Sociedad

Dulces: una tradición que renace con la Semana Santa

Según la costumbre palenquera, esta es la única temporada donde se fabrican dulces blandos. La organización Ángela Davis tiene vinculada a más de 50 mujeres afro.

Seleccionar la papaya, quitar las semillas, pelarla, limpiarla, cortarla y rallarla para luego mezclarla con canela, azúcar y agua en un caldero de nueve kilos durante tres horas.

Este es el proceso para hacer el popular dulce de papaya, uno de los más conocidos y queridos por los comensales durante la Semana Mayor.

El comienzo de la Cuaresma es sinónimo de dulces. Las frutas son las protagonistas al ser la fuente principal que le da forma y sabor a estas “delicias” gastronómicas con origen afropalenquero.

Josefina Villarreal

Desde hace más de trece años en el barrio El Valle se cocina una variedad de recetas pensadas para endulzar el paladar de quienes la prueban. Esa que está llena de esencia negra y ha tenido su arraigo en los barranquilleros.

Marlenis Márquez tiene unas “manos privilegiadas” con la sazón y conocimiento afro que le permiten preparar los dulces tradicionales que se degustan en esta época. Este ha sido su trabajo toda la vida y fue heredado de su madre originaria de San Basilio de Palenque.

“Hace 18 años comencé a hacer y vender dulces para el sustento de mi casa, yo aprendí viendo a mi mamá y con eso he podido sacar adelante a mis ocho hijos”, cuenta.

Márquez hoy solo se dedica a la fabricación de estos manjares, pero durante muchos años caminó las calles de la ciudad buscando compradores.

“El reto más grande en este trabajo era hacerlos y salir a caminar bastante para venderlos. Todos los días me levantaba a las 5 de la mañana, salía a vender a las 12 del mediodía y regresaba a mi casa a las 8 de la noche”, explicó.

Como Marlenis, más de 50 mujeres se encuentran vinculadas a la Organización de Comunidades Negras Ángela Davis que ha venido desarrollando estrategias que permiten dignificar la labor de las mujeres afro dedicadas a la fabricación y distribución de su gastronomía, principalmente de dulces y bollos.

En diálogo con EL HERALDO María Herrera, representante legal de la organización, explicó que en los proyectos realizados se vinculan mujeres, niños y jóvenes afrodescendientes para que así los saberes puedan quedar en las nuevas generaciones.

“El objetivo nuestro es que las mujeres vendedoras que han sido descuidadas y que se dedican a estas actividades puedan hacerlas de forma digna para aportar al sostén de la familia”, dijo Herrera.

Además del trabajo también reciben capacitaciones y promueven espacios como ferias gastronómicas que ayudan a “poner en el radar” las recetas de sus ancestros.

“En esta temporada de cuaresma siempre es un reto porque nos trazamos la meta de poder desarrollar nuestra feria gastronómica en sitios turísticos y conocidos de la ciudad como el Malecón, la Plaza de la Paz y centros comerciales.

Salvaguarda la tradición

Por lo general la fabricación y venta del ‘rasguñao’ o dulce durante la época de cuaresma es asociada en su totalidad a las comunidades afro, esto se debe a que “nuestros ancestros trabajaban en el campo y hacían ayunos. Por eso las mujeres cogían las frutas, las endulzaban y se las daban a ellos para que no se descompensaran y pudieran realizar sus labores sin problema hasta el mediodía que regresaban almorzar”, cuenta Aurelia Cáceres, una de las matronas que trabaja en la organización.

Para Cáceres el ingrediente que hace especial sus dulces es el amor–afirma–, pero el conocimiento también juega un papel fundamental en su trabajo porque le permite identificar cuáles son los dulces más complejos de fabricar y de qué manera puede prepararlos en el menor tiempo posible.

“Al día aquí se hacen hasta ocho dulces dependiendo los fogones y lo que demore en el proceso, hay algunos que necesitan de tiempo como el de guandú y el arequipe. Esa es la tradición que solo tenemos los afrodescendientes porque muchas personas intentan hacerlo y no les queda igual”, expresa.

Aunque la venta de los dulces es mayor durante la Cuaresma, las mujeres  continúan vendiendo bollos y dulces duros como la cocada, el enyucado durante todo el año.

Dentro del grupo de mujeres que se dedica a la venta de estos productos está Gina Villadiego, de 28 años, que se dedica a este oficio desde hace siete años y se enorgullece de poder compartir sus raíces con los demás a través de estos alimentos.

“Lo más importante al ofrecer nuestros dulces es explicarles a los clientes que estos son hechos a mano y de manera natural. A veces es difícil la venta porque las personas no aceptan los precios, pero para nosotros es lo justo porque conocemos sus raíces y cómo son hechos”, explica.

Retos de la organización

Con el apoyo de la Alcaldía y el Ministerio de Cultura esta compañía que ha tenido como principio fundamental minimizar y dignificar el trabajo a las mujeres afropalenqueras, busca seguir obteniendo la aprobación de proyectos que les permitan vincular a más jóvenes y niños.

“Tenemos el sueño de tener una sede propia, algo formado con todas las herramientas para mantener estos productos todo el año. Además, estamos apostándole a un semillero que permita salvaguardar y rescatar la cultura en las nuevas generaciones”, afirmó Viviana Ramírez, gerente de la empresa.

Facebook
Twitter
Messenger
Whatsapp
Convierta a El Heraldo en su fuente de noticias
X
COMO REPORTAR A WASAPEA
1. Agrega a tu celular el número de Wasapea a EL HERALDO: +57 310 438 3838
2. Envía tus reportes, denuncias y opiniones a través de textos, fotografías y videos. Recuerda grabar y fotografiar los hechos horizontalmente.
3. EL HERALDO se encargará de hacer seguimiento a la información para luego publicarla en nuestros sitio web.
4. Recuerda que puedes enviarnos un video selfie relatándonos la situación.