“Barranquilla respira teatro” es un lema sugestivo con el que Enitbar 2013 aspira a persuadir la atención de la gente para invitarlos a disfrutar los doce días de la programación que tiene el VII Encuentro Internacional de Teatro de Barranquilla, en el Atlántico y la Región Caribe.

La cultura como política pública ha sido la cenicienta de los gobiernos desde que tengo uso de razón. Sus manifestaciones históricas en todos los campos han superado sus penurias y dificultades para trascender y hacer que aquellos insensibles, incapaces de darle apoyo de gobierno al arte y la cultura, descaradamente al verla relucir, se atribuyan en círculos de desinformados pero en voz bajita, que su gobierno contribuyó con eso.

La calidad artística teatral que se está viendo en el José Consuegra Higgins es excelente, como lo es el tesón, esfuerzo y dedicación del joven teatrero Nibaldo Castro Charris con su fundación cultural y social Cofradía teatral. En este séptimo encuentro, ya algunos comienzan a entender que es imposible seguir siendo insensible ante el arte y la cultura y que ese hermoso proyecto “La ciudad como aula de aprendizaje” visiona, a través de la pedagogía artístico-cultural, cómo se propicia la formación de público y se construye ciudadanía, elemento fundamental para la armonización del desarrollo proyectado para la ciudad.

En los años 70, la ola que generó en el país el arte de las tablas, despertó en Barranquilla una actividad importante que se convirtió en un foro abierto de las ideas. Fueron muchos los directores, grupos, ideólogos y actores aficionados o afiebrados que hicimos vida histriónica en el marco de los festivales de la Corporación Colombiana de Teatro, que en el Departamento contaba con los grupos universitarios y estudiantiles de los eméritos Tomás Urueta, Alfredo De la Espriella, Teobaldo Guillén, Julio Lamboglia y otros. Participábamos junto con actores tales como Róbinson Casalins, Mauricio Rider, Néstor Martínez, Humberto Caicedo, Abraham Cáceres, Libardo Berdugo, Víctor Gómez, Ley Martin, el hoy famoso de la radio, y eran connotados críticos Gaspar Hernández Caamaño, José Gabriel Coley. Aún perduran grupos nacionales en el interior del país que fueron inspiradores de la provincia, entre ellos La Candelaria, el Teatro Experimental de Cali, el Teatro Popular de Bogotá, que nos trajeron piezas como ‘I Took Panama’, ‘La tras escena’ y ‘Comuneros’.

Aquellas épocas se fueron, Dios quiera que el renacer encarnado en esta nueva visión, que hace camino al andar, cuente en adelante con el apoyo de las autoridades de la cultura. Pero que reconozcan que estos proyectos y puestas en escena tienen más ADN cultural de la esencia de nuestra gente que muchas cosas importadas que llegan, se llevan sus jugosos pagos y solo dejan efímeros comentarios.

Juan Altamar Santodomingo
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