El Heraldo
Primera imagen de Salud Hernández, periodista colombo-española, en rueda de prensa tras su liberación. EFE
Política

Análisis Ley del Montes: Lecciones de un secuestro

Las acciones criminales del ELN –como el secuestro de los periodistas– lo alejan de la mesa de negociación con el Gobierno y aumentan el repudio de los colombianos hacia ellos.

El secuestro de Salud Hernández-Mora, Diego D´Pablos y Carlos Melo –quienes están de nuevo en sus casas sanos y salvos– evidenció el comportamiento cínico y errado del ELN, cuyos jefes consideran que con sus prácticas criminales podrían llegar fortalecidos a una mesa de negociación con el Gobierno.

Ese grupo subversivo pretende mostrar como fortaleza lo que es una inmensa debilidad, que no es otra cosa que su desprecio por la vida y la libertad de expresión. Pensar distinto es para los cabecillas del ELN un pecado imperdonable. Y a Salud Hernández-Mora, a Diego D´Pablos y Carlos Melo los “perdonaron” por la enorme presión ejercida desde las redes sociales, los medios de comunicación, la Iglesia Católica y la Defensoría del Pueblo, quienes jugaron un papel determinante para su liberación.

El manejo errático y desafortunado que tuvo el lamentable episodio también contribuyó al caos que generó el secuestro de la columnista de El Tiempo y corresponsal del diario El Mundo, de Madrid, España; así como de los corresponsales de RCN Televisión en Norte de Santander.

No hubo una sola versión oficial que coincidiera con otra: el presidente Juan Manuel Santos afirmó que Salud estaba “haciendo un trabajo de campo voluntario con el ELN”, según le había informado una “fuente fidedigna”. El Ejército Nacional declaró que estaba “secuestrada” y en poder de alias ‘Pablito’. Para el Ministerio de Defensa y la Fiscalía, Salud, Diego y Carlos estaban “desaparecidos”, pero que desconocían su paradero.

Y José de Dios Toro, alcalde de El Tarra –jurisdicción donde desapareció Salud– llegó a afirmar que la “única responsable de lo sucedido es Salud, porque violó los protocolos y no informó a las autoridades de sus actividades en la zona”.

Mientras tanto, los medios de comunicación y la opinión pública eran bombardeados con todo tipo de versiones y conjeturas. Una de ellas hablaba –inclusive– de un traslado de la periodista colombo-española a Venezuela.

Una vez liberó a Salud Hernández-Mora, Diego D´Pablos y Carlos Melo, el autodenominado Frente de Guerra Nororiental del ELN informó en un comunicado –que Salud se negó a leer– que lo sucedido no fue un secuestro, sino “una operación de registro y control”, que corresponde a “acciones rutinarias de seguridad para neutralizar la operación enemiga en la zona”.

No obstante, en sus primeras declaraciones a la prensa –una vez en libertad– la propia Salud Hernández-Mora, con la franqueza que la caracteriza, se encargó de poner las cosas en su sitio: “Desde el primer momento estuve retenida contra mi voluntad. Siempre les dije –sin importar cómo ellos lo consideraban– que yo estaba secuestrada”.

La desvergüenza con que el ELN pretende justificar sus acciones criminales –entre ellas el secuestro– es uno de los principales obstáculos que tiene una eventual negociación con el Gobierno.

De hecho, los jefes de ese grupo guerrillero informaron a los delegados del Gobierno que la liberación de los secuestrados en su poder no puede ser una condición para sentarse a negociar. Ahí radica la enorme zanja que separa las dos orillas: la del Gobierno y la del ELN.

Ya es hora de que los jefes del ELN entiendan –y la reacción al secuestro de Salud Hernández-Mora, Diego D´Pablos y Carlos Melo así lo reafirmó– que mientras pretendan justificar sus actos de terror –aun firmando la paz con el Gobierno– jamás alcanzarán la reconciliación con los colombianos, que debería ser el propósito principal de dicha negociación.

Lo que sucede con cada acción criminal del ELN es todo lo contrario: a punta de secuestros, extorsiones, reclutamiento de menores, narcotráfico, voladuras de torres y oleoductos –como sucedió también con las Farc– lo que esas organizaciones subversivas se han ganado es el desprecio de la inmensa mayoría de los colombianos. El ELN recogerá mañana –si negocia con el Gobierno– lo que todos estos años sembró.

Sin embargo, ni las Farc ni el ELN –de culminar sus diálogos con el Gobierno– alcanzarán el éxito político –no solo electoral– si no abandonan para siempre sus acciones criminales contra la población, entre ellas una de las más abominables: el secuestro, al que sus jefes llaman con cinismo, “retención” producto de “operaciones rutinarias de seguridad para evitar la infiltración del enemigo en la zona”. A juzgar por el comportamiento de sus jefes, los únicos “enemigos infiltrados” que tiene el ELN son ellos mismos.

