El Heraldo
El cardiólogo Rodolfo Vega junto a su hija, la psicóloga Juliana Vega. Cortesía.
Sociedad

“El perdón es un antídoto que nos salva de muchos dolores”

Padre e hija se unieron en el libro ‘Tengo una corazonada’, en el que explican cómo los sentimientos inciden directamente en nuestra salud. 

”Yo pensé que un mejoral iba a curarme este gran dolor, pero, qué me va a curar, si es una pena de amor”. No se equivocaba el maestro Rafael Escalona cuando describía en ese clásico de la música vallenata la dolencia que le producía en su corazón una decepción amorosa. Así lo ratifican en su libro Tengo una corazonada (Collage Editores) el médico cardiólogo Rodolfo vega y su hija, la psicóloga Juliana Vega. Cerebro, corazón y colon, cada uno por su lado, procesan de manera distinta las emociones que a diario experimentamos. Celos, felicidad, enamoramiento, estrés, rencor y perdón son algunos de esos sentimientos que tratan padre e hija en esta publicación sanguínea, en el sentido literal de la palabra, en la que desde sus disciplinas explican la necesidad de entender su directa incidencia con nuestra salud. 

 

P.

¿Qué corazonada los llevó a escribir este libro?

R.

Juliana Vega: Mi papá ha escrito libros espectaculares desde el corazón; desde su aspecto físico, científico y demás. Siempre había visto un potencial muy grande en lo que él tenía para decirle al mundo desde el tema psicológico, espiritual y trascendental, la unión que tenía con el corazón físico y desde la ciencia que él siempre había estado tocando. Siempre estuve presionando para que mi papá sacara este proyecto adelante. La corazonada que yo tuve, pero que se hizo realidad, fue que me invitara a hacer parte de este libro.
Rodolfo Vega: Para mí es una gran felicidad escribir un libro junto a mi hija. Además, es un texto que tiene que ver mucho más con su especialidad. Uno como cardiólogo ve a muchos pacientes que sufren de ansiedad y estrés, este es un factor de riesgo coronario, pero ella es especialista en esta área (psicología) y estábamos viendo pacientes básicamente con la misma patología, de una forma u otra. Nos unimos y decidimos hacer Tengo una corazonada. Un libro de sangre porque es de padre e hija. El título lo dice todo porque el corazón avisa muchas cosas de las que el cerebro no se ha dado cuenta.

 

P.

Hay una vieja discusión en la disyuntiva entre la ciencia y los sentimientos, estos últimos vistos como algo etéreo, este libro mezcla eso. ¿Cómo asumieron ese reto?

R.

RV: La serotonina es un importante químico, es un neurotransmisor que está en el cuerpo y ayuda a los estados de ánimo y el comportamiento social. Lo llaman hasta el neurotransmisor del amor. Juega un papel importante en la digestión, el sueño, la memoria y en la depresión, pero todo esto está muy vinculado. Uno de los principales productores de serotonina es el colon, entonces uno dice “el colon produce serotonina, el cerebro piensa, y el corazón, cuando alguien está enamorado, palpita”, pues hay una gran interrelación entre estos tres órganos.

 JV: Sin duda tienen mucho que ver. La medicina china por eso toca los tres campos, el emocional, el espiritual y el físico porque se han dado cuenta de que todo lo que afecta al órgano afecta a la emoción y si esto pasa te vas a desconectar de ti mismo. También ocurre en el sentido contrario. Todo lo que no está  conectado con tu ser, intuición e interior afectará tus emociones y cuando estas se afectan vas a sentirlo en tus órganos. Muchas personas cuando están entusadas o terminan una relación sienten dolor en su corazón, eso es verídico. Yo me acuerdo, hace muchísimos años, que en una ocasión le dije a mi papá que sentía un dolor en el corazón y me mandó donde un amigo de él que es cardiólogo. Su amigo me dijo que mi corazón estaba perfecto y me preguntó si había tenido alguna ruptura amorosa o algo así y le respondí—sí, terminé con mi novio—, entonces me dijo —ahí está—. El corazón y los órganos nos alertan. Nos estamos demorando mucho en entender que nuestras emociones van a afectar, sin dudas, nuestros órganos.

 

P.

O sea, que como decían nuestros juglares vallenatos ¿químicamente el mal de amores si existe?

R.

JV: Yo pienso que sí.

P.

¿Cómo así que el corazón tiene otro cerebro? Eso a muchas personas les suena hasta exótico…

R.

RV: El corazón tiene un sistema muy parecido al del cerebro en el ventrílocuo derecho. Es que, a veces (el corazón), parece que pensara. Hicieron un estudio interesantísimo en el que participaron 100 personas. A 50 las pusieron de un lado de una mesa y las otras en otro. A un grupo le mandaron mensajes negativos y a los otros textos positivos. A quienes recibieron mensajes negativos su corazón empezó a palpitarles de una forma y a los de mensajes positivos de otra. Eso quiere decir que el corazón percibía, lo mandaba al cerebro y este después lo enviaba a tomar una decisión dependiendo de la respuesta del corazón. Por esto te digo, el corazón te da una “corazonada”, como dice el título del libro, y te dice con anticipación lo que tú vas a decidir con tu cerebro. Ahora, hay una gran relación entre corazón, colon y cerebro. Se ha demostrado que el colon manda mensajes al cerebro y fíjate que este es uno de los principales productores de serotonina. Ya hay estudios profundos que están relacionando la depresión con el colon, entonces yo creo que es importante este libro porque hace ese vínculo entre los tres y otros temas interesantísimos.

