El Heraldo
Reunión entre el Gobierno y el Eln, realizada el pasado 21 de noviembre. Archivo
Política

La Ley del Montes | Paz total, ¿sin el Eln?

La negociación con el grupo guerrillero requiere de una buena dosis de paciencia y de prudencia por parte del Gobierno nacional. Este martes reunión clave en Caracas.

Desde que el gobierno de Gustavo Petro anunció que llevaría a cabo un proceso de negociación con todas las organizaciones armadas al margen de la ley que operan en el país, se sabía que los acuerdos con el Eln serían los más difíciles. Pero pocos se imaginaron lo difícil que serían. Y es que negociar con el Eln es la mayor prueba de fuego de todos los gobiernos, desde los tiempos de Alfonso López Michelsen hasta los del propio Petro, pasando por Belisario Betancur, César Gaviria y Juan Manuel Santos, para no hacer la lista completa de mandatarios que quisieron firmar la paz con el Eln y fracasaron en el intento.

El mal momento que atraviesa la negociación del gobierno de Petro con el Eln no es, pues, algo que pueda causar sorpresa. El más sorprendido, sin embargo, es el propio gobierno que no ha sabido manejar la situación y que con cada declaración, tanto de Petro como de sus ministros, terminan echándole más sal a la herida.

Desde el anuncio de Petro, a pocas horas de terminar el 2022, en el sentido de que se había declarado un “cese bilateral al fuego” con todas las cinco organizaciones armadas ilegales con las que se lleva a cabo la llamada paz total, incluyendo al Eln, la situación con esta organización guerrillera empezó a complicarse.

El mensaje esperanzador y optimista de Petro se desvaneció en cuestión de horas, cuando el propio Eln dejó en claro que ellos nada tenían que ver con el supuesto cese bilateral del fuego: “La delegación de diálogos del Eln no ha discutido con el gobierno de Gustavo Petro ninguna propuesta del cese el fuego bilateral; por tanto, aún no existe ningún acuerdo en esa materia”.

Pero para que no quedaran dudas sobre su posición, dado que algunos funcionarios del gobierno, entre ellos el ministro del Interior, Alfonso Prada, insistían en que el Ejecutivo estaba interpretando el sentir del Eln de alcanzar el cese bilateral del fuego, la comandancia de ese grupo insurgente volvió a reiterar su posición, dejando en claro que –contrario a lo que sostenía el gobierno– la negociación con ellos si está en “crisis”.

“El cese al fuego bilateral –aclaró el Eln– es un tema que está pendiente de discutir y sobre el cual aún no tenemos ningún acuerdo; pero que puede abordarse, después de concluirse los temas que quedaron pendientes del primer ciclo”.

 

En su comunicado aclaratorio, el grupo subversivo no dudó en expresar una vez más su malestar por las imprudentes declaraciones de Petro y por el manejo que su gobierno le ha venido dando a la negociación.

“El Eln no puede aceptar como bilateral una decisión unilateral del gobierno, que no acata la formalidad de la mesa como el espacio convenido para llegar a entendimientos de no difundir a la opinión pública lo que no sea de consenso”, escribió el grupo guerrillero.

Ante tantas desmentidas, contundentes y seguidas, el gobierno luce torpe y con pocas posibilidades de volver a tener la iniciativa en unos diálogos donde se requiere que sea Petro y no Antonio García, jefe del Eln, quien imponga la agenda.

El encuentro extraordinario de Petro con Maduro en Caracas, antes de que el mandatario colombiano siguiera para Santiago de Chile a entrevistarse con el presidente Boric en el palacio de La Moneda, fue interpretado como un intento de Petro por tratar de recomponer la maltrecha relación con los dirigentes del Eln. Pese al esfuerzo de Petro, el paciente no muestra síntomas de mejoría.

¿Qué hacer para que las negociaciones con el Eln retomen el rumbo perdido? ¿Hasta dónde debe llegar el gobierno de Petro en su afán por alcanzar la paz total? ¿Qué culpa le cabe al Eln en la crisis de los diálogos?

Mucha prudencia y mucha paciencia

Una vez cerrado el capítulo de las Farc por cuenta de su negociación con Juan Manuel Santos, el turno de “firmar la paz” le corresponde al Eln. Con la desmovilización de este último, Colombia se quitaría de encima el grave señalamiento de ser el único país del mundo con dos grupos guerrilleros activos por más de cinco décadas. A eso le apostó Gustavo Petro desde el momento en que decidió sacar adelante lo que él llama la “paz total”. La negociación con el Eln no solo resulta difícil por el radicalismo de sus posturas y el dogmatismo de sus dirigentes, sino porque para ellos toda negociación requiere de una alta dosis de paciencia y de prudencia, que son cualidades muy escasas en algunos gobiernos.

