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Los primeros desfiles fueron por la carrera 46, Avenida Olaya Herrera, que a la vuelta de solamente 2 años se vio afectada en su capacidad para recibir a la cada vez más creciente masa de pueblo. Se vino entonces para la carrera 44 y desde entonces, más de 20 años, es la pista tradicional del imponente desfile. Pero creció y se crean asociaciones de silleteros que respaldados económicamente por empresarios y respaldados por funcionarios de la Alcaldía de turno se apoderan de todos los espacios disponibles, imponiendo precios a las sillas y a las viandas, licores, cervezas y todo cuanto se pueda vender.

Los propietarios y residentes se ven obligados a entrar en forma unipersonal a ese negocio para poder contrarrestar la toma de “su espacio territorial”, el cual se mantiene gracias a la inversión que cada quien hace durante el año al frente de su casa, que para el ente administrativo de la Alcaldía al cual le corresponde, jamás, léase bien, jamás, se les ha visto con una bolsa de cemento, ladrillos y operarios, reparando los bordillos y andenes que estén en mal estado a pesar del recaudo que cada silla paga todos los años para poder ser ubicada al frente de la casa, pero esas cuentas serán el tema de la tercera entrega de esta interesante historia.

Antonio Almendrales Casado
tonyalmendra@yahoo.es