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Esta escena se ha convertido en los dos últimos dos meses en algo normal en Venezuela: la oposición enfrentada a la policía y militares. AFP
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María, Manuel o Julio: retrato de los “guarimberos” en Venezuela

Los jóvenes se han convertido en la fuerza de las marchas opositoras en Venezuela. Algunos de ellos aseguran que estarán en las calles “hasta que caiga esta dictadura”. Unos hablan de “defensa” y otros de “guerra”.

Una joven sale de la alcantarilla donde se esconde cada noche tras las protestas de la oposición en Caracas. Se alista con casco y escudo para enfrentarse en primera línea a policías y militares “hasta que esta dictadura caiga”.

María, de 30 años, es parte de la legión de “guarimberos” o “encapuchados”, como se conoce a los jóvenes que encabezan desde hace casi dos meses y de forma ininterrumpida las protestas contra Nicolás Maduro y que a diario terminan con violencia descontrolada.   

Son jóvenes, algunos hasta niños, con el rostro cubierto con capuchas negras, blandiendo escudos de madera con leyendas contra el gobierno.

“El miedo siempre está. Te impulsa”, dice, y se toca el corazón, combativa.

Tras ella, Manuel, de 18 años, también sale de la alcantarilla.

“Hasta que no salga el gobierno, no voy a parar de luchar”, dice este joven que tiene un hijo de dos años, al mostrar una herida por un chaparrón de bomba lacrimógena en su mano izquierda, como si de un tatuaje se tratara.

Para unos “terroristas”, para otros “héroes”. “Se prendió ese Beta” (inicia el alboroto), lanza María, ante la mirada impaciente de su grupo. Ya es hora de salir. 

Para el gobierno son “terroristas”, para algunos son “héroes”, y otros alertan de que entre ellos se filtran varios “delincuentes” o “vándalos”, que aprovechan las protestas para robos o saqueos, e incluso “infiltrados” del gobierno.

Ellos se definen a sí mismos como la fuerza de la “resistencia”. Se reúnen cada día a las 6 o 7 de la mañana en la Plaza Altamira, en uno de los barrios más exclusivos de Caracas. 

Allí toman café y comienzan a preparar la jornada, en la tradicional plaza, al borde de una hilera de flores amarillas y rojas.

“Cada día es más difícil. Vamos dispuestos a todo. Es una adrenalina que uno tiene contra ellos”, explica Alejandro, de 19 años.

Sus motivos para protestar son similares a los de cualquier simpatizante opositor: critican la “dictadura” de Maduro, están “hartos” de carencias de productos básicos como harina o arroz, de la falta de medicamentos y de toda perspectiva.  

Casi ninguno vive en el barrio Altamira pero reciben ayuda de algunos de sus vecinos: comida o bebidas, e incluso baños o camas donde dormir. 

Los analistas advierten que no se trata de un grupo consolidado y no se pueden comparar ni con los indignados de España ni con grupos anarquistas como los Black Bloc de Estados Unidos.

“Estos muchachos no son encuadrables. Hay grupos de guerreros, hay algunos que creen que están en un videojuego, hay algunos que son completamente oligofrénicos. Es trágico porque arriesgan vidas, pero hay que dejar algo bien claro: no son parte de la oposición”, apunta la socióloga Colette Capriles, de la Universidad Simón Bolívar.

Dentro de ese caos, es fácil para el gobierno “infiltrarse entre ellos”, subraya.

Fuerzas de choque. Entre ellos se reconocen diferencias. Unos hablan de “defensa” otros de “guerra”.

Unos se han especializado en barricadas hechas con muebles, escombros quemados o alambre de púas, otros son las fuerzas de “choque”.

 

Algunos “guarimberos” se han especializado en armar barricadas con muebles y escombros.

Vamos a “seguir y seguir hasta que nos maten”, asegura Julio, su líder, de 28 años y hasta hace poco técnico de automotores.

“¿Que cómo me hice guarimbero?, por odio”, responde. “Si agarro un chavista, lo quemaría aquí”, agrega.

Dice que ya no le importa nada, solo cambiar al gobierno. Tampoco le importa si sus actos violentos perjudican los objetivos de la oposición o que puedan ser utilizados en favor del gobierno.

“Nosotros no tenemos nada que ver con la oposición, a ellos tampoco los queremos”, aclara.

Hace pocos días la difusión de un joven apuñalado y quemado después de una masiva protesta en Caracas provocó la conmoción mundial. El gobierno difundió las atroces fotos y videos del joven en cadena nacional para mostrar “el terrorismo” de las marchas opositoras. La oposición explica que el joven estaba “robando” y por eso fue atacado.

Analistas aclaran que los linchamientos son moneda frecuente en Venezuela, uno de los dos países más violentos del mundo, según la fiscalía y algunas ONG, excluyendo los que están en guerra.  

Hay quienes quieren establecer el paralelismo con los colectivos chavistas —a los que la oposición considera grupos armados del oficialismo— pero los analistas aclaran que no tienen nada que ver.

“No son en absoluto comparables a un colectivo chavista. Los colectivos son profesionales, son prácticamente cuerpos del Estado, son gente que el gobierno ha desarrollado, estimulado”, señala Colette Capriles.

“Éstos son grupos completamente desorganizados”, asegura Capriles. 

Todos los medios de transportes son utilizados para llegar a los sitios de partida de las marchas.

Protestas tras cumplirse una década sin el canal RCTV

Opositores conmemoraron ayer el fin de las emisiones en señal abierta de Radio Caracas Televisión (RCTV), el canal crítico del Gobierno del entonces presidente, Hugo Chávez, que salió del aire hace 10 años después de que no se le fuera renovada su concesión.

Un cuadro negro que apareció después del himno nacional marcó a la medianoche del 27 de mayo de 2007 la despedida del canal 2, por cuyo “apagón” la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CorteIDH) condenó en 2015 a Venezuela.

“En el año 2007 comenzó a nacer también una nueva Venezuela. Ahí hubo una ruptura muy grande. Creo que hay un antes y un después del cierre de RCTV ”, dijo a Efe el presentador Nelson Bustamante, quien estuvo a cargo de moderar un programa especial difundido ese 27 de mayo.

El presidente Hugo Chávez, fallecido en 2013 tras 14 años de Gobierno, ordenó en junio de 2006 revisar las concesiones a las emisoras que caducaban en 2007 y que, según él, apoyaron el golpe que lo derrocó brevemente en abril de 2002.

Para el gerente general de RCTV, Oswaldo Quintana, al momento de la salida del aire de ese canal el Estado “perfectamente podía montar no uno, dos y tres canales de televisión con cobertura nacional que tuviesen una línea editorial apegada a la línea del Gobierno” y consideró que “para ello no necesitaban cerrar a RCTV”.

La movilización se dio cuando se cumplen 57 días de violentas protestas, que dejan 58 muertos. Además la oposición anunció que se intensificará la presión contra el gobierno con nuevas movilizaciones a partir de mañana. 

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