Sociedad

Una diseñadora llena de gracia y creatividad

La sucreña Amalín de Hazbún, ha desarrollado una exitosa carrera en Barranquilla, convirtiéndose en uno de los referentes más importantes de la moda en el territorio colombiano.

Aunque son muchas las historias que se han contado alrededor de la icónica ‘Aguja de oro Colombia', la multiplicidad de sus facetas siempre permite descubrir los atisbos a los cuales obedece su grandeza.

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En el universo del diseño, Amalín de Hazbún permanece como uno de los hitos más trascendentes de la moda colombiana, espacio en el cual su nombre no solo ha sido reconocido por su preeminente trabajo, sino por la gracia y la elegancia que mantiene aún con el paso de los años.

Vista desde la distancia, la diseñadora sucreña que llegó a Barranquilla hace ya un par de décadas, se describe a sí misma como el reflejo de la mujer Caribe, llena de talento y templanza, pero sobre todo, audacia al momento de tratarse de sus sueños.

Por encima del sin número de logros que esta ha obtenido, sólo es capaz de destacar que el real galardón para ella es el cariño de la gente.

En una conversación muy íntima, Amalín manifestó no solo el agradecimiento que ha sumado con el paso del tiempo, sino que también exaltó la alegría de ser y sentirse vigente.

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“Siempre se habla de que la moda es efímera y ciertamente lo es, sin embargo, en este oficio uno logra disfrutar tanto lo que hace y ponerle tanto empeño, que las piezas que yo creo no son pasajeras, son permanentes porque las hago con todo el amor y la gente ha sabido identificarlas, en la calle saben cuáles son mis vestidos, y eso me llena de alegría”.

Sobre el gran número de cosas que se le podrían preguntar a este referente del estilismo, ella llega a responder con mucha sabiduría, naturalizando el enigma de muchos, ¿qué es realmente la elegancia?

“La gente cree que la idea de la elegancia es un concepto complejo, que está atado al usar prendas costosas o sobrecargarse de cosas al momento de vestir, pero realmente no es nada de eso. Ser elegante es ser amable, atento y gentil, con eso, cualquier cosa con la que uno se vista, si lo sabe llevar y si se siente cómodo será espectacular”.

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Orlando Amador
Un viaje al pasado

Entre los recuerdos de la diseñadora, destacó su fascinación por los tejidos y la costura comenzó cuando veía a su vecina sacar la máquina de coser a la terraza para trabajar sobre la tela.

“San Marcos es una tierra calurosa, como toda la costa, y teníamos una vecina que se llamaba Isabel Zermeño, ella solía sacar su máquina de coser a la terraza para trabajar con el fresco de la tarde, y yo era fascinada viéndola, tanto así que aprendí a poner detalles con solo con verla”.

Su inquietud por las telas creció tanto que a los 14 años. Al casarse y quedar embarazada tiene a su primera hija, la cual hereda su nombre, a ella, Hazbún le hace su primer y su grupo de amigas y vecinas quedaron asombradas por su talento.

Amalín no pudo dejar de confesar que su primera gran inspiración fue su madre, quien también cosía de forma empírica, porque al ser 12, había que resolver cómo vestirlos.

“Mi madre siempre se sentaba a coser a mano, y cuando uno le preguntaba que para quien era el vestido ella siempre respondía: ‘Mija, para el que le quede’”, comentó la diseñadora.

Capaz de todo

Aunque asegura que en ningún momento tomó la decisión de dedicarse al diseño, la vida poco a poco la guió a este.

“Una mañana cualquiera, mi vecina que era esposa de un magistrado me sorprende asomándose por la paredilla del patio para decirme que su hija se casaba y que quería que yo le hiciera su vestido de novia, a lo cual yo respondí asustadisima que no podía, pero ella me respondió: ‘Mire mija, usted es capaz de todo, no le dé miedo, eso me dio la fuerza y me arriesgué’”.

Luego de construir el vestido no solo la familia de la novia quedó encantada con el resultado, sino que comenzaron a aparecer nuevas clientas que querían sus propios vestidos.

Uno de los secretos mejor guardados de Amalín es la forma en la que crea sus patrones es en las páginas de EL HERALDO.

“Cuando yo digo que mis moldes los armo con las páginas de EL HERALDO la gente no me cree, pero en realidad es donde mejor me quedan maquetados los vestido”.

‘La aguja de Oro de Colombia’

Sobre su mención cómo ‘La Aguja de Oro de Colombia’, Amalín dice que se lo atribuye a un “chiripazo”.

“Me lo dio el periódico El Tiempo tras vestir de fantasía a la Señorita Atlántico de año 76, esa mujer adornada de plumas sobre una boa parecía que volaba y deslumbró a todo el mundo”.

Durante su carrera, ha sido reconocida así a nivel internacional.

Orlando Amador
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