El Heraldo
El ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, reveló detalles del contenido de la nueva Reforma Tributaria que prepara el Gobierno. Archivo EL HERALDO
Política

Ley del montes | ¡Atajen a Carrasquilla!

Por cuenta de sus amigos, las primeras semanas del presidente Duque resultaron más tormentosas de lo previsto. El ministro de Hacienda podría ser ‘el coco’ de un gobierno que necesita respaldo político.

El discurso grosero y atrabiliario de Ernesto Macías el día de la posesión de Iván Duque fue apenas el abrebocas del ventarrón que le espera al nuevo presidente por parte de su propio partido, algunos de cuyos militantes siguen sin entender que ya no son opositores y que de lo que se trata es que al nuevo mandatario le vaya bien en sus cuatro años de gobierno.

Era apenas obvio que una intervención tan rastrera y con tan poco sentido histórico, como la de Macías el pasado 7 de agosto, tuviera efectos inmediatos. El primer coletazo del “efecto Macías”, cuyo mensaje rencoroso y vengativo fue recibido con aclamación por los miembros de la bancada del Centro Democrático, como pudimos observar los colombianos por imágenes transmitidas por Noticias Uno, se sintió esta semana, cuando el partido de gobierno, en cabeza de su jefe máximo, Álvaro Uribe Vélez, fracasó en su intento por lograr que el Congreso eligiera como Contralor General a uno de sus principales alfiles, el ex vicecontralor José Félix Lafaurie. 

De nada valieron los esfuerzos de Uribe por tratar de convencer a liberales, conservadores y militantes de Cambio Radical y de La U para que sus bancadas respaldaran la candidatura del presidente de Fedegán, quien a la postre solo obtuvo el apoyo del Centro Democrático. Todos los demás partidos -señalados por Macías una semana atrás de ser corresponsables de la “hecatombe” producida por Juan Manuel Santos- unieron fuerzas para respaldar a un candidato de consenso, el ex auditor Carlos Felipe Córdoba, propinándole así su primer revés al partido de gobierno. “Uribe hizo todo lo que pudo para que eligieran a Lafaurie, pero su candidatura no tuvo respaldo, así se lo hicieron saber los expresidentes Gaviria y Pastrana en la reunión del jueves”, me dijo un senador liberal con quien hablé sobre los pormenores de la elección del nuevo Contralor General.

Hasta el propio presidente Duque, cuando fue indagado para saber si de parte suya habría algún guiño a favor de algún candidato, envió el mensaje de que el Gobierno “no tiene candidato”, ni mucho menos le interesa tener un “contralor de bolsillo”, gesto que -sin duda- enaltece a Duque, que se comportó de forma diferente a Santos, quien en su momento sí medió para que el Congreso eligiera a Edgardo Maya Villazón.

Pero si Macías le minó el terreno a Duque en el campo político, en el económico uno de sus ministros estrella, Alberto Carrasquilla, parece dispuesto a dejarlo muy mal parado ante sus electores. No de otra forma se entiende que mientras Duque en plena campaña presidencial prometió no subir impuestos y defender los intereses de la clase media, su ministro de Hacienda proyecte una reforma tributaria que tiene como blanco preferido precisamente a la clase media y los asalariados del país.

El argumento de Carrasquilla, expuesto en la asamblea de la Andi en Cartagena, es que “aquí el 85 por ciento de la renta sale de las empresas y el 15 por ciento de las personas, cuando en el primer mundo es al revés”. “Esa proporción es contraria en los países desarrollados”, sostuvo Carrasquilla, quien aún no se ha enterado de que Colombia no hace parte del primer mundo. 

Es bueno que el propio Duque -que lo nombró ministro- se lo haga saber, entre otras cosas, porque uno de los principales lemas de la campaña presidencial del nuevo presidente fue: “Más salarios, menos impuestos”. Al parecer, Carrasquilla entendió todo lo contrario: “Menos salarios, más impuestos”.

Los anuncios de Carrasquilla se vinieron a sumar a otros que tienen que ver con la Región Caribe y con Electricaribe, cuya crítica situación requiere con urgencia que el Gobierno tome medidas sobre su futuro. Para Carrasquilla, dichas medidas deben pasar por “el incremento de las tarifas”, algo que -como es apenas lógico- cayó muy mal en más de 10 millones de usuarios que todos los días padecen el mal servicio de la intervenida compañía.

Pero Duque también tendrá que lidiar con el fuego amigo de su ministra de Minas, María Fernanda Suárez, quien -según afirmó recientemente- aspira a “convencerlo de las bondades del fracking”, técnica empleada en la exploración petrolera, que consiste en el uso del agua para fracturar rocas a una profundidad de entre 3 y 5 kilómetros. La técnica ha sido rechazada en muchos países que la consideran letal para el medio ambiente, hasta el punto de que existen en la actualidad movimientos ambientalistas muy poderosos e influyentes con gran poder de movilización, cuyos líderes -sin duda- se harán sentir en caso de que Duque dé vía libre a su utilización en el país.

¿Qué tanto afecta el “fuego amigo” a Duque en sus primeras semanas de gobierno?

