
Traer un hijo al mundo es una bendición. Así lo considera Jorge Pico Cárdenas, quien a pesar de no contar con un empleo y ser padre de trillizos sietemesinos, solo espera una oportunidad laboral para mantener a los bebés, quienes están en incubadoras desde hace dos semanas en la Maternidad Rafael Calvo.
“Cuando me entré de la noticia de que mi novia estaba embarazada fue bastante complicado, pero fue mucho más difícil cuando empezamos a asistir a los chequeos médicos. La primera vez el doctor nos dijo que era un solo niño. La segunda nos dijeron que eran dos. En la tercera visita nos enteramos que eran trillizos. Confieso que al cuarto chequeo no quería ir, porque llegué a pensar que iban a ser más hijos”, comenta Pico Cárdenas, de 25 años de edad.
Jorge es consciente del gran reto que le espera. Sabe que la situación económica por la que atraviesa junto a la madre de sus hijos, una joven de solo 23 años, no es la que hubiera deseado. Sin embargo, hay algo de lo que está convencido a cabalidad: no le interesa despertar lástima.
“La verdad es que durante las dos semanas que llevo como padre mi esposa y yo la hemos pasado bastante difícil. Mis tres bebés se gastan 18 paños desechables diarios, me toca comprarles unos potes de leche especiales, porque los niños me nacieron a los siete meses y cuatro días. Sin embargo, yo le digo a Andrea, que es como se llama mi esposa, que vamos con todo, y por eso lo único que espero es conseguir un trabajo cuanto antes”, asegura Jorge.
Pico Cárdenas es ingeniero de sistemas y explica que los últimos ahorros que tenía, 1 millón 200 mil pesos, los gastó por completo en las dos últimas semanas.
“La última vez que trabajé fue en diciembre pasado. Ahorré una plática porque sabía que cuando nacieran mis hijos el gasto iba a ser grande. Sin embargo, me quedé corto porque ya no me queda ni un solo peso. Esto de ser papá no es ningún cuento por ahí”, explica.
Por Israel González Díaz