Faltan 91 años para la equidad en las labores del cuidado
Un estudio realizado por las Naciones Unidas muestra que en los últimos 15 años el 70 % de estas actividades son realizadas por mujeres.
Lograr un equilibrio entre las acciones, beneficios e ideales que se llegan a gestar entre un hombre y una mujer en la sociedad ha representado un reto a gran escala en las comunidades a nivel mundial.
Los avances sociales, económicos y políticos no han sido suficientes para que la brecha de géneros desaparezca. La mujer ha emprendido una incesante lucha en busca de erradicar la discriminación y desigualdad que en muchas ocasiones padece su rol en una población.
Siglos atrás, el papel que cada individuo desempeñaba en la sociedad era apenas un reflejo de una disparidad que amenazaba la libertad de la mujer y su poder en la toma de decisiones.
Los hombres se dedicaban a la caza, mientras la obligación de la mujer consistía en recolectar frutos y cuidar a los hijos.
La cultura patriarcal se incrementaba y los derechos recaían en una balanza desfavorable a quienes consideraban el sexo débil de la comunidad.
Actualmente son visibles comportamientos arraigados al pasado que repercuten en la instauración de un organismo social más desigual y confrontativo.
Si bien la sociedad está compuesta por una serie de pilares que emergen para su funcionamiento, la familia es uno de ellos, considerada su componente principal y básico.
En ese grupo social también existen roles que se convierten en otro factor desequilibrante para la mujer. Su tarea como cabeza del hogar es extenuante.
Sustentar ese lugar hace parte de su quehacer cotidiano. Sus labores dentro de este aportan a la correcta operatividad de todo un núcleo familiar.
La existencia de una desproporcionada carga laboral en el hogar sin remuneración alguna es cada vez más latente.
Así lo evidencia un reciente estudio realizado por el Fondo de Población de las Naciones Unidas que sintetiza la información recolectada durante 15 años sobre la equidad de género y la percepción de los hombres acerca de las tareas y obligaciones masculinas en trabajos que antes eran asumidos exclusivamente por las mujeres.
Allí se evidencia que las mujeres realizan entre 3 y 10 veces más trabajo no remunerado en el hogar que los hombres y que además el 70 % de las labores de cuidado remuneradas son realizadas por las mujeres. Sin embargo, el 75 % de los cargos directivos de este sector están ocupados por hombres.
De acuerdo con la doctora en Estudios de Género María Nohemí González, el trabajo doméstico y de cuidado carece de valor social.
“Evidentemente el trabajo de cuidado de las mujeres no ha estado valorado, primero no ha estado valorado en el entorno de las familias y en la sociedad en general. Se ha confundido como actos de amor, deber ser de las mujeres, obligación natural, pero no es así. Las mujeres estamos dejando de cuidar, estamos reclamando el derecho a no cuidar. ”, sostuvo la especialista.
Pese a que el reconocimiento social de la mujer aún es limitado, la socióloga, Claudia Beltrán manifestó que se han concretado avances.
“Siendo el patriarcado una visión cultural milenaria, y por tanto fuertemente arraigada en las estructuras sociales como en las estructuras mentales de la humanidad, los cambios son lentos, de larga duración. Sin embargo, hay un par de factores que han contribuido a acelerar el cuestionamiento al patriarcado”.
El estudio mencionado también apunta a que el mundo tardará 91 años para lograr una equidad ideal de género en las labores de cuidado.
Para la investigadora en género Prince Torres, esta premisa refleja la realidad actual.
“A pesar de que nosotros históricamente vengamos de familias mucho más patriarcales, por más de que pasen los años las brechas en el tema de igualdad y reconocimiento aún existen. A la mujer históricamente la han relacionado con la economía del cuidado”.
Por su parte, la doctora en estudios de género María Nohemí González consideró que los años podrían disminuirse.
“Alcanzar las metas para el cierre de la brechas de género va siendo un proceso lento, por ello se ve lejano, pero no creo que para América Latina sea casi un siglo como lo señala el estudio.
En países europeos, las brechas se van cerrando y la paridad en puestos de decisión está generando espacios de igualdad”.
La inserción de las mujeres en el mercado laboral ha sido uno de los logros más aplaudidos. Sin embargo, el trabajo doméstico no deja de ser una responsabilidad, por lo que su tiempo se extiende considerablemente y las cargas dejan de ser equitativas.
Los reportes del Departamento Nacional de Estadísticas (Dane) dan cuenta de que en 2021 en el departamento del Atlántico la población ocupada creció en 6,7 %, mientras que la desocupada se redujo en 7,9 %. A su vez, el 59 % de la población ocupada correspondía a hombres y el 40,7 % a mujeres.
Brindar herramientas para reducir esta brecha se convierte en un recurso fundamental para la doctora en estudios de género, María Nohemí González: “A nivel país contamos con mecanismos de género para el logro de igualdad, impulsando y ejecutando políticas públicas, programas y planes de igualdad para el cierre de brechas de género. Ahora bien, no es solo escribir documentos, esto implica presupuestos y líneas técnicas. Educación con enfoque de género, como herramienta clave de sensibilización, transformación cultural y empoderamiento”.
La especialista sostiene que esto implica un programa de co-educación en alianza con los medios de comunicación, como estrategia conjunta, además de una construcción de alianzas interinstitucionales para fortalecer una cultura organizacional con igualdad de oportunidades estableciendo buenas prácticas.
Tomar acciones tempranas también será la clave de una equidad no tan lejana.
“Como sociedad en general estamos tardando en analizar las cargas de cuidado, en los procesos de recambio de cuidados, los problemas asociados al machismo como la violencia de género y la pandemia de salud mental producto de la sobreexplotación afectiva”.
Asimismo, la socióloga Claudia Beltrán expresó que “son múltiples los frentes que deben abordarse. En primer lugar, la educación formal. Es un tema que debe hacer parte transversal de los contenidos curriculares, pues se trata de derechos humanos. En segundo lugar, hacer cumplir las normas que ya reconocen derechos a las mujeres”.