Nadin Abdala, un médico que transforma vidas con su vocación
El barranquillero fue premiado por la Academia Americana de Neurología por haber contribuido a una técnica mínimamente invasiva para tratar tumores cerebrales.
Desde pequeño, Nadin Abdala Vargas supo que quería dedicarse a salvar vidas a través de la medicina. Su interés por los descubrir los orígenes de enfermedades, buscar una salida ante un panorama difícil y darle esperanza a decenas de personas a través de su conocimiento, ha sido fundamental a lo largo de su vida.
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A pesar que en su familia no tuvo referencias de profesionales médicos, este barranquillero decidió apostarle a su sueño y empezar una etapa de éxitos, conocimientos y sacrificios.
El Médico de 30 años realizó una investigación junto a un grupo de compañeros que reduce los riegos de intervención en el cerebro. El estudio fue premiado recientemente en Estados Unidos por los valiosos aportes que le realiza a este campo de la medicina.
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Al principio, tuvo la idea de ser Médico general, sin embargo, su enfoque fue cambiando a medida que más se adentraba en este mundo de constante aprendizaje sobre el cuerpo humano.
Luego de finalizar su carrera realizó su internado en la Clínica Misericordia Internacional, ubicada en la ciudad, y conoció varios neurocirujanos que lo motivaron a inclinarse por esta rama de la Medicina.
El barranquillero adelanta sus estudios como neurocirujano en la Fundación Universitaria Ciencias de la Salud, ubicada en la capital del país y en cinco meses recibirá su título.
“Me decidí a estudiar Neurocirugía porque creo que es un campo en el que el cáncer logra matar rápidamente a la persona y no está tan bien estudiado. Ese fue mi propósito desde un comienzo, hallar nuevas maneras de tratar este tipo de enfermedades”, sostiene Abdala.
Para Nadin, ejercer la medicina en Colombia es todo un desafío debido a la limitación de recursos y afirma que: “Los insumos son pocos, por eso no podemos desarrollar nuestra labor al máximo, algo que es frustrante, pero siempre se busca alguna otra alternativa”.
Hace cerca de cinco a diez años, los tumores se intervenían a través de abordajes grandes, es decir, para tratar cierta parte afectada se veían perjudicadas en cierto grado otras que no poseían problemas.
“Hoy los neurocirujanos tratan: la epilepsia, el tumor y las complicaciones. Por eso yo digo que tengo tres pasiones que me ayudan a dar todo de mí para ayudar a quienes padezcan estas enfermedades”, afirma el médico barranquillero.
Abdala inició a trabajar en Neurooncología y conoció una técnica mínimamente invasiva que recién se estaba aplicando en el país. Sin embargo, este barranquillero junto a un grupo de compañeros desarrollaron un software altamente beneficioso para tratar estas enfermedades.
“El software que creamos realiza una reconstrucción tridimensional del tumor a través de imágenes computarizadas y descubrimos un punto específico en el cráneo por donde entrar al cerebro y luego por donde entrar al tumor sin tocar otras zonas y ocasionando el menor daño posible”.
Otros de los beneficios que trae esta técnica es que evita que los pacientes que padecen cáncer tengan que cortarse el cabello. Únicamente se corta alrededor de tres o cuatro centímetros en la zona por donde se llevará a cabo el procedimiento.
El estudio fue realizado a 74 pacientes consiguiendo una recepción positiva de 95 % de los pacientes. Esta investigación realizada por más de cinco personas en las que se encuentra Abdala, fue galardonada recientemente por la Asociación Americana de Neurocirujanos.
Entre los premios que obtuvo el barranquillero se encuentra una invitación para realizar el Fellowship en Cirugía de Epilepsia en la Universidad de Pittsburg EE. UU. durante el 2024.
Este barranquillero se perfila como uno de los doctores con mayor conocimiento en la Neurocirugía y Neurooncología en el país. Y afirma que continuará ejerciendo su vocación hasta el último día de su vida.
“Hoy los estudiantes de Medicina se interesan poco por la Neurocirugía, parece que hubiera una neurofobía porque creen que es algo muy difícil. Espero que las nuevas generaciones se inspiren en ejercer esta rama, sería de mucho agrado y apostaríamos por mejores tratamientos”
Finalmente, Abdala sostuvo: “Yo soy un barranquillero como cualquier otro. Cada vez que voy a Barranquilla veo jugar a Junior e incluso opero con un gorro de Junior. No cambio mi acento por más que viva en otro lugar, uno tiene que sentirse orgulloso de quien es y espero que mi historia pueda inspirar a otros jóvenes de la ciudad”.