
El Banco de la República es la entidad responsable del diseño e implementación de la política monetaria en Colombia. Su objetivo primario es alcanzar una tasa de inflación baja y estable para generar mayor crecimiento económico.
De manera alterna, mediante intervenciones en el mercado cambiario trata de estabilizar la tasa de cambio, para que apreciaciones o depreciaciones excesivas no impacten de manera negativa la estabilidad de precios.
Así, el Banco tiene la discrecionalidad e independencia institucional para comprar la cantidad de dólares que considere consistente con el logro de su objetivo principal, pero en los últimos años se ha presentado una fuerte caída en el precio del dólar o revaluación del peso que ha impactado de manera negativa la competitividad de las exportaciones colombianas y estimulado las compras de bienes importados, afectando de manera considerable el empleo y la producción nacional.
Este comportamiento en el precio de la divisa se puede explicar, entre otras variables, por la masiva llegada de inversión extranjera directa, vinculado a la mejora de las condiciones macroeconómicas del país y especialmente como refugio de los inversionistas que resguardan sus capitales mientras los temores por la recesión económica mundial se disipan en Europa y Estados Unidos.
Pero aun más importante es que la Reserva Federal ha implementado durante los últimos años una política monetaria altamente expansiva, utilizando un mecanismo denominado Quantitative Easing 3 o Q3, que consiste en comprar bonos del tesoro de largo plazo a cambio de recursos líquidos por montos equivalentes a U$40.000 millones de dólares mensuales y mantener esta política durante los años 2013 y 2014.
Esto sumado a una tasa de interés bancaria cercana a cero hasta el 2016, presentan un horizonte de alta liquidez durante varios años, hasta que la economía americana y el empleo muestren señales fuertes de recuperación-.
Ante este escenario, parecen insuficientes los mecanismos tradicionales que está implementando el Banco de la República —a través de las compras diarias en el mercado cambiario— para contener los flujos financieros provenientes de las inversiones especulativas que se derivan de esta expansión monetaria americana y que alimentan la actual tendencia revaluacionista.
Se ha alcanzado una meta de inflación baja y estable de manera consistente con la política cambiaria, pero es hora de implementar medidas más contundentes, orientadas a proteger el sector real de los efectos colaterales ocasionados por choques externos originados por flujos de capitales y así contener la revaluación del peso.
Parece que las recetas tradicionales relacionadas con los instrumentos e intervención de la política monetaria no están surtiendo el efecto necesario para garantizar no solo inflación baja y estable, sino también niveles apropiados de tasa de cambio.
Dann Payares
Profesor del IEEC Uninorte.