Lección 1: Las cosas por su nombre
La salida en falso del presidente, Juan Manuel Santos, al afirmar que –según una fuente “fidedigna” con la que había hablado– Salud estaba con el ELN, de forma “voluntaria”, haciendo un trabajo periodístico solo sirvió para causar más incertidumbre sobre su paradero. La propia Salud afirmó que había sido “secuestrada por el ELN”. Y es que una cosa es hacer un “trabajo voluntario” con el ELN y otra bien distinta es haber sido “secuestrada por el ELN”. El secuestro es un delito que consiste en privar de la libertad de forma ilícita a una persona, o a un grupo de personas, durante un tiempo determinado, con el objeto de obtener un rescate o el cumplimiento de otras exigencias en perjuicio de los secuestrados o de terceros. El presidente no puede opinar con el deseo. Punto. Y como periodista que ha sido tiene la obligación de “marcarle distancia a sus fuentes”, mucho más a las que él considera “fidedignas”, pues una equivocación suya
no solo genera mayor caos a una situación extrema, sino que le significa un enorme desgaste político, como si no fuera suficiente
el que ya tiene sobre  sus hombros.

Lección 2: ¿Y dónde está la inteligencia del Estado?
Durante todo el tiempo que Salud Hernández-Mora, Diego D´Pablos y Carlos Melo, estuvieron en poder de sus secuestradores, los organismos de seguridad del Estado jamás tuvieron la certeza de cuál era su verdadera situación. Y ello solo significa una cosa: que la inteligencia del Estado está fallando en forma grave. Y un Estado desprotegido es un Estado débil. ¿Qué pasó con la inteligencia del Ejército y de las Fuerzas Militares? ¿Qué tipo de inteligencia hacen en las zonas donde hay presencia de organizaciones criminales, sean bacrim, ELN o Farc? ¿Están siendo desmantelados nuestros organismos de inteligencia? El ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas, inicialmente informó que Salud estaba “desaparecida”, cuando
su desaparición ya era una noticia mundial, y luego convocó a una rueda de prensa para señalar al ELN como responsable de su “desaparición”, cuando todo el
mundo sabía que Salud había sido “secuestrada”. El espectáculo brindado por quienes deben garantizar la “vida y la integridad de los colombianos”, durante los días del secuestro de Salud Hernández-Mora, resultó lamentable y preocupante. ¿Esa es la inteligencia de las Fuerzas Militares o de la Policía que nos cuidará durante
el posconflicto?

Lección 3: ¿Para cuándo los golpes contundentes al ELN?
El presidente Juan Manuel Santos afirmó –luego de la liberación de los periodistas– que “no activaremos ninguna mesa de diálogos mientras el ELN no libere a todos los secuestrados y renuncie definitivamente a este crimen de lesa humanidad”. ¿Y ello qué significa? El jefe del ELN, alias Nicolás Gabino, ha dicho que ese grupo guerrillero no dejará de secuestrar y que ese tema no es negociable. Mientras el ELN no abandone sus actos de terror es un enemigo del Estado que debe ser combatido de forma implacable. Esa es la obligación de quienes están al frente del Gobierno, como el Presidente de la República. El ELN es una organización criminal que no ha dado muestras de tener la voluntad política, ni la convicción íntima, de negociar con el Gobierno su desmovilización. Si se supone que los frentes de las Farc están ‘inactivos’ esperando noticias de La Habana, ello significa que el centro de atención de nuestras Fuerzas Armadas debe estar enfocado en el ELN y las bacrim, cuyos jefes deben ser combatidos de forma certera y sin pausa.

Lección 4: La libertad de expresión es sagrada
A Salud Hernández-Mora, Diego D´Pablos y Carlos Melo los secuestraron no por ser “infiltrados del enemigo”, sino por ser periodistas, cuyo trabajo incomodó a los jefes del ELN que operan en el Catatumbo. Ellos no fueron los responsables de su secuestro, como de manera desconcertante afirmó el alcalde de El Tarra. La obligación del periodista es informar veraz y oportunamente sobre los hechos. Y los hechos ocurren en Bogotá, Barranquilla, o el Catatumbo, o en cualquier otra zona del país. El costo que ha pagado el periodismo colombiano por preservar y defender la libertad de expresión ha sido muy alto. En el pasado reciente, el jefe narcotraficante Pablo Escobar pretendió someter a los medios de comunicación nacionales y falló en su intento criminal. En aquella oportunidad los medios de comunicación del país hicieron causa común para enfrentar a quien era un poderoso enemigo. El reto que pretenden imponer ahora otras organizaciones criminales merece una respuesta igual de contundente.

Lección 5: El Catatumbo no es el ‘Bronx’ de Bogotá
“El Catatumbo es una especie de Bronx a nivel nacional”, dijo ayer el presidente Juan Manuel Santos, luego de que el Ejército y la Policía se “tomaran” este sector crítico de Bogotá. Es otra salida en falso del Presidente. Salud Hernández-Mora –que conoce la zona como pocos, incluido al presidente Santos– declaró luego de su liberación que lo que hay en el Catatumbo es abandono del Estado. Y dicho abandono no solo incluye mayor presencia de la Fuerza Pública, sino más vías, más escuelas, más centros de salud. Por supuesto que se debe combatir a las organizaciones criminales que operan en el Catatumbo, pero también se debe asistir a una población que está atrapada entre el fuego de la legalidad y el de la ilegalidad. La pregunta es: si el ‘Bronx’
bogotano, que queda a pocos metros de la Casa de  Nariño, está como está, ¿qué no pasará en el Catatumbo  que está ubicado a miles de kilómetros del despacho presidencial?

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