Los tiempos del Eln, por ejemplo, son distintos a los que manejan los presidentes de turno. “Si llevamos décadas peleando, podemos tomarnos algunos años negociando”, decía uno de los negociadores del Eln en Tlaxcala, México, cuando hacían parte de la Coordinadora Nacional Guerrillera y buscaban firmar la paz con el gobierno de César Gaviria. A la postre esa negociación fracasó, como han fracasado todas las que siguieron después de ella. El riesgo de Petro es que por falta de prudencia y de paciencia pueda correr la misma suerte de sus antecesores.

La actual crisis tiene mucho que ver con su imprudencia y su impaciencia por anunciar como un hecho materializado lo que no pasaba de ser una expectativa o una simple posibilidad. Tiene razón el Eln cuando afirma que el cese bilateral del fuego no es cierto, al menos con ellos. Cosa distinta es que en la siguiente fase –una vez se aborden todos los temas pendientes– ese delicado asunto se pueda tratar.

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Mucho cuidado con mezclar peras con manzanas

El gobierno y su equipo negociador no han podido hacer entender a los delegados del Eln en la mesa de diálogos que no serán tratados al igual que las organizaciones criminales narcotraficantes con las que también piensa negociar la llamada paz total. Desde el primer momento el Eln dejó en claro que su tratamiento tiene que ser político y que los acuerdos deben ser producto de una negociación política y no de un sometimiento a la Justicia, como sería el caso de las organizaciones criminales narcotraficantes. Pese a ello, el Eln insiste en que el gobierno mete las peras y las manzanas en el mismo saco.

Prueba de esa percepción –sostienen allegados al grupo guerrillero– es que Petro habló el 31 de diciembre de un cese bilateral del fuego de las 5 organizaciones armadas ilegales con las que negocia. La exigencia del Eln no es un asunto menor y sería muy bueno que el gobierno la tenga muy presente a la hora de hacer sus anuncios. Además, luego de la negociación de Santos con las Farc, que acaparó toda la atención nacional e internacional, el Eln considera que llegó la hora de ser ellos también protagonistas. “El Gobierno no puede darle al Eln el tratamiento de hermano menor, que siempre recibió de todos los gobiernos en tiempos de las Farc”, me dijo un exintegrante de esa organización subversiva.

Si no es con Petro, entonces ¿con quién?

La mejor demostración de que la lucha armada fracasó en Colombia como herramienta para llegar al poder es la presidencia de Gustavo Petro. Petro demostró que un ex guerrillero puede llegar a la Casa de Nariño por las urnas y no por las armas. Punto. Las Farc también llegaron a ese convencimiento, después de ver caer a sus principales jefes políticos y militares. La negociación con Santos fue producto de su derrota militar y política, aunque algunos lo nieguen.

Cuando las Farc negociaron con Santos la “moral de la guerrillerada” estaba en su peor momento, ante la imposibilidad de acceder al poder por las armas, como soñaron Marulanda, Jacobo Arenas, Alfonso Cano, Mono Jojoy y los demás jefes abatidos. El Eln también debe llegar a esa convicción íntima de que la guerra no es la salida. Ningún gobierno distinto al de Petro –que sufrió los rigores de la guerra y se convenció de su inutilidad para llegar al poder– les puede ofrecer mejores garantías.

Petro le apostó a la democracia –con todas sus imperfecciones y defectos– y por cuenta de ello ha sido congresista, alcalde de Bogotá y presidente. Es necesario que Antonio García y Pablo Beltrán, máximos jefes del Eln, se vean en el espejo de Petro y de tantos otros desmovilizados que le apostaron a la paz y no a la guerra. Cuba –que durante muchos años los acogió y los preparó militarmente– hoy es aliado de los gobiernos para negociar la paz, como ocurrió con Santos. Fue en La Habana donde Santos negoció con las Farc.

Este martes, reunión extraordinaria de Caracas

Mientras exista la voluntad de dialogar es posible superar todas las crisis. Este martes en Caracas las partes volverán a sentarse para tratar de dejar atrás el escollo que se presentó por cuenta del anuncio “unilateral de Petro” del cese al fuego. De lo que se avance en dicha reunión dependerá la suerte de la segunda fase de los diálogos, que podría ser en México o en la propia Caracas. Las lecciones que ha dejado la actual crisis son muchas.

El presidente Petro deberá entender que Twitter es muy útil para los candidatos, pero es un peligro cuando el candidato pasa a ser Presidente. Petro no puede seguir haciendo anuncios por Twitter, sobre todo si tienen que ver con asuntos tan delicados como una negociación de paz. Es irresponsable de su parte, darle un manejo tan informal a asuntos tan complejos. Además, hay funcionarios delegados por él, como el jefe negociador Otty Patiño y el alto Comisionado de Paz, Danilo Rueda, que requieren manejar todos los temas tratados en la mesa con una buena dosis de confidencialidad. De manera que de la reunión de este martes dependerá la recuperación de la confianza, que permita avanzar en la negociación.

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