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Sudáfrica supera el medio millón de casos de COVID y África bordea el millón

Actualmente, en todo el planeta, solo Estados Unidos, Brasil, India y Rusia registran peores datos que Sudáfrica.

Sudáfrica, el país de África más golpeado por la pandemia de COVID-19 y el quinto con más contagios de todo el mundo, ha superado ya el umbral del medio millón de casos, con 8.153 fallecidos, mientras que el continente se aproxima ya al millón de casos en total, con casi 20.000 muertos.

Actualmente, en todo el planeta, solo Estados Unidos, Brasil, India y Rusia registran peores datos que Sudáfrica.

En concreto, de acuerdo a los últimos datos difundidos anoche por el Gobierno de Cyril Ramaphosa, el país austral acumula 503.290 casos, 8.153 fallecidos y dos tercios de los pacientes, 342.461, dados de alta.

"Nuestra tasa de recuperación está actualmente alrededor del 68 %, la de letalidad -que es el número de muertes en comparación con el total de infectados- sigue en el 1,6 %, que es significativamente inferior a la media global", estimó Ramaphosa en el comunicado.

"Mientras Sudáfrica es el quinto país del mundo con más casos en el mundo, solo somos el 36 con más muertes per cápita. Por ello, debemos agradecer a nuestros profesionales sanitarios y nuestros tratamientos innovadores", consideró el presidente.

Sin embargo, las cifras de exceso de fallecimientos en las últimas semanas apuntan a que muchas miles de muertes relacionadas con la COVID-19 podrían estar escapando a los recuentos oficiales.

Entre el 6 de mayo y el 21 de julio pasados, según estudios del Consejo Sudafricano de Investigación Médica (SAMRC, siglas en inglés), hubo unas 22.000 muertes más que lo que se hubiera proyectado normalmente en base a las tendencias históricas y los tiempos y la localización geográfica permiten pocas dudas sobre una relación directa con la COVID-19.

La mayor parte de los contagios se registran en la provincia de Gauteng, considerada el corazón político y económico del país por albergar Johannesburgo y Pretoria. Aunque Presidencia considera que el crecimiento de nuevos casos se está estabilizando, tras un aumento desmesurado las dos últimas semanas.

En el lado positivo, la pandemia empieza a dar un respiro a la turística urbe de Ciudad del Cabo (suroeste), que se mantuvo durante los primeros meses de la pandemia como el gran epicentro de la COVID-19 para el continente africano.

"El Cabo Occidental (la provincia donde está Ciudad del Cabo) ha pasado el pico", señaló este viernes el ministro de Sanidad sudafricano, Zwelini Mkhize, durante una conferencia sobre innovación científica.

Mkhize también resaltó que hay "indicaciones tempranas" de descenso de la epidemia en Gauteng y otras zonas, si bien no se espera que Sudáfrica empiece realmente a doblegar su curva hasta agosto.

Más de la mitad de los casos de toda África

Con estas cifras, Sudáfrica se mantiene como el gran foco de la COVID-19 en África, un continente que, si bien empieza a ver una aceleración de la pandemia, durante los primeros meses experimentó un avance notablemente más lento que el resto del mundo.

Eso fue en gran parte gracias a las estrictas medidas adoptadas de forma temprana, como cierre de fronteras o duros confinamientos generales aun registrando escasos casos.

Aun así, África cuenta ya con 945.092 casos, 19.972 muertes y 600.713 recuperaciones, según los últimos datos recopilados a las 8.00 GMT por EFE de gobiernos africanos y la información que tabula la Universidad estadounidense Johns Hopkins.

Eso supone que Sudáfrica acumula un 53 % de los contagios del continente a pesar de concentrar menos del 5 % de su población y de haber impuesto, al igual que sus vecinos, duras medidas preventivas en los primeros meses para intentar preparar el sistema de salud.

"El confinamiento nacional (inicial) consiguió retrasar la expansión del virus durante más de dos meses, previniendo un incremento repentino e incontrolado de casos en marzo", consideró Ramaphosa anoche.

También es cierto que la nación austral es la que más tests realiza y la que ofrece datos más fiables.

"El hambre, la falta de comida y de estabilidad de ingresos (durante el confinamiento inicial) resultó en sufrimiento social y económico e hizo necesario enfocarse en salvar tanto vidas como medios de vida. Por eso empezamos un abordaje diferente relajando las restricciones", señaló el ministro de Salud sudafricano también este viernes.

La reapertura económica resultó en una "explosión" del número de casos: del medio millón de contagios hasta la fecha, alrededor del 80 % se dieron solo en los dos últimos meses.

Muchos hospitales en varias zonas, como Gauteng o la provincia del Cabo Oriental (sureste, la más pobre de Sudáfrica), se encuentran ya a máxima capacidad.

En algunos casos se junta un doble problema: por un lado el aluvión de casos y por otro un sistema sanitario público debilitado por años de corrupción, lo que se traduce en falta de medios o equipos de baja calidad, incluidos los que tienen que proteger a los sanitarios.

El presidente aseguró que están preparando más equipos y capacidad hospitalaria para prepararse para el pico.

La economía también en la UCI

"Los indicadores económicos más recientes muestran un drástico declive en la actividad económica", admitía el pasado lunes Ramaphosa, en una carta a la nación.

Sudáfrica, que ya se encontraba en recesión y con tasas de alrededor del 30 % de paro desde el año pasado, prevé una contracción económica del 7,2 % este año, la peor en casi un siglo, según los pronósticos del Gobierno.

Los niveles de déficit y de deuda se van a ver disparados este 2020, lo que empeora por la lacra de la corrupción, un problema endémico que impide que los escasos recursos vayan a donde se necesitan, incluida la lucha contra la COVID-19.

La nación austral ha tenido que acudir a instituciones internacionales para pedir prestado hasta 7.000 millones de dólares de emergencia para luchar contra la pandemia, entre ellas -por primera vez en la historia de la Sudáfrica democrática- un préstamo de 4.300 millones de dólares del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Si hubiera una segunda ola, la contracción de la economía podría llegar hasta el 8,2 %, de acuerdo a proyecciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

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