Ante el eco del diagnóstico de cáncer, la vida se detiene en un instante. Es un golpe que reverbera en el alma, desafiando la fortaleza más profunda de una persona. Sin embargo, en medio de la oscuridad, surge una fuerza que emana de lo más profundo del ser: la resiliencia.
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Así lo fue para la antioqueña Lina Hinestroza, quien durante el 2013 recibió la dura noticia que hizo que cada día se convirtiera en una oportunidad para redefinir la propia historia, para encontrar el propósito en medio de la adversidad.
Un año y medio después el panorama se aclaró y pudo ver la luz al final del túnel. Hoy es una de las sobrevivientes que puede contar su historia, situación que la impulsó a crear su Fundación Alma Rosa.
'En ella buscamos transmitir un mensaje a través de campañas con empresas públicas y privadas para hablarle al oído a todas las mujeres, por medio de sus pasiones, con el fin de que aprendan a detectar señales de alarma y tomen conciencia sobre la importancia de la detección temprana que salva vidas'.
Hinestroza estará dictando una conferencia este jueves en la ciudad titulada ‘La vida es color de rosa’ con transmisión por el canal de Youtube de Triple A, a partir de las 2:30 de la tarde.
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También es la escritora de su libro ‘Cáncer, un regalo mal empacado’, en el que relata una compilación de su experiencia para acompañar a las personas que enfrentan la realidad de esta patología.
'En ese libro lo que hacemos es compartir como todos los aciertos y los desaciertos desde una mirada, no solamente como paciente, sino también como cuidadora y como acompañante. Cierto, porque cuando una persona tiene cáncer, toda la familia también también tienen el mismo dolor, tienen el mismo miedo, el otro que se muera, que sufra'.
El tratamiento se convierte en una odisea, un camino lleno de altibajos. La fatiga se entrelaza con la esperanza, y las lágrimas son testimonio de la valentía. Así lo vivió Lina, quien pudo encontrar valor en las cosas pequeñas de la vida.
'La vida es mucho más que eso, que uno tiene que dejar pasar muchas cosas y que las cosas más bonitas las tenemos a la mano y gratis. La naturaleza, los perros, los abrazos. Ya no dejo un perdón para más tarde, ya no dejo una camisa para estrenarme después, la vajilla que tenía guardada por si de pronto venían a visitársela, la saqué'.
La resiliencia florece en los pequeños momentos de gratitud. En apreciar la belleza de un amanecer, en celebrar los pequeños triunfos y en encontrar alegría en la simplicidad de la vida cotidiana.
'Yo me di cuenta que yo vivía en automático y ahora me disfruto y me degusto cualquier situación que tengo. Aquí vamos a apuntarle a la vida, a entender que son aprendizajes que tenemos que tener la capacidad de mirarlos sacándoles provecho y no mirarlos como desde afuera, como si fueran los enemigos, todo lo contrario. Son los llamados a conectarnos mucho más con las cosas bonitas de la vida'.





















