El Heraldo
Pilar Senior y su esposo Antonio Ruiz en la sala de su casa en Barranquilla. César Bolívar y cortesía
Salud

“El cáncer no es solo de ella, es de los dos”

Una de cada ocho mujeres padecerá cáncer de mama en algún momento de su vida. Pacientes y médicos explican la importancia de la pareja y el núcleo familiar durante la enfermedad.

El cáncer de mama es el más frecuente en las mujeres tanto en los países desarrollados como en los que están en desarrollo, según información de la Organización Mundial de la Salud.

Las estadísticas indican que una de cada ocho mujeres tendrá problemas de cáncer de seno en su vida. 

“El diagnóstico afecta al paciente y a sus familiares. Si el paciente tiene una buena red de apoyo, le irá mejor”, asegura el  ginecobstetra y mastólogo Juan Felipe Arias.

Para Iván Bustillo, oncólogo e internista, la pareja es fundamental “porque es un impacto tremendo a causa de los procedimientos”.

Esos impactos pueden ser físicos, cosméticos y a largo plazo, como la alteración de funciones cognitivas e incluso la vida sexual.

“Como médico pido que el paciente siempre vaya acompañado a consulta. Aunque uno ve que al principio está con apoyo, luego de la cirugía o quimioterapia es abandonado porque se afecta el núcleo”, cuenta Arias. 

Ambos médicos, adscritos a la clínica Portoazul, coinciden en que el diagnóstico sigue siendo estigmatizado.

“En Barranquilla, por ejemplo, todavía falta mucho y la mayoría nos consulta cuando ya está avanzada. No tenemos tan presente la prevención, por lo que debemos conocer el problema y quitar los miedos al tratamiento”, asegura Bustillo.

Para él “los hombres son buenos en el tema de apoyar”, por lo que siempre busca explicarles lo que sucederá tras el diagnóstico y cómo “se pueden acomodar a los cambios”.

“La enfermedad no es del paciente nada más. Como médicos incluimos a toda la familia, deben tener entendimiento y empiezan a entenderla”, manifiesta Arias.

Los dos especialistas recomiendan el autoexamen a partir de los 20 años, exámenes por médicos entrenados desde los 40 y chequeos periódicos desde los 50.

“El mayor apoyo es encaminar a la persona a que vaya al médico, no hacer de médico en casa. Un paciente podrá salir, tener vida sexual, familiar o ir a cine”, finaliza Bustillo.

Maryluz Quijano Pardo (q.e.d.) junto a Carlos Alberto Vásquez.

“Es una batalla diaria que no enseñan”

Carlos Alberto Vásquez define como “valiente” a Maryluz Quijano Pardo, su esposa por 18 años y quien falleció hace dos meses.

Maryluz fue diagnosticada con cáncer de seno hace unos años. Fue luego de un paseo en bicicleta con su hija mayor cuando le dijo a su esposo que sentía molestia en el seno derecho y además “sentía una bolita”. 

Asistieron al médico general, cuenta Carlos Alberto, y este la remitió a un oncólogo donde le realizaron una serie de exámenes que resultaron siendo positivos para cáncer de mama. 

“Eso no lo enseñan. No hay un manual que te enseñe a una etapa porque son meses y meses de mucho dolor. Al final termina uno más cansado que cualquier otra cosa. Es una batalla diaria, psicológica, afectiva y económica”, recuerda.

Inicialmente el médico recomendó una operación de un cuadrante, es decir, retirar únicamente una parte del seno. “Al momento de la operación el médico salió y me dijo que entrara. Me comentó que necesitaban quitarle el seno completo”, esto porque el tumor, en palabras del especialista recordadas por Carlos Alberto, “creció como una yuca”. 

Ese fue el primer golpe para él. A partir de allí asistieron a todos los tratamientos, citas, procesos. “Dejé de trabajar para acompañarla. Notaba que en la sala de espera nunca había hombres o eran pocos. Escuchaba que habían sido abandonadas”. 

En una junta médica le pidieron a ‘Mary’, como cariñosamente la recuerda Carlos Alberto, que saliera. En ese instante le contaron a él que se trataba de un cáncer muy agresivo “y me dijeron que mi esposa iba a morir porque no tenía cura”. 

