Sociedad

La devoción por José Gregorio Hernández en Barranquilla

Desde el siglo pasado el nuevo beato de la Iglesia Católica es venerado en la ciudad. Son muchos los que aseguran haber sido sanados en su nombre.

Una vela blanca es encendida por Miguel Chasoy Gaviria para iluminar dos estatuillas del doctor José Gregorio Hernández, médico venezolano al que este viernes la Iglesia Católica beatificó.

En una de las imágenes el galeno aparece vestido de blanco de pies a cabeza, mientras que la otra es totalmente negra. Chasoy Gaviria busca la novena que realiza en su honor para que lo acompañe en sus jornadas laborales que inician desde las 8:30 a. m. hasta las 6:00 p. m.

En el Centro de Barranquilla, hace 42 años, tiene ubicado su negocio de medicina tradicional.

Se persigna, mira al cielo y asegura que sin fe nada ocurre. Con sus collares rojos, blancos, verdes y azules  sobre su pecho, el médico ancestral perteneciente al pueblo indígena inga afirma que en la capital del Atlántico son muchos los que hace tiempo compran algunos productos como pomadas, jabones y jarabes con su nombre con el propósito de buscar algún tipo de sanación.

“Históricamente se ha escuchado de su poder curativo, fue un médico muy noble que puso sus conocimientos al servicio de los más pobres, es por eso que siempre ha sido venerado. Creo que el hecho de que ahora sea beato llevará a que muchos dejen de verlo como un personaje del mundo esotérico y confíen en su poder sanador”, manifiesta este hombre que viste una camisa color ladrillo y pantalón negro.

“El taita Miguel”, como lo conocen, a sus 64 años aún no se le ve una sola cana; sin embargo, indica que son muchas las experiencias que ha tenido durante casi cuatro décadas con personas que han depositado su fe en el médico del vecino país y asegura que este los ha escuchado.

“En Calamar (Bolívar) una persona que tenía un tumor fue curada. Todo es cuestión de fe, se le ponen velas, uno se concentra y pide su intervención para realizar alguna sanación. También en el barrio Salamanca vi cómo curó a un niño que tenía un quiste”.

Chasoy Gaviria no se considera un médium, incluso reconoce que el único mediador entre Dios y el hombre debe ser Jesucristo, pero ve en este nuevo beato a un personaje ejemplar que desde su faceta médica siempre sirvió al prójimo y tras su muerte son muchos los testimonios que dan fe de su poder sanador.

Es milagroso, me curó de cálculos y una hemorragia.
María Chasoy comercializa figuras de José Gregorio Hernández en el Centro de Barranquilla. John Robledo.
Testigos de sus sanaciones

Mavelis Muñoz, una costeña residente en Argentina, recibe con alegría la beatificación del doctor José Gregorio Hernández, porque como ella misma sostiene es “un testimonio vivo de la sanación que Dios puede hacernos a los seres humanos a través de los santos”.

Recuerda que cuando estaba pequeña padecía una enfermedad en el sistema nervioso, y que su padre estaba preocupado porque tras llevarla a distintos consultorios médicos no lograban curarla.

“Una tía se enteró de la enfermedad que tenía, ella es muy devota del doctor José Gregorio Hernández. Nos dijo que podía orar y pedir a través de él la sanación y así ocurrió, el doctor le manifestó a ella el remedio que tenía que comprar (Cordial de cerebrina), el lugar donde adquirirlo y la manera en que debían suministrármelo”.

Muñoz recuerda que sintió de inmediato un cambio en su cuerpo y hasta hoy no se ha vuelto a enfermar de los nervios. “Aquí estoy dándole gracias a Dios principalmente y a este médico por sanarme”.

Otra que asegura haber sido sanada por Hernández es Martha Inés Aparicio, una bumanguesa que hace 53 años se radicó en Barranquilla.

“Es muy milagroso, las personas que le tienen fe pueden ver sus sanaciones. Yo sufría de cálculos renales, fue algo impresionante porque eran muy grandes, los médicos me habían dicho que debían extirparlos, pero gracias a él los pude expulsar de manera natural. También tuve una hemorragia y una sinusitis, y él ha curado todos mis males”, contó a este medio la mujer de 70 años, residente en el barrio La Luz.

María Mendoza es una barranquillera que ha vivido entre Colombia y Venezuela, ella cuenta que este galeno, que falleció el 29 de junio de 1919, intercedió por su padre en 1990.

“Él era un paciente renal crónico al que operaron en 19 ocasiones. Era fiel devoto del doctor José Gregorio Hernández, a quien se encomendó para que interviniera por su salud, y por eso siempre tuvo una imagen suya en el cuarto”.

Los médicos le dijeron a María que su padre no soportaría una nueva cirugía que se le debía practicar para intentar mantenerlo con vida, pero ella se arriesgó.

“Le llevamos la estatua del doctor José Gregorio al hospital, yo me quedé cuidándolo y sentí su presencia. Lo vi poniéndole las manos sobre el estómago. Al día siguiente los médicos estaban asombrados al ver su evolución y que todos sus exámenes médicos estaban normales, eso fue milagroso”, asevera.

Todo es cuestión de fe, él es capaz de curarte.
La demanda de las imágenes del beato ha aumentado en medio de la pandemia por la covid-19. John Robledo
La felicidad de la colonia venezolana

Si en Barranquilla son varios nacionales los que afirman haber sido curados por el denominado “Médico de los pobres”, también hay muchos venezolanos que ratifican su mano milagrosa.

Kathy Salas es una de ellas y celebra su beatificación.

“Es un personaje con una gran capacidad sanadora. El hecho de que haya sido beatificado es maravilloso para los venezolanos, él es un representante de nuestro país ante la iglesia. Su vida es inspiradora ya que fue un médico muy generoso y carismático, así que a mí esto me llena de mucho orgullo”.

El mismo concepto tiene Luis Miguel Rojas, de 26 años, quien destaca que prácticamente Hernández es un miembro más de las familias venezolanas.

“Nosotros crecemos orándole por nuestra salud, así que su beatificación es algo que nos llena de orgullo, porque él ha hecho muchas sanaciones y por fin la Iglesia Católica así lo ha reconocido”.

La venezolana Martha Acosta también compartió su testimonio.

“A los 7 años sufrí de hepatitis, mis niveles de hemoglobina y plaquetas estaban por el piso, duré dos semanas hospitalizada, por lo que mi madre me encomendó al doctor José Gregorio Hernández. Me tocó la frente y me dijo que todo iba a estar bien, vi cuando sacó del maletín su estetoscopio, me examinó y me aplicó una inyección”.

Al día siguiente sostiene la mujer que sus exámenes comenzaron a mejorar y el milagro quedó hecho, “desde entonces” es fiel devota y celebra como miles que lo hayan beatificado.

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