El departamento del Atlántico, a pesar de contar con la infraestructura tecnológico-científica y el capital médico disponible, sigue teniendo los índices más bajo de donación de órganos del país. Mientras tanto, en la lista de los hospitales permanecen personas de todas las edades a la espera de que la donación voluntaria de órganos se materialice para continuar con sus proyectos de vida.

Hace aproximadamente siete años, la Universidad del Norte desde el Centro de Diagnóstico Especializado se convirtió en la única entidad avalada para realizar las pruebas de histocompatibilidad, que determina el grado de compatibilidad entre el donante y el posible receptor del trasplante.

“El Centro está integrado por seis personas que trabajan 24 horas, siete días a la semana. Contamos con todos los requisitos y equipos para cuando haya un donante cadavérico a cualquier hora, en cinco horas tengamos los resultados y así los médicos y cirujanos puedan proceder según lo emitido por nosotros, y saber a qué persona pueden donar el riñón y a cuál no”, afirmó Brayan Bayona, coordinador del Centro de Diagnóstico de Uninorte.

El Ministerio de la Protección Social, por medio del Instituto Nacional de Salud creó en el año 2004 la Red de Donación y Trasplante de órganos y Tejidos, que cuenta con seis regionales en todo el país encargadas de llevar a cabo estos procesos. Barranquilla es la regional cinco y reporta el menor número de trasplantes realizados, en comparación con las otras áreas: Medellín, Bogotá, Cali, Bucaramanga y Neiva.

“El programa de trasplante renal está abierto desde 1988, desde entonces hubo 14 trasplantes hasta 1992; luego hasta 1998 se hicieron tres. En el 2011 no hubo trasplante, en el 2012 solo uno y en lo que va de este año van tres”, contó Rubén Camargo, coordinador del grupo de trasplantes de la Clínica General del Norte, que junto con la Clínica Asunción son las únicas entidades médicas que realizan dichos procedimientos quirúrgicos en la ciudad.

En la regional cinco solo se llevan a cabo trasplantes de riñón a pacientes anúricos, es decir, que no pueden orinar. Sin embargo, señala Bayona, una persona en condiciones especiales puede donar desde hígado, páncreas, pulmón, corazón e intestinos, hasta corneas, huesos, válvulas cardiacas y piel.
Uninorte, con fondos propios, apoya el proyecto que desde la Secretaría de Salud Departamental realiza la red nacional para generar una conciencia colectiva en la comunidad caribeña, con respecto a la donación de órganos y tejidos.

 Faltan donantes. “Para Barranquilla el tema de los trasplantes ha sido como un mito o un tabú. No hay cultura ni sensibilización de donar. Nuestro impulso desde la Universidad es concientizar a la gente de que con donar un órgano le pueden cambiar la vida a una persona y a una familia entera”, expresó Bayona.

Carlos Orozco, de 32 años, y Kelly Morales, de 26, son dos de los tres pacientes de insuficiencia renal crónica que han recibido el trasplante de riñón este año en la Clínica General del Norte. Luego de cuatro años de espera hoy ven concluido un sueño. Sin embargo, el deterioro de salud y la desesperación hace que otros pacientes contemplen otras posibilidades.

Como lo explica el doctor Camargo: “la lista de espera de la Clínica General del Norte es de 13 personas, comenzó con 42, pero la falta de donantes en la región hace que las personas pidan a sus EPS el traslado a otras ciudades como Medellín o Bogotá”. El miedo de que nunca llegue un donante o de que la espera sea demasiado larga hace que la gente tome esta decisión.

“Hay gente que lleva dos y hasta tres años esperando un donante. En las clínicas se maneja un indicador que es mortalidad en lista de espera. Es muy bajo, menos del 1 %”, señala el doctor Camargo. Aunque la mortalidad es baja, durante la espera los pacientes deben someterse a diálisis cada tres días durante tres años, lo cual deteriora la salud y, en ocasiones extremas, resulta más riesgoso trasplantar que no hacerlo.

La experiencia de donar. Verónica Silvera Hernández fue una de los pocos donantes que ha habido en la región. En el año 2008, con 53 años de edad se le diagnosticó muerte cerebral por una isquemia cerebral y sus familiares dieron autorización de donar todos sus órganos.

“No habiendo nada que hacer por salvar la vida de mi mamá, decidimos donar todos los órganos posibles. Ella fue una mujer que durante toda su vida estuvo al servicio de los demás, por eso pensamos que si a lo largo de su vida siempre le extendía la mano a quien podía con una sonrisa, ¿por qué no permitirle alargarle la vida a otros? ¿Por qué no permitir a una familia ser feliz?”, expresó Antonio Gómez, hijo de la fallecida.

Según señalan los médicos, cuando se presentan casos de muerte cerebral es mucho más fácil programar una cirugía de extracción de órganos y de trasplante, porque es posible mantener con vida al paciente mediante un respirador artificial.

La donación la deciden los familiares

La preocupación de los médicos no es solo la falta de donantes voluntarios. En muchos casos, quienes en vida toman la decisión de ser donantes no lo manifiestan a sus familiares, que en últimas son los que autorizan este tipo de procedimientos.

“Para poder donar un órgano los familiares del fallecido deben estar de acuerdo, pues son los que dan la orden final para proceder, por eso es importante que las familias hablen sobre el tema”, dijo Bayona. En la página web de la red las personas se pueden inscribir y al hacerlo se les entrega un carné que acredita su decisión voluntaria para que en caso de fallecimiento, sus órganos y tejidos puedan sean donados. Por su parte Camargo recomienda a la comunidad recibir orientación sobre el tema en los centros especializados de la ciudad, en la página web del Instituto de Salud o en las mismas clínicas. “La sociedad y la comunidad deben entender que la donación de órganos es un bien social. Cuando una persona fallece puede darle calidad de vida a otros”, concluye. 
 

Alianza EL HERALDO- Hospital Universidad del Norte

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