
El 7 de Agosto: el barrio que “batalla” contra el olvido en Santa Marta
A propósito del Bicentenario de la Batalla de Boyacá, uno de los sectores más populares de Santa Marta no tiene mucho para celebrar por las promesas estatales no cumplidas.
Al pie del cerro de las Tres Cruces, en Santa Marta, se levanta el 7 de Agosto, un barrio con muchas necesidades, con marcada ausencia Institucional y en donde – al decir de sus moradores – “si fuera por las promesas de los políticos sería una ‘tacita’ de oro”.
El sector no celebra la fecha de su fundación debido a que el luto los embarga, pues dos de sus precursores fallecieron recientemente: Eugenio Rada y María Cataño.
La falta de agua es el principal factor de desespero de sus habitantes, aunque lo es también la superpoblación en los cerros aledaños que produce sobrecarga de energía y consecuentemente recurrentes salidas del servicio. Tampoco es ajeno a la inseguridad.
Para Ismael Alfaro Rivaldo, un legendario morador, “a pesar de que tenemos un tanque de cualquier cantidad de litros, el agua no nos llega por gravedad”. “Ni Metroagua ni las otras empresas que la han reemplazado, han podido solucionar este problema”.
Por eso es común ver mangueras en los registros para tratar de lograr agua con apoyo de motobombas.
El sector tiene luz porque la comunidad aportó la mano de obra y el cableado lo compró con recursos propios.
El barrio, de 63 años de existencia, fue producto de una invasión durante el gobierno del alcalde Musa Moisés Askar y abarca una amplia área comprendida entre las carreras 24 y 24 con calles 21 y 22. Tiene dos sectores: ‘Manhattan’ (sobre la carrera 24) y el otro denominado ‘La Balanza’ (sobre la 24A).
No se precisa el número de habitantes debido a la cantidad de asentamienttos en los cerros en donde viven desplazados, migrantes e indígenas arhuacos.
María González de Pacheco, de 78 años, fue una de las primeras en levantar su vivienda. Lo hizo en el sector de Manhattan. Con su esposo Pablo Emilio Pacheco (fallecido) construyó un rancho de zinc, madera y palos.
Al cabo rato fueron llegando más personas hasta conformar el barrio que muchos años después fue legalizado.

Este miércoles el barrio 7 de Agosto de Riohacha está cumpliendo 45 años y sus habitantes aún esperan la solución a varios de sus problemas.
Según el líder Yobeth Mejía hay varias calles del sector que están sin pavimentar porque algunos proyectos han quedado inconclusos y dice que tampoco cuentan con un buen servicio de agua potable.
“En cuanto al agua, muchos de nosotros hemos ido varias veces a la empresa ASAA para quejarnos y nos prometen que van a solucionar, pero no vemos arreglo para este problema de manera inmediata que es lo que necesitamos”, indicó.
También sufren con la inseguridad a la cual atribuye a la poca vigilancia policial y las ventas de alucinógenos en barrios vecinos. Explicó que para celebrar este aniversario habrá una procesión de San Cayetano que es el patrono del barrio y una eucaristía. También se realizará un festival musical y gastronómico como todos los años con el fin de integrar a los moradores del barrio.
Inicialmente el barrio lo conformaban varios sectores y luego se fue independizando y construyendo otras viviendas convirtiéndose así en uno de los sectores más tradicionales. Dentro de las necesidades que tienen también está la falta de espacios de recreación para los niños y jóvenes del sector.

En Sincelejo la calle del Siete de Agosto dejó de ser residencial y ahora es netamente comercial. No es para menos, queda a pocas cuadras del Centro, inclusive, ella de por sí es una zona de bastante movimiento económico y de salud.
En un día como hoy se ve el pabelllón nacional en las fachadas de los establecimientos de comercio.
Tiendas, almacenes de repuestos, locales de celulares, consultorios médicos, clínicas, ventas de minutos, restaurantes, veterinarias, una iglesia evangélica y parqueaderos componen este entorno urbano, que aunque carece de una Junta de Acción Comunal propia es tan tradicional como la Plaza Cultural Majagual. Hay pocas casas residenciales, menos de 20, lo que le da un toque más comercial a la zona.
La celebración, por ende, es sobria. Atrás quedaron las rifas, festivales de salsa y tómbolas que se hacían para conmemorar la tradición y que según el veterano periodista Orlando Álvarez, estas fiestas del 7 de Agosto eran tan concurridas que competían con las del barrio 20 de Julio.
A diario el movimiento citadino en dicho punto es imparable. Queda cerca del Cementerio Central, la calle 20 es su vecina al igual que la Catedral San Francisco de Asís, lo que la hace más estratégica. Por ser un sector céntrico no tiene problemas con los servicios públicos, pero las pocas familias que quedan en él y hasta los usuarios de ella se quejan por el alto tráfico que posee y que hace de ellas una de las de mayor accidentalidad.

Hace 56 años nació en Valledupar el populoso sector Siete de Agosto que inicialmente fue una extensión de la invasión Las Tablitas, de la que también hacía parte lo que después se conoció como el Primero de Mayo.
Sus calles están pavimentadas, cuenta con buenos servicios públicos y recién se adelantaron obras. El barrio se caracteriza por gente trabajadora y alegre, que en esta fecha se suma al sentido patrio izando el tricolor en el frente de sus casas.
Diana Pérez, residente hace 39 años en este sector, que el barrio ha progresado mucho, la gente del Siete de Agosto ha sido de mucho empuje, al comienzo algunos se fueron para Venezuela y traían plata de allá trabajada y fueron haciendo sus casas”.
Otro vecino, Dairo García, explica que Siete de Agosto abarca desde la calle 25 hasta la 32 y desde la carrera 24 hasta la 32, colindando con los barrios El Prado, Primero de Mayo y Los Fundadores. Además de tener las calles pavimentadas, cuentan con el colegio Enrique Pupo Martínez.
Pero no todo es ‘color de rosa’ porque la inseguridad los golpea. “En cualquier esquina los delincuentes atracan, a mis nietas las asaltaron dos hombres en moto que llegaron hasta la puerta de la casa y le quitaron el celular; se necesita más patrullaje de la Policía”, puntualizó Diana Pérez.