El Heraldo
Un grupo de mujeres elaboran las piezas que luego serán comercializadas. EFE
Sociedad

Las vidas remendadas de las tejedoras de Mampuján

Un grupo de 70 mujeres víctimas del conflicto armado en el país, consigue su sustento a través de proyectos de trabajo artesanal.

Los elaborados y multicolores tapices de las tejedoras de Mampuján ya no relatan historias de horror y masacres; veinte años después y aunque las cicatrices del conflicto siguen abiertas, estas valerosas mujeres hoy tejen historias de alegría y esperanza.

El ejercicio del bordado de telas sobre telas mediante delicadas puntadas que durante muchos años les sirvió para “sanar el trauma y aumentar la resiliencia, para recordar sin rabia, sin dolor y sin deseo de venganza y dejar una memoria” de lo que aconteció durante el conflicto armado en la región de los Montes de María, en el norte de Colombia, “ahora es una forma de sustento”.

“Si vamos a hablar de posconflicto o pos acuerdo lo importante es que la gente tenga generación de ingreso, sobre todo las mujeres, que tengan una autonomía económica porque si no hay estos elementos, la paz no es estable”, explica a Efe la defensora de derechos humanos y líder de la Asociación Mujeres Tejiendo Sueños y Sabores de Mampuján, Juana Ruiz.

“Ahora las historias que plasmamos ya no son tristes, son alegres”, añade.

Estas mujeres, lideradas por Juana trabajan en un proyecto con el diseñador colombiano Hernán Zajar que consiste en usar chaquetas militares donadas por oficiales colombianos de alto rango y adornarles la parte de atrás con los tapices diseñados por las tejedoras de Mampuján.

“Estas prendas se venderán en Colombia y en el extranjero”, dice orgullosa la líder, que a la vez cuenta que estos programas ya están ayudando al “sustento económico de 70 familias víctimas de la violencia del conflicto armado colombiano”.

EFE

Ruta de la vida y el comienzo

El 10 de marzo del 2000 un grupo de paramilitares del bloque Héroes de los Montes de María, al mando de Rodrigo Mercado, alias Cadena, irrumpió en Mampuján con el propósito de asesinar a todos sus habitantes; sin embargo, y aún sin saber por qué, los verdugos les perdonaron la vida pero los obligaron a irse inmediatamente del pueblo.

Los paramilitares secuestraron a siete hombres de Mampuján que usaron como guías para llegar al caserío de Las Brisas donde asesinaron a 11 campesinos después de acusarlos de ser guerrilleros; días antes, entre el 16 y el 21 de febrero, los mismos paramilitares habían masacrado a más de un centenar de personas en lo que se denominó la “ruta de la muerte”.

El macabro periplo incluyó los municipios de El Carmen de Bolívar (los caseríos de El Salado, Loma de las Vacas y El Balguero); Ovejas (Canutal, Canutalito, Pativaca, El Cielito y Bajo Grande), y Córdoba (aldea La Sierra).

La defensora de derechos humanos recordó que en 2006 las tejedoras de Mampuján, en medio de una terapia con una psicóloga menonita que incluía hacer dibujos con pedazos de tela cosidos sobre otras telas para sanar la memoria, decidieron “hacer historias de verdad” que les permitieran sentirse como “metidas” en la obra.

“A uno le gusta sentirse parte de algo y comenzamos a hacer el dibujo de lo que fue el desplazamiento de Mampuján como una conmemoración que se llamó: 11 de marzo Mampuján, día de llanto”.

Con los buenos resultados de su experiencia decidieron repetirla e ir a “26 comunidades víctimas del conflicto que hicieron parte de la ruta de la muerte que fue la ruta que tenían los paramilitares”.

“Nosotros seguimos por la ruta (de la muerte), pero esta vez era la ruta por la vida, ayudando a las mujeres a recordar y a plasmar la memoria (...) La gente hizo su duelo, manejó su duelo, hizo su terapia”, recuerda.

Tres de las mujeres beneficiadas con el programa. efe

Una vida de lucha

 Juana habla firme, su mirada revela el liderazgo que ha forjado en años de trabajo por las comunidades más desfavorecidas y víctimas de la violencia y el conflicto armado; su fuerza interior solo se quiebra cuando recuerda las historias de horror que durante años ha escuchado de su comunidad.

Con la misma facilidad que ríe, llora; pese a que ella misma sufrió a los seis años abuso sexual esta confesión no la quebranta, pero recordar las historias que le contaban niñas de 11 y 12 años que eran violadas por paramilitares durante el conflicto en los Montes de María la rompe y no puede contenerse.

Las tejedoras de Mampuján han recibido muchos reconocimientos, como el Premio Nacional de Paz de 2015, pero Juana asegura que “el premio más grande es poder ver a las niñas y a la comunidad cohesionada, empoderada y creyendo en la construcción de paz”.

Asegura que la paz es un estado de tranquilidad emocional y físico que tiene una persona si está conforme con lo que tiene y dice estar conforme económicamente, pero confiesa que tiene "un grado de inconformidad" por la condición de sus vecinos: “Tendré una paz completa cuando yo vea más justicia y equidad”.

“La paz completa la va a haber en Colombia cuando haya más justicia y equidad, cuando de verdad cesen las armas, que ya no estén, y que haya justicia, que haya comida para la gente, que haya empleo”, concluye. 

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