Herencia africana: una resistencia por la conservación cultural
En la institución etnoeducativa Paulino Salgado se enseña la lengua palenquera. Las mujeres promueven la reivindicación de su estética con peinados y accesorios.
Resistir y seguir luchando. Esa ha sido la clave para que hoy su voz se escuche más fuerte en la sociedad y sus saberes sean considerados como “joyas invaluables” en el desarrollo cultural de las comunidades en las que fueron asentándose.
El arte, la espiritualidad, sentido de pertenencia por la naturaleza y sus raíces ancestrales son algunos de los valores que diariamente promueven y apropian los afropalenqueros a través de sus peinados, danzas, gastronomía y cosmovisión en general.
Su manera de hablar y formas originales de vestir hacen parte de las “armas” que esta comunidad utiliza para derribar la estigmatización y poder iniciar procesos de inclusión reales que reclaman este sábado cuando se conmemora el Día de la Afrocolombianidad.
Para la socióloga Karen Mercado, el que los afros puedan determinar cómo se quieren proyectar es importante, porque hay una libertad “para escoger lo que quieren ser más allá de lo que representa vivir y existir en una ciudad como esta, atravesada por un Carnaval, folclorizada, pero que a su vez entiende y tiene otras formas de verse y concebirse”.
Por esta razón, desde hace cuatro años, Mercado decidió iniciar un proyecto llamado Baobab, con el que busca visibilizar las reivindicaciones que han surgido desde las configuraciones estéticas de la comunidad Afro en el Caribe colombiano, principalmente en Barranquilla.
“Se han venido presentando expresiones que generan gran impacto en la estética de la ciudad, distintas formas de verse y asumirse como el uso de turbantes y prendas coloridas, que evidencia en la ciudad la gestación de un reconocimiento y autoconocimiento de las propias”, explicó.
Los barrios Nueva Colombia, La Esmeralda, Me Quejo, La Manga y el Bajo Valle son los sectores de la ciudad donde se evidencia mayor número de comunidades afro asentadas.
“La comunidad afro ha hecho un aporte inmenso a la cultura barranquillera a través de las formas de escucharse, sentir, representaciones sociales e imaginarios colectivos”, puntualizó la socióloga.
Para aprender lengua palenquera ya no es necesario trasladarse hasta San Basilio de Palenque – el primer pueblo libre de América–, ahora los niños y jóvenes de la Institución Etnoeducativa Paulino Salgado Batata, pueden acercarse y apropiarse más de su esencia lingüística desde un aula de clase.
Frases como: “Así a ría kombilésa” (buenos días amigos) o “¿Cómo ta tu ma gende mí?” (¿Cómo está mi gente?) son muy utilizadas antes de iniciar una clase.
Según lo explicado por el docente Luis Felipe Salgado, trabajar esta lengua es importante “porque estamos en un contexto donde la mayor parte de su población son afropalenqueros y es necesario que ellos aprendan el porqué cuando hablan, lo hacen de forma “melodiosa y lenta. Hay que enseñarles su origen, destacarles que sus ancestros no hablaban castellano, sino la lengua bantú, que se habla en el centro de África y cuando aprendieron a hablar el español salía el acento con esa tonada”.
Por su parte, la etnoeducadora Lesbia Polo contó que a través de las habilidades artísticas también ha fortalecido la apropiación de las costumbres afro por parte de los estudiantes del plantel.
“Esto tiene un significado para los niños, porque en África al padre se le entregaba el hijo desde pequeño y él, en la medida en que iba desarrollándose, tenía que pulirlo como si se tratara de su propia vida. Cuando llegaba a la adultez, enseñaría ese legado a su hijo. En esta exposición africana mostramos cómo se manifiesta la población negra en nuestra vida cotidiana”.
Desde la música también se han adelantado procesos en los que los jóvenes tienen la posibilidad de estudiar sonidos africanos para luego ejecutarlos con sus tambores.
“El tambor es un instrumento de comunicación; por eso, en este momento el estudiante está proponiendo una canción que debe estar ligada al estilo afro, haciendo de la clase de música algo innovador y placentero”, expuso Leonor Herrera.
Una de las luchas que viene librando la comunidad afropalenquera es eliminar de la sociedad el estigma que hay sobre su cabello y las distintas formas de llevarlo.
“Los peinados son un símbolo de resistencia, es una forma de expresión nuestra en la que los ancestros esclavizados plasmaron en sus cabellos rutas de escape para ser libres”, afirmó Viviana Ramírez, contadora pública y peinadora.
Ramírez aprendió a peinar desde los ocho años, nadie le enseñó. Ella solo veía e intentaba en su cabello. Hace siete años se dedicaba al peinado de otras personas, pero como ella misma cuenta orgullosa: “las mujeres y hombres afro también nos hemos ido profesionalizando”. Sin embargo, no dejan de lado esa herencia africana que es una labor que “viene en nuestros genes”.
No todo lo negro es malo e indiferente; por eso, la reivindicación estética, principalmente en las mujeres afro, es una lucha que aún se está librando.
“Ser afrodescendiente es muy bello, un sentir indescriptible porque con nosotros vienen muchas cosas de nuestros ancestros esclavizados y que nos da mayor identidad. Eso nos ayuda a fortalecernos e inspira curiosidad por conocer nuestra historia y que esta continúe siempre”, dijo.
Por su parte, Gloria González, quien se dedica a la elaboración de trenzas y peinados afro contó que en promedio un peinado tarde en realizarse de tres a cuatro horas, y por eso es de suma importancia manejar la paciencia.
“En un día se pueden atender diez personas. Es importante resaltar que no necesariamente debes ser afro para hacerte las trenzas, porque aquí han llegado personas de todas partes a hacérselas. Ojalá cada vez sean más los que se arriesguen a verse diferente”, expuso.
El reto de los líderes comunitarios y autoridades locales es continuar propiciando más espacios en los que puedan resaltarse la riqueza cultural de la población afro en la ciudad para poder lograr procesos de reivindicación reales y que perduren en el tiempo.