Nuevo contralor, duro revés para Uribe

Después de que el 7 de agosto Ernesto Macías le metiera candela a medio Congreso de la República, al que señaló de ser alcahueta del gobierno de Santos, era muy difícil que esos mismos partidos políticos respaldaran a un candidato del Centro Democrático a la Contraloría General. Y si dicho candidato proviene de las entrañas mismas del uribismo, como José Félix Lafaurie, el asunto era mucho peor. Al no tener los votos suficientes para elegirlo, el Centro Democrático debía salir a buscar respaldo en otros partidos. Tarea en la que se puso el ex presidente Álvaro Uribe, pero fracasó en su intento. Liberales, conservadores, Cambio Radical y La U se pusieron de acuerdo y todos apoyaron a Carlos Felipe Córdoba, quien es hoy -sin que se haya producido la elección, programada para mañana- el nuevo Contralor General. Y aunque Duque ha dicho que el Gobierno es “respetuoso de cómo se deben manejar las instituciones” y por consiguiente no hizo ningún guiño por algún candidato, el que su partido haya sido derrotado por los ex presidentes Gaviria, Pastrana y el ex vicepresidente Germán Vargas Lleras -que sumó a Cambio Radical y La U- no deja de ser un revés para quien necesita de las mayorías en el Congreso para sacar adelante sus iniciativas. Para decirlo en plata blanca: con el revés de la elección del Contralor, a Duque le quedará muy complicado poder gobernar sin mermelada. Y ello es así porque quedó demostrado que el respaldo que tiene del Centro Democrático (CD) no le garantiza las mayorías absolutas para lograr la aprobación de su agenda, pues en el Congreso las leyes se aprueban con votos. Y votos fue lo que el CD no tuvo para elegir a Lafaurie como Contralor General.

¿Qué hacer con Carrasquilla?

Alberto Carrasquilla picó en punta como el ministro más odiado del gabinete de Duque. Y eso no le preocupa, porque, entre otras cosas, no sueña con ser presidente de Colombia. El problema de Carrasquilla es que busca la plata donde no la hay: la busca en la clase media y asalariada, cuando los que la tienen son los ricos. La fórmula que piensa aplicar en la próxima Reforma Tributaria es la misma de 2004, cuando era ministro de Hacienda de Uribe. En aquella oportunidad la reforma se le hundió, porque los congresistas no le jalaron a gravar con IVA la mayor cantidad de productos, para luego compensar dicho impacto sobre las clases menos favorecidas mediante mecanismos de devolución. Pero en esta oportunidad el problema de Carrasquilla es mayor, porque resulta que su jefe -Iván Duque- llegó a la Presidencia con la promesa de que no solo bajaría los impuestos, sino que mejoraría los salarios. No resulta serio ni coherente que un candidato ofrezca una cosa y una vez elegido salga con otra. Es verdad que Santos le dejó la “olla raspada” a Duque, pero Carrasquilla no puede pretender llenarla ampliando la base tributaria, poniendo a pagar más impuestos a los colombianos. Ahora bien, si no hay un centavo para los programas ofrecidos por Duque en la campaña -porque Santos no dejó nada, como sostiene Carrasquilla- por qué tienen que ser los que tienen poco o ganan poco, quienes deben cargar con la responsabilidad de llenar de nuevo las alforjas.

Carrasquilla y Electricaribe, ¿subir tarifas es la solución?

Uno de los “chicharrones” que le dejó Santos a Duque fue el de Electricaribe, que nos hace padecer a los costeños todos los días. La empresa está intervenida y en búsqueda de un operador, que supere la actual crisis y optimice su servicio. Para “embellecerla” con el fin de hacerla más atractiva se requiere de una serie de inversiones en mejoramiento y mantenimiento de redes, ampliación de cobertura y modernización de equipos, entre otras. Pero plata es lo que no hay. El anterior gobierno pensó en incrementar tarifas para buscar esos recursos. Así se lo planteó al actual gobierno durante el empalme y a Carrasquilla le sonó y le suena la idea. Es decir, para Carrasquilla, una solución a la crisis, pasa necesariamente por el incremento en las tarifas de energía en la Región Caribe. El Ministro de Hacienda de Duque considera que para mejorar servicios, que es lo que queremos todos los costeños, primero hay que incrementar tarifas. En cambio los costeños creemos todo lo contrario: que para incrementar tarifas, primero tienen que mejorar el servicio. Este “fuego amigo” de su ministro de Hacienda, también deberá resolverlo Duque.

Fracking, ¿bueno o malo?

Cuando la campaña presidencial estaba en pleno apogeo, el entonces candidato de Colombia Humana, Gustavo Petro, señaló a Iván Duque de ser defensor del uso del fracking, como técnica para la exploración del petróleo. Duque lo negó una y otra vez. Pues bien, ahora la ministra de Minas, María Fernanda Suárez, sostiene que sí es posible hacer fracking bien hecho y que aspira convencer al Presidente Duque de su aplicación en el país. Ecopetrol también cree en las bondades del fracking, pues ello le permitirá a la empresa incorporar unos 7.000 millones de nuevos barriles a la reserva nacional. Es decir, se trata de otro dilema que deberá resolver Duque, quien ha mostrado un talante conciliador, alejado de posturas extremistas y asustadoras, como ocurre con varios de sus amigos congresistas del Centro Democrático, quienes aplaudieron a rabiar el discurso del senador Macías. Duque requiere de menos “cabezas calientes” que le hablen al oído y más voces reposadas que le brinden información calificada.

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