Pese a que la tensión entre los nativos de Barú y los vigilantes privados de los terrenos de Corplayas ha bajado, la incertidumbre por el futuro de Playa Blanca no sale de las mentes de los baruleros que viven del turismo en este balneario tan codiciado por el claro de sus arenas y la diversidad de azules de sus aguas.

Según Cristóbal Ortega, presidente de la Junta de Acción Comunal (JAC) de Santa Ana, corregimiento de Cartagena ubicado en la isla de Barú, y de donde son la mayoría de familias que viven de prestar servicios turísticos en Playa Blanca, los nativos solo esperan que el Estado actúe correctamente.

“Los Antimotines de la Policía ya se retiraron de la zona y los ánimos están calmados. Esperamos que todo esto se resuelva siempre de forma pacífica”, comentó Ortega.

Los habitantes de la Isla de Barú, en la zona insular de Cartagena, denunciaron sentirse amenazados por un proyecto de complejo hotelero, las cuales, mediante una solicitud de concesión, estarían pretendiendo el manejo de 3 kilómetros de playa.

El jueves anterior un grupo de nativos y de celadores del proyecto privado, chocaron cuando los vigilantes pretendieron mover una cerca, lo que dejaría sin sendero peatonal a los nativos entre los kioscos del área de Playa Blanca y el de sus labores. Hubo disparos y una ‘lluvia’ de piedras que se frenó con la llegada del Esmad.

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