Nunca le dijo la gravedad de su asunto a nadie, solo decía que sería un tratamiento difícil. 

“Cuatro años de un dolor interno y una fuerza que debí sacar con mis hijas para no llorar, para demostrarle que podíamos”, dice. 

Carlos Alberto Vásquez, Maryluz y sus dos hijas durante un paseo.

Ante el dolor, le queda la satisfacción de “arrebatarle años al cáncer, donde vivimos cosas hermosas y pasamos tiempo de calidad”. 

Se convirtió en un experto en cáncer. “Le decía lo que arrojaban los exámenes, pero la motivaba. Le recordaba que estaba viva y que había que agradecer por eso”.

A Maryluz también le sacaron los ovarios y se le adelantó la menopausia, Carlos Alberto describe la situación como “37 años, pero su cuerpo se enredó y parecía que tuviera 60”. 

Ante eso “nuestra vida sexual se acabó y me mantuve firme, fiel a ella. Duramos años sin volver a tener relaciones sexuales y yo terminé entregado a ese compromiso”. 

Luego de su muerte, el 15 de agosto, reflexiona que nunca hizo nada “que no fuera un acto de fe”. 

“Cada caso es diferente, muchos se acobardan, muchos no aman. Si amas de verdad el cáncer no es solo de ella, el cáncer es de los dos”, finaliza. 

El cáncer es lo más horrible del mundo, la prueba más difícil que a una persona le puede suceder. 

“No tenemos motivo para no estar juntos”

Pilar Senior y Antonio Ruiz tienen 37 años de casados, tres hijos y una historia de vida que cuentan cuando alguien necesita un consejo. 

En 2005 Pilar fue diagnosticada de cáncer de mama, el mismo resultado que tuvo su mamá y su abuela. Algo que ella define como “una herencia”.

Antonio recuerda que fue ella misma la que se “encontró una bolita” y acudió al médico. La biopsia dio positivo y empezó “un proceso” para toda la familia.

“Al comienzo era negación, yo pensaba que no tenía nada y todo saldría bien”, confiesa Antonio.

Ella viajó a Medellín a realizarse el tratamiento y él se quedó en casa con sus tres hijos “y trabajando porque teníamos que buscar plata para todo el proceso”. 

Antonio José Ruiz, Antonio Ruiz, Mauricio Andrés Ruiz, Pilar Senior y Juan Carlos Ruiz.

“El apoyo es primordial. Siempre pensé que tenía que salir adelante y ahí estuvo a prueba el amor”, cuenta Pilar.

Ante la enfermedad y los kilómetros entre los dos, por la mente de Antonio nunca pasó retirarse de la lucha. “Jamás dudé que tenía que estar al lado de ella. Nunca la vi diferente ni fea, era la misma mujer de siempre”.

Su relación iba conforme a las quimioterapias por los efectos que estas tenían en ella. “Un día antes de la siguiente quimio salíamos a comer, íbamos a cine o visitábamos a la familia. Nunca dejamos de hacerlo”.

Duró un año el proceso, ahora anualmente se realiza los exámenes de chequeo. “Tengo una teta de 15 y una de 30”, dice entre risas.

Para él es un elemento vital no perder la comunicación y que ella supiera que a su lado estaban sus hijos y esposo. Ella recuerda con cariño que su hijo mayor se rapó a la par de ella en señal de apoyo.

“Pilar es una guerrera, es una valiente”, es la frase que Antonio dice cuando se le pide describir a su compañera de vida.

En su vida no hubo espacio para la depresión, “me ocupé tanto en mi trabajo y mis hijos que no tuve tiempo para deprimirme”, es por eso que su frase de batalla fue recordarle que gracias a su prevención se pudo detectar a tiempo el cáncer y luchar.

“El porcentaje de esposos que se retira en el proceso o después es alto, pero el amor prima. Si amas realmente a tu pareja lo haces con todo. No puedes abandonar el barco ante una enfermedad catastrófica”.

Dice que el cáncer es una enfermedad que “golpea a toda la familia”, pero que aun así, “no hay ningún motivo para no estar juntos”. 

“Siempre tienes que pensar positivamente. Nada de reversa o preguntarte por qué te tocó”, recomienda Pilar.

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