Región Caribe

En video | La sanación - capítulo 7

En la masacre de los paramilitares festejaban las muertes con los instrumentos de la Casa de Cultura. La reconciliación con la música ha sido determinante para curar las heridas del pueblo y reconstruir el fragmentado tejido social de El Salado. 

El tejido social de El Salado se rompió con la guerra. La violencia encamino a sus habitantes por rumbos diferentes y, cada uno, vivió su propio destierro. Regresar también era doloroso. 

Entre el año 2002 y 2003, un grupo de salaeros liderados por Lucho Torres, planificaron el retorno.

«Nos tocó reconstruir, más que todo, la voluntad. También la esperanza y la fuerza de cada uno para salir a adelante», recordó Neida.

«Nos fuimos por lo que pasó y dijimos: ‹no volvemos más›, pero el amor a su tierra es más grande. La gente no se adaptó bien a la ciudad, en especial los de la tercera edad, y comenzaron a reunirse desde distintas partes. Vinieron de Sincelejo, de Cartagena, y así hasta que hicieron un retorno», dijo Élida, quien hoy vive con dos de sus hijos en El Salado, uno de ellos es maestro.

Los salaeros empezaron a reunirse en casas, planificando el retorno. Al principio, se vinieron unos 20. Encontraron un pueblo escondido en el monte. Pero después llegaron varias entidades y fundaciones a ayudar a reconstruir el pueblo.

«Para el retorno me cuentan que el pueblo era muy unido cuando no había llegado ninguna entidad. Después hubo mucha inconformidad y división», lamentó Mile Medina, sin querer ahondar en el tema.

 La guerra los golpeó tan fuerte, que la resistencia ha sido el mayor acto de valentía con el que han enfrentado a la muerte y a la sombra del pasado. 

«Yo no quisiera saber más de eso, no quisiera que me preguntaran nunca más que fue lo que ocurrió. Que esa historia reviva en los libros, que viva en nuestras mentes y ya», expresó Élida haciéndole una súplica a su memoria.

Un día, en el año 2003, un grupo de mujeres decidieron enfrentar esa sombra. Crearon una organización y pensaron en cómo reparar el tejido social, cuando parecía estar aún más desintegrado que ahora.

 «Algo nos marcó, algo nos dejó unas secuelas muy grandes, pero también debemos demostrar que somos capaces de que esos sitios que nos marcaron vuelvan a revivir, que esos sitios que quedaron ahí en el olvido y que hoy nos dan tanto miedo, podamos volverle a dar color, que se oiga la risa de los niños que nos volvamos a encontrar en esos lugares”, dijo Neida compartiendo su anhelo y el de ese colectivo de mujeres.

“Yo no quisiera saber más de eso, no quisiera que me preguntaran nunca más que fue lo que ocurrió”

Tras la masacre, el desplazamiento, el desarraigo, el miedo y el retorno, la sanación es quizás la etapa más dura que afrontan las víctimas de El Salado.

«Es muy doloroso bailar donde tantos seres queridos cayeron. Eso también le da duro a uno »,  dijo Neida, quien resiste con fortaleza frente a un pasado que quiere mantener al pueblo sumido en la tristeza.

Gerardo Cepeda, fundador de la escuela de música de El Salado, explicó que cuando se decide armar la agrupación folclórica con los jóvenes del pueblo, se enteró que cuando los paramilitares masacraban al pueblo utilizaban los instrumentos de la casa de la cultura para festejar las muertes.

«A partir de allí, comienza un proceso con la comunidad de fortaleza y resiliencia », precisó.

Gerardo reconoce que la reconciliación de los salaeros con la música fue determinante en el proceso de sanación de muchas personas.

En el parque 5 de Noviembre, donde ocurrió la primera masacre, Gerardo tocaba con varios jóvenes que, aunque  no vivieron la masacre sí han conocido de cerca las heridas de su pueblo. Hoy con la misma música que, en medio de la violencia, intentaron apagar la alegría de los salaeros, le devuelven las sonrisas. Tras 20 años de un gran sufrimiento, los salaeros han empezado a arrancar la maleza que acumularon en el corazón.

Cuando Dioselina Torres empezó a hablar del pasado, notó que podía contar lo sucedido  sin romper a llorar.

Con determinación reconoció que ya había sanado. Pero a mitad de su intervención, respiró hondo y cerró sus ojos como si muy adentro encontrara las fuerzas: «A veces uno piensa que ya hay cosas que están superadas, pero es como cuando tienes una llaga abierta y remueves el dolor».

El Salado: 20 años de resistencia

EL HERALDO recorrió las calles del pueblo y habló con sus habitantes para conocer cómo viven hoy los sobrevivientes.

Facebook
Twitter
Messenger
Whatsapp
Convierta a El Heraldo en su fuente de noticias
X
COMO REPORTAR A WASAPEA
1. Agrega a tu celular el número de Wasapea a EL HERALDO: +57 310 438 3838
2. Envía tus reportes, denuncias y opiniones a través de textos, fotografías y videos. Recuerda grabar y fotografiar los hechos horizontalmente.
3. EL HERALDO se encargará de hacer seguimiento a la información para luego publicarla en nuestros sitio web.
4. Recuerda que puedes enviarnos un video selfie relatándonos la situación.