Así es la vida en La Paz, adonde llegarán las Farc
En el municipio cesarense, que vivió la presencia de las Farc y el paramilitarismo, se preguntan qué pasará con la llegada de la guerrilla.
A través de un recorrido por los municipios en los que se ubicarán los campamentos de las Farc, EL HERALDO constató que sus habitantes se debaten entre el optimismo y el temor.
La Paz espera que zona veredal sea para mejorar
Como hombre de campo, Eduardo Aponte, quien hasta hace pocos meses era uno de los cientos de vendedores de gasolina venezolana de contrabando en Varas Blancas, corregimiento del municipio de La Paz, madruga todos los días a ganarse el sustento de su familia. Sale temprano a montar su venta de yuca, producto que está trayendo de otros municipios porque el fuerte verano no le permitió cultivarlo.
El día transcurre en medio del calor abrasador que se vuelve un infierno cuando el sol está en su máximo punto y su reflejo en el asfalto aumenta la sensación térmica. Mientras se sienta a esperar el tránsito de los vehículos que circulan desde y hacia La Guajira, Aponte lee un periódico, oye la radio o hace turnos de relevo con las mujeres de la casa en su ventorrillo para ir a refrescarse y esperar las noticias, esas mismas que lo sorprendieron el pasado viernes cuando el Gobierno Nacional anunció las Zonas Veredales Transitorias donde los guerrilleros de las Farc se concentrarán al dejar las armas.
Una de esas áreas estará en La Paz, población a solo 12 kilómetros de la capital cesarense, donde en el pasado se asentaron importantes haciendas ganaderas, después operó la guerrilla de las Farc y luego aparecieron los paramilitares. Fueron épocas de muerte y destrucción.
Los malos tiempos afectaron esta región, como otras del Cesar y la Costa, que de la abundancia pasó a la crisis del sector agropecuario. Poco a poco disminuyeron los hatos y los cultivos. La crisis y las necesidades fueron el caldo de cultivo para la actividad ilícita del contrabando.
Familias enteras, incluidos sus niños, centraron su interés en la venta del combustible que entraba de manera ilegal al país, y que llegaba hasta La Paz surcando trochas; una maldición que trajo con ella vicios y costumbres ajenas a este pueblo de gente honrada, dando lugar a una descomposición social de la que no será fácil reponerse, y dejando una larga estela de muertos.
Antonio María Calvo, exasesor departamental de paz, dice que era inesperado que La Paz resultara incluido en los 23 sitios del país donde se establecerán las Zonas Veredales, porque si bien el frente 41 de las Farc tenía establecido un corredor desde el sur de Urumita, La Guajira, hasta las poblaciones de Codazzi, Becerril y La Jagua, en Cesar, “nunca tuvo vocación de control de este territorio”.
“Habría sido menos sorpresivo si se hubiera establecido esta zona de concentración en La Jagua de Ibirico o en Becerril”, dice.
¿Qué va a pasar?
La mayor preocupación de los gobernantes de La Paz respecto a la instalación de las Farc en su región radica en el estrecho presupuesto municipal para atender las necesidades de su gente; de allí la expectativa por conocer qué significa administrativamente ser un territorio con Zona Veredal Transitoria y cuáles son las condiciones y “beneficios” que el Gobierno Nacional dispondrá para estas poblaciones.
“No sabemos cuál va a ser el detrimento para nuestro pueblo, porque es que aquí los servicios públicos son escasos hasta para la población, y no sabemos en qué condiciones y en qué cantidad va a venir esta gente, que aplaudimos que hoy estén dando ese importante paso; por eso demandamos del Gobierno una explicación”, comenta Efraín Gutiérrez.
La alcaldesa de La Paz, Andrea Ovalle Arzuaga, comparte la preocupación de sus coterráneos: “Necesitamos saber cuáles son las condiciones, las responsabilidades y los compromisos del Gobierno Nacional y las implicaciones que tiene esta Zona Veredal Transitoria”, dice; señala que este es el momento para que el Gobierno Nacional y los ministerios “miren y beneficien a nuestro territorio, a nuestra gente”. Ovalle señala que la preocupación que le asiste es que muchos habitantes se están preguntando que si hay unos beneficios para la guerrilla, ¿qué va a pasar con ellos?
Hemos perdonado, pero...
Lenis María Camelo, una sencilla mujer que también se gana la vida vendiendo yuca, frutas, queso y suero en un puesto en la carretera, opina que lo que lo que está sucediendo en La Habana “es una gran noticia para que por fin se dé la paz en Colombia”, pero, instintivamente, confiesa algo de temor con la decisión de concentrar allí a la guerrilla desmovilizada. “Ojalá la ubiquen a una distancia considerable”, pide.
Como ama de casa, Maira Zambrano, tampoco esconde que siente temor de que “algo pueda salir mal” y comenta que sería terrible. “¡Imagínese! Uno que ha vivido cosas, siempre siente miedo, aunque hemos perdonado porque para qué guardar rencor en el corazón”, expresa.
Semilla de paz
Con los nuevos anuncios, La Paz espera volver a sus épocas de prosperidad no solo económica y social, sino volver a ser, incluso, un referente cultural del país. Ya en el pasado lo hicieron destacados personajes de la música y las letras que tejieran aventuras y experiencias de vida, que por supuesto fueron claves para que el folclor vallenato se hiciera célebre en el mundo. Entre ellos estuvieron el Nobel Gabriel García Márquez, el médico, investigador, escritor y folclorista Manuel Zapata Olivella, el compositor Rafael Escalona y el reconocido fotógrafo Nereo López.
Para hacer honor a su nombre y a los suyos, este territorio espera ser parte de la semilla que ayude a germinar la paz que anhela Colombia.
