El Heraldo
Salud

Luchando con una sonrisa: Edgardo Reales y su batalla ganada contra el cáncer

Edgardo Reales es uno de los 416.000 colombianos que diariamente libran una dura batalla contra esta enfermedad. 

En el Día Mundial contra el Cáncer, que se conmemora cada 4 de febrero,  resulta relevante destacar la importancia que tiene detectarlo y tratarlo a tiempo.

Son miles de personas que a diario tienen que luchar con esta enfermedad; Edgardo Reales es una de ellas, quien siempre se mantuvo “luchando con una sonrisa”.

Hace cuatro años en Santa Marta estaba Edgardo Reales, quien, para entonces, tenía 46 años y a quien recientemente se le había culminado su vinculación laboral como conductor en una compañía de productos lácteos.

Unos siete meses atrás, mientras trabajaba en el vehículo, se había golpeado en una zona de su entrepierna derecha y le salió una “bolita” pequeña, que comenzó a crecer paulatinamente.   

“Me empecé a preocupar porque, cada vez que me bañaba, la notaba más grande y sentía una picazón por dentro, una rasquiña. Entonces como ya no estaba trabajando, una prima me ayudó a hacer los trámites para afiliarme a Coosalud a través del Sisbén”, relata.  

Como Edgardo, en Coosalud son atentidos más de 15.700 usuarios en las diferentes manifestaciones de esta patología.

Y continúa: “Me atendieron en la Clínica Mar Caribe y allí me mandaron a hacer varios exámenes. Al final, me detectaron un tumor maligno y el doctor Záccaro, mi médico, me dijo que ese tumor era muy agresivo, que debían operarme rápido, de emergencia”.   

En ese momento, se llenó de temores. El mayor de ellos es que tuvieran que amputarle la pierna, teniendo en cuenta el tamaño que había alcanzado la masa.

Por fortuna, eso no fue necesario.     

 

Después de la cirugía, estuvo alrededor de dos meses en reposo antes de comenzar con las radioterapias.

Inicialmente le programaron 27 sesiones, pero, debido a que hubo células cancerígenas que quedaron adheridas al músculo tras la intervención quirúrgica, le ordenaron seis sesiones de quimioterapias más.

No podían correr el riesgo de hacer cortes en esa zona y que Edgardo sufriera de cojera.

Durante esos días, para distraerse, se dedicó a fabricar señuelos para su oficio de pescador.

Logró hacer alrededor de 70 piezas de diferentes formas y tamaños.

A pesar del temor y de la incertidumbre que vivió en el proceso, Edgardo pudo superar la enfermedad, pero siempre manteniendo la sonrisa.

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