 

P.

Quisiera tener la opinión de Juliana sobre el hecho de guardar rencor en el corazón. Decidir no pasar la página. ¿Cómo afecta eso nuestra salud?

R.

JV: El cuerpo nos avisa muchísimas veces cuando estamos guardando rencor en él, no siempre es en el corazón. El corazón es el príncipe de todo, es el rey, por ende siempre va a recibir la información de todo lo que ocurre a nivel espiritual y emocional en el cuerpo. Muchas veces nos levantamos y sentimos ese dolor en las rodillas, en la garganta, en la espalda y decimos: “Hombre, si dormí bien, si no me están molestando los zapatos, los tacones, ¿qué pasa con mi cuerpo? Pues me está avisando”, y es porque justamente está estancado a nivel energético. Muchas rabias y muchos rencores que tenemos guardados anteriormente. Es por eso que aquí proponemos el perdón como ese antídoto que viene a salvarnos de muchos dolores.

Tenemos que darnos cuenta de cómo el cuerpo nos está alertando y nos está demostrando que algo está ocurriendo. Muchas veces somos hipócritas con nosotros mismos y decimos ya lo perdoné, eso ya pasó, estamos bien, pero yo creo que eso es más por evitar conflictos y retomar historias pasadas. Muchas veces no queremos afrontar y, justamente por no hacerlo, el corazón y otros órganos se van a ver afectados. Debemos entrar a cuestionar cómo nos estamos sintiendo, escuchar qué nos están hablando nuestras emociones.

 RV: Uno en la vida toma la decisión si quiere quedarse con el rencor o quiere perdonar, el que se enferma es uno mismo. Si decido quedarme con el rencor hacia una persona ¿quién se enferma? Yo. La otra persona de pronto no tiene ni idea. Si se decide perdonar, el que se recupera es uno mismo, por lo tanto el perdón actúa como un medicamento. Cuando guardas rencor te empiezas a sentir ansioso, guardas desazón en el cuerpo y eso se va reflejando en el organismo. Todas estas cosas empiezan a ocasionarte palpitaciones, arritmias, subidas de presión arterial, trastornos en la digestión y se te quita hasta el hambre.

 

P.

¿Qué decirles a las personas que están con más depresión y problemas sentimentales como consecuencia del alejamiento que les está causando este confinamiento?

R.

RV: En este momento hay un problema serio. Mal haría yo en decirte que no estoy ansioso, esto produce ansiedad en todos. Ahora, lo importante no es sentirla (la ansiedad) sino saber cómo vamos a hacer para manejarla. Primero que todo, debemos aceptar lo que sucede. Estamos ante una realidad como cuando mucha gente vivió las guerras y otras pandemias como la de 1918 de H1N1 que fue gravísima. Esto ha sido parte de la historia y desgraciadamente nos tocó una situación como parte de la misma. A nadie le hubiera gustado vivir esta situación que estamos viviendo. El segundo asunto es que este no es solo un problema médico, sino social y económico. Yo lo llamo social, económico y patológico. Pienso que mucha gente vive una situación de ansiedad también por el problema económico que está conllevando esto. Desgraciadamente se unieron los tres pilares. Tenemos un problema social porque uno no puede reunirse con la familia, no puede hablar con los amigos; económico por el bolsillo; y patológico. Entonces tenemos que solucionar no un problema sino tres.

JV: Estoy de acuerdo, lo primero que hay que entender es que estamos viviendo una situación diferente y eso a nivel de supervivencia nos pone en acción. Por más que no queramos, el cuerpo psicológicamente se pone en acción. Entonces es muy interesante porque no se trata de una pelea contra esto, no es tratar de evadir. He tratado muchas personas que evaden que se sienten ansiosas o siguieron una vida común y corriente dentro de sus casas. Sí están identificando que están sintiendo alguna ansiedad excesiva que está convirtiéndolos en personas desadaptadas frente a relaciones, su trabajo, la alimentación y el sueño accedan a psicólogos y psiquiatras que para eso es que estamos todos estos especialistas que tratamos todos estos problemas y hacemos un proceso de acompañamiento, no están solos.

RV: Cuando uno comienza a tener un problema, por ejemplo una deuda, el cuerpo empieza a generar cortisol, pero esto es normal. Así como cuando pasas por una casa y te sale un perro y te va a morder, ese susto que te hace correr hace que tu cuerpo genere cortisol y adrenalina para que tú puedas defenderte. El problema ahora es que la pandemia ya lleva muchos meses y esto se está aumentando, entonces estas sustancias, que inicialmente son para defenderte, ya se vuelven crónicas y se genera un problema orgánico, comienza a repercutir en tu cuerpo y ya empiezas a sentirlo. Hay personas que se aumentan de peso, a otras se les sube la presión, otros se empiezan a sentir estresados y ya se empieza a generar una patología que requiere un manejo médico, ya sea psicológico o psiquiátrico.

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