El Heraldo
Seguidores de Gustavo Petro escuchan al candidato en el acto realizado anoche en Bogotá. Colprensa
Política

Ley del Montes | Colombia, país dividido entre el “antipetrismo” y el “antiuribismo”

El próximo presidente saldrá de la medición de fuerzas electorales entre la izquierda de Petro y la derecha de Duque. Habrá una segunda vuelta de odios y no de afectos.

¿Y ahora qué sigue? Esa es la pregunta que se hacen millones de votantes, luego de conocerse los resultados de la primera vuelta presidencial, que dio como ganador a Iván Duque (7.569.693) y a Gustavo Petro (4.851.254) como el candidato con la segunda votación del país. Eso significa que habrá segunda vuelta el próximo 17 de junio y de ahí saldrá el sucesor de Juan Manuel Santos en la Casa de Nariño. El tercer lugar lo ocupó Sergio Fajardo (4.589.696) -muy cerca de Petro-, el cuarto fue para Germán Vargas Lleras (1.407.840) y el quinto para Humberto de la Calle (399.180).

De los hechos llamativos de la jornada electoral de ayer, uno de los que más se destaca en lo que tiene que ver con la Región Caribe es el triunfo de Petro en cuatro departamentos: La Guajira, Atlántico, Córdoba y Sucre. También hay que resaltar la debacle del Partido Liberal en una zona que fue durante muchos años uno de sus fortines electorales. De igual manera es llamativa la escasa votación de Vargas Lleras en departamentos y capitales donde esperaba una masiva votación.

El triunfo de Petro en la Región es sin duda un “voto castigo” a la clase política tradicional, que no ha sabido satisfacer las mínimas necesidades de un amplio sector de la población, que se sintonizó con su “discurso salvador”. Es también un voto contra la corrupción, bandera que Petro enarboló en una región donde este fenómeno alcanza cifras astronómicas.

Al premiar a Petro con sus votos, la Región Caribe le cobró a la clase política tradicional sus estrechos vínculos con organizaciones criminales, como los llamados grupos paramilitares. De hecho, ganó en Sucre y Córdoba, departamentos donde la llamada “parapolítica” tuvo gran protagonismo hace algunos años. Como senador, Petro denunció a varios congresistas que terminaron en la cárcel, como Álvaro García Romero en Sucre.

Las elecciones de ayer también fueron una cachetada para el Partido Liberal, tanto en la Región Caribe como en el resto del país. Del glorioso liberalismo no queda casi nada. El Partido Liberal prácticamente ha dejado de existir. El candidato De la Calle apenas alcanzó 400.000 votos, una cifra demasiado precaria para el partido político con más presidentes en la historia de Colombia. ¿Quién responde por la debacle? ¿Qué se hicieron los votos liberales? ¿Cómo llegó el partido político con más arraigo popular del país a tener un candidato presidencial con una votación similar al margen del error? ¿Qué tiene que decir el presidente del partido, César Gaviria Trujillo?

Otro perdedor de la primera vuelta presidencial es -sin duda- Vargas Lleras, que apostó su suerte a la maquinaria de la clase política, que le falló, como le ha fallado a muchos candidatos presidenciales, entre otros a Alfonso López en 1982, cuando le ganó Belisario Betancur. “¿Qué pasó con los votos de la Costa?”, se preguntaba López, desconcertado, mientras esperaba unos votos que nunca llegaron.

Esa misma pregunta debió hacerse anoche el exvicepresidente de Juan Manuel Santos, ante la pobrísima votación alcanzada, especialmente en Barranquilla, ciudad en la que había depositado mucha esperanza. Quedó demostrado una vez más que la clase política de la región resuelve sus problemas en las elecciones parlamentarias de marzo, cuando salen elegidos al Congreso. Para la primera vuelta presidencial necesitan mucha ‘mermelada’ para aceitar la maquinaria. Ahora la pondrán al servicio del mejor postor, como hicieron con Santos hace cuatro años, luego de que perdiera en la primera vuelta con Óscar Iván Zuluaga.

Pero tanto De la Calle como Vargas Lleras también pagaron muy caro su cercanía con el presidente Santos, el mandatario más desprestigiado en la historia de país. El primero fue su negociador en La Habana con las Farc y el segundo su vicepresidente. Ambos debieron cargar el pesado piano de ser “herederos” de un gobierno carente de respaldo popular. Que dicho respaldo sea justo o injusto, esa es otra discusión.

Simpatizantes del candidato Iván Duque celebran los resultados electorales. Colprensa

¿Y ahora qué sigue? Una segunda vuelta con resultado impredecible, así las encuestas -a las que ayer les fue muy bien, con contadas excepciones- digan otra cosa. Un triunfo holgado de Duque sobre Petro, como lo vaticinan varios sondeos, no es tan claro, por la sencilla razón de que los votos no son endosables y porque el comportamiento del elector cambia de forma drástica de una vuelta presidencial a otra.

¿Qué candidato -por ejemplo- puede contar con los 4.588.300 votos de Fajardo? ¿Petro, que lo responsabilizó de la crisis de Hidroituango y que se llevó como su fórmula vicepresidencial a Ángela Robledo, una ficha “verde” muy importante? ¿Duque, que tiene como máximo mentor a Álvaro Uribe, uno de los hombres más despreciados y combatidos por Claudia López, su fórmula vicepresidencial? Cualquier candidato que cuente con esos votos, estará contando pajaritos en el aire.

Igual sucede con los otros candidatos perdedores. Los 400.000 votos de De la Calle -que tendrían a Fajardo en segunda vuelta, de haberse concretado la consulta interpartidista de marzo- tampoco son endosables, pues algunos se irán con Petro y otros con Duque, seguramente los de Gaviria. Y Vargas Lleras tampoco puede endosar el 1.400.000 que sacó.

Pero el comportamiento del elector también cambia de forma drástica en la segunda vuelta por cuenta de las “bajas pasiones”. En la primera vuelta el elector vota por afecto por un candidato y en la segunda lo hace por odio contra un candidato. Es decir, el próximo 17 de Junio lo que habrá en Colombia es una medición de fuerzas entre el “antiuribismo” y el “antipetrismo”. Ayer votó el uribismo por Duque, en junio votará en su contra todo el “antiuribismo” nacional. 

Igual sucederá con Petro: ayer votaron los petristas por él, en junio todo el “antipetrismo” se volcará a las urnas para impedir que llegue a la Casa de Nariño. Es es el escenario electoral que quedó planteado ayer.

En el caso de Petro es bastante probable que un grupo considerable de votantes de centro-izquierda, que se han mantenido al margen de la contienda y que no son precisamente petristas, salgan a votar el 17 de junio, porque su principal motivación ahora es evitar el triunfo del candidato uribista. Y Duque tendrá que buscar la manera de multiplicar sus votos agitando la bandera del “antipetrismo nacional”, así como buscará movilizar a quienes ven ahora más que nunca la posibilidad de que el “castrochavismo” llegue a la Casa de Nariño. Será -¿alguien lo duda?- una votación de odios, no de afectos. Lástima.

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