
Hoy las oraciones de Carmen Petro Sierra hacia al Espíritu Santo serán más fervientes, porque confía en que su sobrino será el nuevo alcalde de Bogotá.
Esta mujer de pelo blanco, de una elegancia congénita, aproximándose a las nueve décadas, fue la que crió en la vieja casa de bahareque y techo de palma, en el barrio Los Ángeles de Ciénaga de Oro, al ex candidato presidencial y hoy candidato Progresista a la alcaldía de la capital del país Gustavo Petro Urrego, quien encabezó las encuestas en favoritismo por encima de Enrique Peñalosa, del Partido Verde y de Gina Parody, independiente.
La tía Carmen está serena porque los relatos de los medios le han insistido en que el más sumiso, callado y obediente de sus sobrinos ha recibido desde el inicio de la campaña el mejor respaldo ciudadano para regir los destinos de la ciudad más importante de Colombia.
Sentada muy cómoda en una mecedora de la fresca sala recuerda que al sobrino presidenciable le gustó más jugar al mar en el Caño de Aguas Prietas o en la alberca donde almacenaban agua en el patio, que quizás otra diversión u ronda infantil. Tampoco le gustó el fútbol, la bolita de uña y mucho menos el trompo.
“Fue un niño muy pensativo, serio y bien educado. Casi nunca lo regañamos”, advierte doña Carmen.
El candidato es el mayor de los hermanos Petro Urrego. Le siguen Juan Fernando, residenciado en Bogotá y Adriana, radicada en Canadá. A los tres les apasionaba el caño cada mañana.
“Se levantaban muy temprano y me decían que los llevara al barco, que era una de las canoas del Caño de Aguas Prietas. Gustavito fue un niño muy callado, inteligente y obediente. Creo que no hay una cabeza igual a la de él”, precisó la tía Carmen.
Muy resumidamente recordó que a comienzo de los 80 el muchacho obediente no amaneció porque se había ido con unos amigos de Montería para Santa Marta. Fue entonces cuando ingresó al M19.
“Ese espejo que está aquí en la sala es testigo de las lágrimas que derramó Gustavo, mi hermano, cuando su hijo se le perdió. No tengo frases para explicarle como sufrimos, supimos que estuvo detrás de una patrulla del M19, pero él no duró muchos días porque su papá lo encontró y me lo trajo a la puerta de mi casa.
Llegó con los pies llenos de ampollas de lo mucho que caminó, yo lo curé y más nunca se fue para esa actividad, después sus papás se lo llevaron para Cundinamarca”, expresó muy optimista la tía Carmen.
Si su sobrino es el nuevo alcalde de Bogotá, le ofrecerá este lunes una misa de agradecimiento al Espíritu Santo y prometió sancocho de gallina a quien llegue a felicitarla. Además recordó que ese es el plato preferido de su sobrino, incluso, lo volvió a degustar en el patio de su vieja casa unos días después de las elecciones presidenciales. “Yo era la jefe de la casa, me tocaba atenderlos y Gustavito era un poco místico para la comida. Había que colarle las sopas porque no le gustaba la verdura”.
Por Eduardo García
CIÉNAGA DE ORO.