde se pinta
Luis Rodríguez.

Law Carvajal vive entre Minca, Bogotá, Barranquilla y otras ciudades. Viaja para pintar, y pintar es lo que la instala en ciertos lugares. En Minca, donde permanece generalmente, ha trabajado en hostales y restaurantes, en los que pinta sólo con vinilos y brocha enfocada en crear formas de la naturaleza a través de la difuminación de colores y texturas.

De vez en cuando, un par de ojos orientan la atención de sus composiciones, como el mural que hace para Calle Killart. En la entrada al Malecón, Law se toma la cercanía del río como una ayuda a su trabajo. “Quiero expresar la ciudad, mezclada con lo que tiene alrededor, que es naturaleza y vida, e incluir de frente la figura de la mujer con su ojos”, dice la muralista , que llegó a Barranquilla hace unos “15 o 20 días”.

En su composición están presentes los cuatro elementos: tierra, aire, agua y fuego. Arriba y abajo está la tierra, rodeada de plantas. En medio corren el mar y el río. Y “los ojos de ella son el fuego”, que observan sobre un fondo de niebla y estrellas.

Carvajal cuenta que en cuarentena permaneció en una finca. Después fue a Bogotá a buscar a su hijo y llegó a Barranquilla a pintar, y aquí sigue gracias a Killart. “Vivimos donde pintamos, viajamos y nos quedamos donde pintamos”, dice.

De llegada
Cortesía Killart

En el aeropuerto los artistas no trabajan bajo el sol, sino en el pasillo de las llegadas internacionales, que por ahora solo recibe  vuelos esporádicos de Medellín, Bogotá, Cali, etcétera. Los puestos de comida y locales están vacíos, lo mismo que las salas de check-in, y sólo se ve a trabajadores y, hasta el próximo 30 de septiembre, a un par de pintores del Festival.

De la convocatoria, Yuyo del Valle fue seleccionado para realizar uno de los dos murales (15 m x 2.60 m, cada uno)  de “Killart en el Cortissoz”. Su obra ya tiene título, Llegar para emprender el vuelo, que homenajea la danza de tradición El Imperio de las Aves. “Quise hacer la metáfora del vuelo: unos van llegando, otros despegando”, explica.

Para Yuyo cada una de las categorías significa algo especial, pero con su pieza quiere “que la gente que llegue sienta que está en Barranquilla”.

Esta es la primera vez en que el Cortissoz abre el espacio a muralistas o grafiteros. En medio de la pandemia el Festival “permite mostrar que así como se reactivan muchos sectores económicos, la cultura también empieza a hacerlo”, dice Del Valle.

Por los sanitarios

Para homenajear al cuerpo sanitario y a las más de 25.000 personas que han muerto de Covid-19 en Colombia, el Festival abrió la categoría “Héroes de la Pandemia”. Norella Magdaniells, de 20 años, es la encargada de dicha pared de 18 m x 5.50 m, ubicada en la 72 con vía 40.

En su mural hay un personaje principal con cabeza de cardiómetro, “que representa al cuerpo médico,”. De un lado están los pacientes y de otro los recuperados volviendo a casa. Es su forma de “comunicar el agradecimiento” por quienes “han dejado su vida para cuidar a los otros”, dice.

Magdaniells cursa último semestre de diseño gráfico y este es su primer mural en el espacio público. Es ilustradora, ha participado en ferias y exposiciones. En su trabajo le interesa indagar en lo que el arte puede ofrecerle al público. “Una obra termina cuando otro  conecta con ella. El arte urbano permite eso”, añade.

Los otros artistas que continúan pintando en los 634 m² de paredes de Killart6 son Ceam Ceas, Keko Angulo, Brik One y Omar Alonso.

En barrios

Algo lejos parece ya el Festival de sus primeros grafitis y murales localizados en paredes que los organizadores gestionaban puerta a puerta con los dueños. Por entonces pintaban en barrios como Simón Bolívar o en la 21. Dave Beltrán, directora de Lienzo Urbano, dice que contemplan volver al sur en próximas ediciones. En las últimas, con el apoyo del Distrito, se han centrado en zonas de remodelación urbana como Barrio Abajo o en la Vía 40, y  este año en el Malecón y el Aeropuerto, recién remodelado. Beltrán busca que Killart aporte “un embellecimiento no sólo visual, sino también en la construcción de ciudad. Que se alimente la relación entre el ciudadano y su espacio público”. De hecho, dice, le gustaría que en una próxima edición el evento se centre en un solo barrio para que el resultado sea más notorio e “impactante”.

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